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Huracán Dean: Las ruinas de Mahahual y de Limones

Juan Veledíaz| El Universal
Miércoles 22 de agosto de 2007

FELIPE CARRILLO PUERTO, QR.— “Desde las 11 de la noche el aire se escuchaba feo, chiflaba fuerte, comenzaron a volar los techos de las casas y mucha gente se espantó, la tronidera de láminas no paró hasta las seis de la mañana”, comenta mientras está sentada en una pequeña moto en marcha Yazuri Estrella, una joven de 17 años, quien viaja acompañada de su hermana Yakari por la vía principal de Limones.

Este poblado se localiza 63 kilómetros al sur de esta ciudad donde los daños al paso del huracán fueron considerados como severos en 80% de sus viviendas.

Las chicas detuvieron su marcha en la plaza principal del pueblo, situada a la orilla de la carretera que comunica Chetumal con Felipe Carrillo Puerto. Mientras narran lo que vivieron durante la noche en vela que pasaron con su familia, a unos pasos empleados de la Comisión Federal de Electricidad intentan levantar unos postes derribados.

Hay un árbol como de 30 metros de longitud que fue arrancado de raíz y fue a caer a pocos metros de la comisaría ejidal, muy cerca de donde se derrumbó el domo con toda la estructura metálica del auditorio que servía de cancha de basquetbol y auditorio.

“Se fue la luz desde las nueve de la noche, luego el viento y la lluvia eran tan fuertes que para hablar tenía uno que gritar, en la casa nadie durmió porque no sabíamos qué podía pasar, a muchos vecinos se les voló el techo de sus casas, a otros se les derribó su cerca, los árboles y palmeras salieron volando, la verdad yo nunca había visto algo así”, cuenta por su lado Yakari.

Ayer amaneció esta región del sur de Quintana Roo con vientos que soplaban, según el reporte de la autoridad estatal, a 95 kilómetros por hora. Eran los resabios de las rachas que horas antes, a las cuatro de la mañana, alcanzaron una velocidad máxima de poco más de los 280 kilómetros. Era la orilla del ojo del huracán la que pasó por aquí, porque el núcleo fuerte con más de 300 kilómetros entró a tierra durante la madrugada por Mahahual, una comunidad de playa ubicada a 55 kilómetros al sur de Limones.

SOS del comisariado

Esos vientos que llegaron a 280 kilómetros por hora dañaron 2 mil 500 casas, asegura Arsenio Hoil Canchei, comisario ejidal de Limones, quien no dejaba de pedir auxilio ante la emergencia que representaba tener a buena parte de la comunidad a la intemperie, pues la ayuda era nula hasta el inicio de la tarde.

Una de las razones fue que hasta poco antes del medio día se pudo despejar un poco la vía que va a Chetumal desde Carrillo Puerto, ya que centenares de árboles, palmeras y follaje, derribados por el viento sobre la carretera, impedían transitar a cualquier tipo de vehículo. Cuando la Policía Federal Preventiva autorizó el paso, un convoy de la Cruz Roja salió en dirección a las comunidades al sur del estado para levantar un censo de daños y registrar el tipo de ayuda que se necesitaba.

“Cuando voló el techo nos metimos debajo de la cama”, dice Víctor Camal Silva, de 53 años y padre de 10 niños. “Mi esposa jaló con los más chicos para cubrirse en la casa de la vecina pero todo se nos vino encima, pudimos salir pero vea cómo quedó”, comenta mientras señala los destrozos de su vivienda de madera y lámina a la cual le cayeron palmeras sobre el techo.

Si Limones resultó afectada, varios kilómetros más al sur, donde los vientos del meteoro alcanzaron poco más de los 300 kilómetros por hora, poblados costeros como Xcalak, donde viven cerca de 300 personas, quedaron casi desaparecidos al igual que Punta Herrero, una comunidad de pescadores; ambas habían sido evacuadas por el Ejército en su totalidad.

El mayor núcleo poblacional de la costa era Mahahual, la cual ayer amaneció devastada. Sus poco más de mil habitantes habían salido desde el domingo ante la eventualidad de que la parte más fuerte del huracán envolviera este sitio donde hasta el pasado fin de semana el muelle para yates de lujo y los pequeños locales y hoteles ecológicos hacían de éste un sitio paradisíaco.

A Mahahual —en lengua maya quiere decir lugar de madera dura y pesada— se lo tragó el mar por lo menos 10 metros, lo que hizo que su camino pavimentado reventara para convertirlo en un pedregal inaccesible que abría un panorama de desolación.

Era hasta antes de Dean el único lugar virgen en la Riviera Maya que se salvaba del gran turismo. “Nunca había pasado un huracán”, rememora don Jesús Pérez Quiñones, de 64 años y que preside la organización de taxistas, mientras camina al caer la tarde con su hijo entre las ruinas de Mahahual. “Lo más cercano fue Carmen en septiembre de 1974, ahora habrá que ver si nos ayudan para que este lugar vuelva a ser al menos lo que era antes, no pedimos más”.



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