BENITO QUEZADA, Chis.— Las lluvias y las inundaciones ahuyentan la tranquilidad y retardan las oportunidades de desarrollo de esta comunidad de Berriozábal, en el centro del estado, pues desde el miércoles pasado resiente los embates del temporal. “Las aguas entierran nuestras tierras y matan las aspiraciones de la gente”, expresó Dionisio Herrera, un agricultor de 40 años, quien es padre de tres hijos.

La casa de este campesino está cerca de uno de los arroyos del río Los Cedros, el principal afluente de este municipio, que hace 15 días inundó y aisló a más de 2 mil 700 personas de 10 poblados. Es mediodía y los remanentes del temporal golpean las casas de barro y láminas de zinc de este ejido habitado por decenas de familias campesinas.

El entrevistadoconfía que el presidente municipal, Hernán Mancilla, les proporcionará ayuda adicional para enfrentar las pérdidas causadas por las inundaciones.

“Larry” les trajo la sal

Las lluvias se adelantaron en la zona, para “carcomernos el trabajo de meses en las tierras de labranza. Las corrientes inundaron los campos, mataron el maicito, el frijolito; también se llevaron las matas de café, la piña y los chayotitos”, relata.

Dice que aún no se acostumbra a las constantes lluvias que han caído en el municipio. Esto sucede prácticamente desde hace cuatro años, cuando el huracán Larry arrasó centenares de hectáreas de cultivo y viviendas, relata. “Desde que Larry nos hundió más en la pobreza, las lluvias son cada vez peor”.