CELAYA

La presa de El Palote se secó. En otra época sus más de 280 hectáreas estuvieron cubiertas de agua, ahora sólo unos charcos sobreviven al rayo del sol.

Incluso, se puede observar el casco de una hacienda construida en 1758. Cuando la presa está a su máximo nivel únicamente se puede apreciar la cruz de la parte superior del edificio.

En los últimos dos años la sequía azotó varias regiones del país y Guanajuato y León no fueron la excepción: sobre su presa más famosa se pintó un panorama desolador.

Aunque no es fundamental para el abasto de agua, decenas de familias encontraron en ella su principal fuente de ingresos.

Fue construida en 1954, con una capacidad de 10 millones de metros cúbicos de agua, y su primer función es ser reguladora de avenidas, la segunda es la de captación y la tercera es la de recreación.

Además de los comerciantes y prestadores de servicios afectados por la sequía, los animales que vivían en ella también han resultado afectados. Algunos murieron, otros con sus alas y patitas cubiertas de fango, caminan kilómetros para conseguir un poco de agua.

El Sistema de Agua Potable y Alcantarillados de León (Sapal) decretó “sequía técnica” en la Presa, porque de acuerdo con sus mediciones está a 2% de su capacidad, y se prevé que en unos días más, no quedará una gota de agua, a consecuencia de las temperaturas de hasta 34 grados centígrados que se registran.

La capilla y muros de lo que fue la ex hacienda El Palote, que hace décadas quedó inundada por los escurrimientos de las lluvias de los cerros y las sierras de Lobos y de Comanja, se aprecia en el corazón del vaso y se ha convertido en atractivo de visitantes que ingresan ahí para fotografiar.

Como una ironía, en la rivera de la presa hay letreros de alerta: “Por tu seguridad no te metas al agua”; las lanchas están varadas en los alrededores del embalse, se acabaron los peces y los negocios de venta de pescado ubicados en las inmediaciones han cerrado.