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PUEBLA

Las calles de Tenancingo son distintas a la de cualquier otra región rural de Tlaxcala. Su población no se dedica de lleno al campo ni habita en viviendas humildes. Desde el anuncio de bienvenida en su entrada principal, el aire es diferente, se respira tensión. Las ostentosas casas de dos y hasta cuatro niveles son visibles de inmediato.

Automóviles de lujo, de marcas como Mustang, Corvette, o camionetas Dodge con vidrios polarizados, recorren las vialidades de adoquín. Charlar con los habitantes es casi imposible, de inmediato perciben a los extraños y parece que alertaran a todos sobre la presencia de foráneos. Los lenones están ahí, se pasean, se detienen al mediodía a comer quesadillas de chicharrón. Es su territorio.

A unos 30 kilómetros al sur de la capital tlaxcalteca, en los límites con Puebla, dos hombres descienden de un Mustang enfiestado a todo volumen con música de reguetón. Su aspecto imponente impide mirarlos de frente, cada uno lleva en el cuello tres cadenas de oro y viste con ropa deportiva de firmas internacionales.

Los policías municipales los miran con la familiaridad que permite el ritmo cotidiano, lo mismo hacen las madres de familia que regresan con sus hijos de la escuela. Es un pueblo vigilado, silenciado. A los minutos, un grupo de estudiantes cuestiona el motivo de la visita, advierte que es mejor retirarse del lugar ante la presencia del Ejército mexicano.

La noche del miércoles, fuerzas federales sitiaron un domicilio en la calle Ayuntamiento, presuntamente en busca de una red de explotación sexual. Se desconocen los resultados, tampoco hay detenidos. Siete soldados permanecen frente a la casa sin nomenclatura; herméticos, piden el retiro de los reporteros. Aseguran que “nunca hubo operativo” y que en Tenancingo “todo está normal”, pese a que el lugar es conocido internacionalmente por este delito.

La trata de personas no se persigue en el país. Apenas seis entidades —Chiapas, Distrito Federal, Nuevo León, Tabasco y Tlaxcala, además de Hidalgo que ayer la aprobó—, tienen legislación sobre la materia. El resto a excepción de Campeche y Tamaulipas tipificaron el delito en sus códigos penales. Sin embargo, sólo 12 estados cuentan con una legislación armonizada con el Protocolo de Palermo.

Organismos civiles ubican a Puebla y Tlaxcala dentro de los cinco principales “corredores” de traslado de personas que son explotadas sexual y laboralmente. Se estima que de 60 municipios que integran el estado de Tlaxcala en al menos 26 se han establecido redes de tratantes.

Estadísticas del Diagnóstico de las Condiciones de Vulnerabilidad que propician la Trata de Personas, elaborado por la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) y el Centro de Estudios e Investigación en Desarrollo y Asistencia Social AC, detectan a Chiapas, Michoacán, Zacatecas, Oaxaca, Querétaro y Puebla —en estricto orden— como las demarcaciones más vulnerables a dicha problemática.

Sin embargo, Tlaxcala ocupa el sexto lugar a nivel nacional en incidencia como consecuencia de la dimensión de la violencia social, así como por un sistema de seguridad y justicia deficiente.

En tanto, Puebla es la quinta entidad con más registro de trata de personas por factores como pobreza y carencias sociales.

De acuerdo con el Segundo Congreso Latinoamericano sobre Trata de Personas realizado en la Universidad Iberoamericana, la franja limítrofe entre Puebla y Tlaxcala es un cinturón fructífero de origen, traslado y destino de personas donde al menos habría hasta 500 testimonios sobre este ilícito.

Secreto a voces

Un hombre mayor, habitante de Tenancingo, dice poco sobre la problemática que aqueja al poblado. “Todos sabemos lo que aquí pasa, vivimos acostumbrados y nadie se mete con nadie”.

Durante el primer semestre de 2010, la Comisión de Derechos Humanos del Estado (CDHE) reportó 40 casos de explotación sexual y laboral en Puebla y Tlaxcala, de los cuales sólo dos se formalizaron como denuncia ante la Procuraduría General de Justicia del Estado (PGJE).

El martes, el rector de la Universidad Iberoamericana, David Fernández Dávalos, expuso que en México cada año 20 mil personas son víctimas de trata y/o explotación sexual, 3 mil de ellas mujeres que son obligadas a ejercer la prostitución.

Sin embargo, Mayra Rojas Rosas, representante de la organización Infancia Común, reveló que en la frontera sur de México se cuentan entre 60 y 70 mil niños en trata laboral o sexual, pero desafortunadamente las estimaciones son imprecisas pues no existe un estudio oficial ya que a las autoridades “no les interesa el tema”.

Helen Le Goff, representante de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), comentó que entre 2005 y 2010, el capítulo México ha asistido a 176 víctimas de trata, 80% de los casos detectados en la frontera sur del país.