“Oímos el último aliento de Ariana por el celular”

TRÁGICO. El martes, seis mujeres que realizaban un inventario murieron atrapadas por el fuego . (Foto: ARCHIVO EL UNIVERSAL )
CULIACÁN Sus padres y dos hermanas, desde el exterior de la tienda departamental envuelta en llamas, escucharon por celular el último aliento de vida de Ariana, antes de que el humo la ahogara hasta causarle la muerte. Ella presintió su muerte. A través del celular pidió ayuda y se mantuvo en comunicación con su padre. Iban a dar las 10 de la noche cuando su voz y ánimo comenzaron a quebrarse; se despidió de su madre y sus hermanas, apagó el teléfono y se refugió en un rincón de la oficina con dos de sus compañeras, donde el fuego terminó con sus vidas. Adán López Muñoz, padre de Ariana López Soto, de 24 años, narra la impotencia que vivió con su familia la noche del martes frente a la sucursal de Coppel. “Fue una madrugada larga, desesperante y llena de impotencia, al ver que el fuego avanzaba y mi hija encerrada junto con cinco compañeras, sin que los bomberos pudieran penetrar”, cuenta. Con el dolor reflejado en el rostro, relata: “Mi hija, vía celular le pidió ayuda a una amiga para salir del inmueble, que estaba bajo llave, con cortinas metálicas bajadas y candados puestos. La amiga avisó a mi hija Lluvia, la cual se trasladó al lugar de los hechos. “A escasos minutos de que inició el fuego, mi familia y las del resto de las empleadas de Coppel nos concentramos cerca del incendio. Ahí todo era llanto, impotencia, desesperación. Veíamos que los cuerpos de auxilio no lograban perforar las cortinas metálicas y el fuego avanzaba. “Por intervalos de varios minutos, por vía celular, le dábamos ánimos y esperanza de ser rescatada junto con sus compañeras, pero, ella, con voz quebrada narraba que en la segunda planta, donde se encontraban atrapadas, se sentía el calor y un olor muy penetrante a humo. “Sus palabras aún me taladran el alma y el corazón, porque ella desde su celular nos pedía ayuda, al sentir que el calor del fuego llegaba al lugar donde se encontraba y el humo comenzaba a invadir los tres pisos del edificio”. Al filo de las 10 de la noche, ella presintió su fin, dice con voz entrecortada Adán López; “pidió hablar con sus hermanas Lluvia, Cinthia Jaqueline y su madre, quienes escuchaban que su voz se apagaba por la densidad del humo tóxico que las envolvía”. Ariana, casi sin aliento, antes de desvanecerse apagó su celular. El hombre recuerda que intentaron volver a comunicarse con ella y ya fue imposible. Adán y su familia se mantuvieron aferrados a su fe, de abrazarla con vida, hasta que los cuerpos de las seis trabajadoras fueron sacados. “La esperanza y el deseo de volver a ver a mi pequeña fue más fuerte conforme pasaban las horas y los bomberos que lograban penetrar a la tienda, en su mayoría, abandonaban el inmueble con signos de intoxicación”, recuerda. Ariana estudió la licenciatura en Administración de Empresas y tenía una carrera ascendente en la cadena de tiendas departamentales Coppel; se encontraba en la antesala para convertirse en gerente. A la joven no le correspondía el área de inventario de ropa y en forma sorpresiva, el martes pasado, le delegaron esa responsabilidad junto con otras cinco empleadas. Ese día comenzó a laborar desde las siete de la mañana, porque estaba doblando turno.





