Los príncipes hippies se casarán hoy
Lejos de la tradición de escándalos de la familia real monegasca, Andrea Casiraghi y Tatiana Santo Domingo oficializan la discreta relación fraguada durante años entre el segundo en la línea sucesoria al trono de Mónaco y la heredera de una de las familias más pudientes de Colombia.
Padres solteros desde el pasado marzo, cuando nació su hijo Sasha, Andrea y Tatiana sellarán hoy, en una reservada ceremonia civil, el amor que descubrieron después de conocerse en 2002 en las aulas del liceo Jeanne d'Arc Saint-Aspais de Fontainebleau, exclusiva localidad aledaña a París.
Andrea, nació en el Principado mediterráneo hace 29 años, pero abandonó ese diminuto Estado junto a su madre, Carolina de Mónaco, y sus hermanos menores, Carlota y Pierre, tras la muerte de su padre.
El segundo marido de Carolina, el empresario italiano Stéfano Casiraghi, perdió la vida en un accidente náutico en 1990, tras siete años de matrimonio con la princesa.
La familia se trasladó entonces a Saint-Rémy-de-Provence, en la Costa Azul francesa, y después a Fontainebleu, lejos de los objetivos de los paparazzi y donde Andrea conoció a la que después sería su novia y la madre de su hijo, tercero en la línea sucesoria en la dinastía Grimaldi.
Después ambos estudiaron en la Universidad Americana, él artes visuales y política internacional en el campus de París y ella bellas artes en el Londres, donde viajó el pasado mes de marzo para dar a luz a su primogénito.
Más allá de el célebre Baile de la Rosa, Andrea Casiraghi se deja ver poco por los fastos monegascos. De él se sabe que heredó de su padre el gusto por los deportes de riesgo, como el paracaidismo, y de su madre el gusto por la filantropía.
Como el resto de los nietos del príncipe Raniero III y Grace Kelly, Andrea no se prodiga en las revistas del corazón y apenas concede entrevistas. Más allá de algún top-less robado en la Toscana italiana y de alguna foto playera del joven en cueros y fumando, a la pareja no se le conocen escándalos.
Incluso resultan timoratas las fotos que han trascendido en Instagram de la despedida de soltera de Tatiana, que celebró una fiesta sobre un barco en aguas monegascas con un grupo de amigas, entre las que estaba Carlota Casiraghi, luciendo embarazo.
Todas con coronas de flores de inspiración hippy, las once invitadas que aparecen en las fotos se engalanaron con vestidos blancos de corte ibicenco y la novia con uno rojo que desteñía también en blanco.
Las fotos pueden interpretarse como un guiño a la línea de la firma de moda Muzungu Sisters, que Tatiana fundó con su amiga Dana Alikhani en 2009, y que se dedica a vender "moda étnica" por internet comercializando "productos artesanales de artistas locales de distintas culturas".
Además, son de las pocas imágenes relacionadas con la boda que se espera se hagan públicas, pues el Principado no tiene previsto difundir foto oficial y se ha pedido a los cerca de 350 invitados que asistirán a la ceremonia que no publiquen instantáneas en Facebook.
Todo ello porque la colombo-brasileña, al igual que su inminente esposo, está abonada a la discreción, a pesar de ser la heredera de una de las familias más ricas y poderosas de Colombia y de desposar a un príncipe heredero.
Tatiana, que nació en Nueva York en 1983, un año antes que su pareja, es hija de la brasileña Vera Rechulski y del empresario Julio Mario Santo Domingo Jr., fallecido de cáncer a los 52 años, en 2009.
Es también nieta del dueño de un conglomerado de empresas entre las que se cuentan la compañía aérea Avianca, la radiotelevisión Caracol, el periódico El Espectador y el operador de telefonía Celumovil.
En 2011, año en el que falleció su abuelo a los 87 años, la revista Forbes estimaba que su fortuna rondaba los 8 mil 400 millones de dólares.
Tatiana, que habla portugués, español, inglés, francés e italiano, se educó entre Ginebra y París, y nunca ha vivido en Colombia, país que visita de vacaciones y en donde su familia posee una isla privada.
En una de sus escasas entrevistas, el año pasado confesó a Vanity Fair que en una década se veía casada, con hijos, muchos perros y un hogar estable. Esa revista, con la que colabora, la designó en 2010 como la mujer más elegante del mundo.
sc