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Damnificados, entre el agua y la rapiña

Roberto Barboza Corresponsal| El Universal
Sábado 22 de octubre de 2011

NICOLÁS BRAVO

Caminar casi todo el tiempo dentro del agua ha suavizado la piel de los pies de don Eleuterio de Dios de la Cruz, que aunado a la contaminación del líquido le provocaron la aparición de hongos entre los dedos de las extremidades inferiores.

Por eso, lo primero que le ruega a las autoridades que han llegado a visitarlo es que le proporcionen pomada para el “Sabañón”, denominación que los tabasqueños le dan a esa especie de micosis dérmica, que causa picazón y luego llagas.

Casi sin excepción, los habitantes del corredor de las cinco secciones de esta Ranchería del municipio de Paraíso prefieren sobrellevar sus vidas entre la inundación antes que desalojar sus viviendas.

Entre el torrente derramado por el río Cuxcuchapa, niños, adultos y ancianos deambulan entre sus viviendas y patios, junto con gallinas, pavos, patos, perros y cerdos.

“Los rateros no respetan nada”, incluso en lanchas entran a robar en las casas anegadas. Apenas hace tres días en una casa se robaron el colchón, sostiene doña Guadalupe Castillo, quien se mantiene vigilante en su vivienda.

Desde hace una semana los escurrimientos de las más intensas lluvias registradas en la historia, así como el desbordamiento del río Samaria, cauce que recibe el desfogue de mil 500 metros cúbicos por segundo de la presa hidroeléctrica Peñitas, elevó también el nivel de este dren Cuxcuchapa, convertido hoy en incontrolable río.

El torrente desbordado del río Cuxcuchapa expulsó de su vivienda a don Eleuterio de Dios de la Cruz, quien se refugió en casa de su hijo, donde todavía “le queda tierra”, es decir, está a salvo del extenso lago en que se convirtió esta zona del municipio de Paraíso, que se ha juntado con las lagunas de Mecoacán y Pomposú de Jalpa de Méndez.

Don Eleuterio, de 77 años, relata satisfecho que logró “levantar” sus pertenencias antes de que el agua invadiera su pequeña casa, ubicada a la orilla de la carretera vecinal invadida en cinco tramos por el río.

Este viernes, la Cruz Roja tuvo que repartir las cajas de ayuda humanitaria en casa por casa anegada, aunque los voluntarios se tuvieran que mojar, pues los afectados se quedan en sus viviendas para cuidar “los animalitos que nos quedaron y nuestras cositas”, dice don Luis Magaña.

La presidenta del Patronato de la Cruz Roja de Comalcalco, Martha Gutiérrez, quien estuvo al frente de la distribución de las despensas, comenta que la gente de la mayor no sale a los albergues y se quedan en sus viviendas por los robos.



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