CULIACÁN, Sin.- La operación Cóndor, implementada en la entidad por el Ejército mexicano hace tres décadas ocasionó que los grandes capos de la época se desplazaran a otras entidades del país, principalmente a Jalisco.

Aquella incursión militar en Sinaloa en 1977, encaminada a la captura de narcotraficantes, erradicar los cultivos ilícitos y restaurar la seguridad pública en el estado, sólo trajo consigo la desaparición de 2 mil pequeños poblados rurales, el desplazamiento de miles de campesinos a las zonas urbanas y la aparición de la cocaína, como droga de mayor rentabilidad.

El actual ombudsman estatal, Óscar Loza Ochoa, un viejo luchador social, sostiene que la operación Cóndor, que comprendió la llegada de unos 2 mil 200 elementos del Ejército a la región de Sinaloa que limita con los estados de Chihuahua y Durango, conocida como el Triángulo Dorado por la alta producción de mariguana y amapola, únicamente propició el desplazamiento de las bandas delictivas a otras entidades del país, preferentemente a Jalisco, donde a partir de 1977 empezaron a sentar sus reales los grandes capos sinaloenses.

Aquel operativo militar en la zona serrana de Sinaloa generó la migración de casi 100 mil personas a las ciudades de Guamúchil, Guasave y Culiacán y, por ende, una enorme presión social por la demanda de lotes con servicios, añade el presidente de la Comisión Estatal de Derechos Humanos (CEDH).

Falta plan integral

El especialista informa así que por ello alertó a su homólogo del estado de Michoacán, Gumersindo García Morelos, para que documente los resultados de las acciones militares que actualmente se despliegan en esa entidad contra el narcotráfico.

Loza Ochoa dice que como en el pasado aquí, los operativos instrumentados en Michoacán adolecen de un plan integrar de combate a la delincuencia organizada ligada al narcotráfico, ya que hay que trabajar en varias pistas:

En actividades de lavado de dinero y de inteligencia, así como en el establecimiento de programas tendientes a generar fuentes de empleo y en prevenir las adicciones y en rehabilitar a las víctimas de éstas.

Generaciones más violentas

El presidente de la CEDH analiza luego que la herencia de aquella incursión militar en Sinaloa, en el siglo pasado, es la violenta presencia de una tercera generación de los viejos gomeros -como se les denominaba a quienes traficaban con el néctar extraído de la amapola-, cuyas disputas por el territorio arrojan actualmente un saldo promedio de más de 500 ejecuciones cada año.

La operación Cóndor, añade el entrevistado, se centró en la destrucción de los plantíos de mariguana y adormidera en el Triángulo Dorado, así como en la persecución de los campesinos, lo cual originó que los habitantes de pequeños poblados de cinco a 20 viviendas, huyeran de esos lugares y buscaran asiento en los centros urbanos de tres grandes ciudades sinaloenses, incluida esta capital.

Luego, también a consecuencia de la incursión militar, el tráfico de la mariguana y la goma de opio fue suplido por una nueva droga con mayor rentabilidad económica: la cocaína. Por ende, el manejo de esta droga es lo que propicia la configuración de los grandes cárteles ya como organizaciones criminales, pues había que trasladar aquélla a fronteras como las de Estados Unidos, continúa Óscar Loza Ochoa.

Lo más lamentable de los saldos obtenidos a partir del año de 1977, cuando se intensifican los operativos de persecución de los narcotraficantes y el intento por eliminar los cultivos ilícitos, es la proliferación entre la población juvenil de estos tiempos de las adicciones a las diversas drogas, sobre todo a la cocaína y a las denominadas duras, advierte el presidente estatal de Derechos Humanos