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La capital del taco de canasta

TEXTOTERESA OJEDA| El Universal
Sábado 28 de enero de 2006
Este antojito es el sustento de media población de San Vicente Xiloxochitla, Tlaxcala, que en los años 50 tuvo su primera generación de taqueros

TLAXCALA, Tlax.- La escasez de empleos dio origen a una actividad que se ha convertido en el sustento económico de más de la mitad de los pobladores de San Vicente Xiloxochitla, lugar conocido en los alrededores como la capital del taco de canasta.

Todos los días se ven desfilar entre las 7 y 8 de la mañana a decenas de taqueros que utilizan como medio de trasporte su bicicleta para llegar a sus puntos de venta en los municipios cercanos.

Salen cargados de una canasta repleta de tacos doblados (entre 250 y 400) que invariablemente son cubiertos de un hule azul para que conserven su calor, y a los costados llevan dos frascos de salsas, roja y verde.

Algunos durante su trayecto van vendiendo, pues obreros, estudiantes o empleados los encuentran en su camino y aprovechan para desayunar.

Otros taqueros que no encontraron un espacio de venta en Tlaxcala se van en camionetas o en trasporte público a lugares más retirados como el Distrito Federal, Puebla e Hidalgo, pero no olvidan sus instrumentos de trabajo (bicicleta, canasta, frascos y un hule azul), incluso éstos viajan al iniciar la semana y residen en esos lugares, pero el viernes o sábado se regresan.

San Vicente Xiloxochitla pertenece al municipio de Nativitas que se ubica al sur del estado; en los años 50 tuvo su primera generación de taqueros, refiere el presidente de la comunidad Vicente Sánchez Romero, quien estima que 50% de esa población, de 5 mil habitantes, se dedica a vender tacos

de canasta.

"Aquí la mayoría somos taqueros, porque el campo ya no deja y las fábricas pagan muy poco. Me acuerdo que fue por 1954 cuando se empezó a ver a varios taqueros; primero fueron unos 20 y después se fue incrementando el número, ahora la mitad del pueblo se dedica a esto para sostener a sus familias", refiere Sánchez Romero.

La feria del taco de canasta

Por la popularidad que lograron los tacos de canasta de San Vicente, la población decidió organizar una feria del taco que se realiza en el primer fin de semana de diciembre; la intensión es compartir con amigos y visitantes el sabor y tradición de este alimento hecho con pequeñas tortillas sazonadas en aceite y rellenas de frijol, papa y chicharrón, pero para ofrecer más variedad, algunos también hacen de pipián y mole.

Previo al día de la feria del taco, el pueblo nombra una comisión que se encarga de hacer más de 3 mil taquitos que se regalan en la plazuela de la comunidad a todos los que ese día acuden al evento que es acompañado de cuetes, una misa de gracias, juegos mecánicos y baile.

Ser taquero es un oficio que no es muy reconocido, pero permite cubrir las necesidades básicas de una familia y "hacerse de algunas cosas", sostiene Alfredo Méndez Hernández, de 22 años de edad y que desde hace siete años se dedica a esa actividad, con la que logró construir su vivienda.

"Al principio no quise vender aquí porque quería salir; me fui a la ciudad de México con un tío que ya tiene su lugar en la calle de Ejercito Nacional y se pone en la esquina del Hospital Central Militar, pero como me casé me regresé a San Vicente", recuerda el joven hombre que tras haber terminado su jornada luce cansado.

Ahora vende afuera de la clínica 8 del IMSS, pues casi enfrente de ésta se encuentra la parada del trasporte público y la Unidad de Servicios Educativos de Tlaxcala (USET), lugares de paso de peatones.

"Desde que era chico acompañaba a papá a vender y después me compré mi propia bici y mi canasta, porque vi que a mi hermano le iba bien; además yo ya no pude estudiar y cuando busqué otros trabajos no me gustaron", recuerda el taquero Alfredo Méndez Hernández, quien logró terminar la secundaria y que mantiene dos hijos de 1 y 3 años de edad.

Alfredo Méndez menciona que en ese lugar vende a diario 250 tacos, en órdenes de seis por 10 pesos, pero en la ciudad de México lograba acabar una canasta de 500, aunque reconoce que en ocasiones no logra vender toda su ración.

"Esto es variable: cuando uno sale con suerte vendes todo, pero en ocasiones te regresas con una parte, que es muy pocas veces, porque desde que uno sale se encuentra a la gente que va a trabajar a las fábricas, la que va al campo o a los que van a la escuela, y de regreso, igual", expresa.

Actividad familiar

Las esposas de los taqueros son quienes se encargan de hacer el relleno de los taquitos así como las salsas, tarea que realizan con un día de anticipación.

"Mi esposa empieza a hacer los frijoles y a hervir las papas en las mañanas; en la tarde fríe y prepara; al otro día se levanta a las seis de la mañana, hace los tacos y al final les echa el aceite caliente en la canasta", asegura Alfredo Méndez.

El trabajo de él es envolver de manera precisa la canasta con el hule para que los tacos se conserven calientitos, cargarla en su bicicleta y hacer una hora de camino para llegar de San Vicente a la capital de Tlaxcala y vender toda su carga.

En ocasiones, los hijos también cooperan en la elaboración de las salsas y la hechura de los taquitos, como es el caso de Pablo Montalvo Meneses, de 32 años y que desde hace 14 años ha vendido tacos en lugares como Puebla, Cholula, Apizaco y Nativitas.

Aunque su jornada es agotadora, pues enfrenta el frío matutino y el rayo del sol a su regreso, Pablo Montalvo asegura: "Este trabajo es mejor que tener un patrón, porque todos los trabajos están mal pagados y aquí saca uno para vivir".

En su familia cuatro personas, dos cuñados y un hermano mayor que él se dedican a vender tacos; sus hijas de 12 y 9 años ayudan a hacerlos a su esposa, mientras que su hijo menor colabora en colocar la canasta en la bicicleta.

Lugares de venta

Hace cuatro décadas los lugares donde los pobladores de San Vicente vendían los tacos de canasta eran cercanos y con mayor afluencia de gente como mercados, salidas de fábricas, escuelas y oficinas de los municipios más importantes de Tlaxcala como Nativitas, Calpulalpan, Apizaco, Chiautempan y Panotla, entre otros tantos.

Conforme creció esa actividad económica en el poblado, los puntos comerciales se fueron diversificando y llegaron a Cholula, San Martín Texmelucan y Puebla, incluso se van a la ciudad de México e Hidalgo.



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