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La consentida del jefe

Omar Solórzano/MUJERES DE CONTENIDO| El Universal
Lunes 04 de febrero de 2002

¿Quién no desea ser la consentida de su jefe, su brazo derecho? María de la Paz Murillo, profesora de psicología industrial y laboral en la Universidad Nacional Autónoma de México, además de encabezar su propia firma de capacitación, sostiene que el primer paso para lograrlo consiste en borrar de nuestra mente que pretendemos serlo. "A ningún jefe le gustan los empleados que a todo le dicen que sí. Tal vez los mantenga un rato a su lado; pero lo más probable es que se deshaga de ellos rápidamente. Los jefes modernos no quieren robots, sino personal con criterio".

Según la profesora Murillo, es posible convertirse en la preferida de la oficina si se cumplen ciertos requisitos. Debemos empezar por nuestro aspecto personal: "Ningún superior desea una colaboradora desarreglada o vulgar en su atuendo". Quizá no todas dispongamos de los recursos económicos para adquirir ropa de buena marca; aunque, si nos esforzamos, encontraremos prendas que luzcan bien.

"En cuanto al calzado, usen tacón medio: a ningún jefe le agrada verse más bajo que una mujer. Los zapatos deben ser cerrados (recuerden que no van a un desfile de modas) y siempre en combinación con la ropa. Apliquen barniz a las uñas y cuiden su maquillaje, pero que no resulte exagerado; el maquillaje para oficina debe ser discreto, si bien se vale resaltar los rasgos más atractivos del rostro.

Lo más complicado para ganarse la buena voluntad del jefe por sobre los demás empleados consiste en afinar la parte intelectual: "En cualquier actividad, él siempre querrá gente bien preparada a su lado, con personalidad e inteligencia", afirma la profesora Murillo.



Para alcanzar una mejor posición...



La experta enumera los puntos que le permitirán lograrlo: Cuiden las espaldas a su jefe, sin parecer su guardaespaldas o su perro guardián. A los directivos les satisface que sus empleados se pongan la camiseta de la empresa.

Sean eficientes . No dejen para mañana lo que puedan hacer ahora. A un jefe le complace que se cumplan las tareas eficientemente y con rapidez.

Recurran al humor. Traten de ser alegres, sin convertirse en la payasita de la oficina. Eso sí, deberán poseer la sensibilidad para captar cuándo comportarse con seriedad y cuándo bromear.

Expresen sus opiniones. Si creen que ustedes tienen una idea inteligente en beneficio de la empresa, ofrézcanla. Demostrarán con ello su interés por el bienestar de la organización para la que trabajan.

Procuren hacer tres o cuatro tareas a la vez. Nunca deben responder a su jefe: "No sé", "No puedo" o "Permítame tantito". Si no saben algo, investíguenlo. Muéstrense dispuestas a realizar la carga laboral que se les asigne y no olviden que al jefe no se le hace esperar. De manera que borren de su vocabulario las palabras antes mencionadas.

Dénse a respetar. Sean eficientes, más no sumisas ni "dejadas": el jefe podría aprovecharse de ustedes. Si no les parece algo, díganselo del modo más serio y concreto posible. Jamás acepten una invitación de él para salir (y menos si es casado y ustedes llevan trabajando menos de un año en la empresa): esto podría manchar por completo la imagen de ambos. En caso dado, aduzcan algún buen pretexto y libérense del compromiso.

No estén con el tiempo medido. Los empleados odian, sobre todo, quedarse después de las horas de oficina; pero, se quiera o no, la disponibilidad para cumplir horas extras es una de las actitudes más apreciadas por los jefes. Al respecto, cuestiónense si el superior no se está propasando con ustedes. Jamás sacrifiquen su vida familiar por el trabajo; de hacerlo, más tarde se arrepentirán.

Manténganse al tanto de las innovaciones que atañen a la compañía. Por ejemplo, si ésta es de computación, investiguen lo más recientes avances en el ramo.

Sean discretas, ¡no se metan en chismes! (los jefes los odian) a menos que dañen directamente; entonces, aclárenlos.

Aprendan a resolver problemas en ausencia de su jefe. Pero ¡cuidado! no se trata de usurpar su lugar. Resuelvan nada más los asuntos a su alcance.

Con esto su jefe se sentirá tranquilo y confiado al dejar la oficina mientras ustedes se hallen presentes. Asimismo, aprendan a mandar a quienes estén debajo de ustedes, siempre con honestidad y respeto.

Cuiden su ortografía. Aunque parezca el punto menos relevante, no lo es. Un colaborador sin ortografía crea pésima impresión. Compren sus diccionarios ortográficos, de sinónimos y antónimos, y de verbos. Así no pasarán vergüenzas frente a su jefe.

Por último, la psicóloga Murillo subraya que siempre constituye una ventaja ser la consentida del jefe, si bien señala el punto negro: la envidia de nuestros colegas. "Por supuesto, esta situación podría llegar a ser muy dasagradable si no la cuidamos adecuadamente. Considero que, si se ponen en práctica (en forma sutil) los puntos mencionados, no debemos preocuparnos en absoluto por las reacciones negativas de los otros: aparte de que nos considerarán personas talentosas, estaremos bajo protección de las alas del jefe".



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