Tragedia de 1993: lección para construir red de canales pluviales
TIJUANA, BC.- El desastre provocado por las lluvias del 5 de enero de 1993, cuando en pocas horas el Niño trajo el agua de todo un año, está casi borrado de la mente de los tijuanenses. Sólo los deudos recuerdan a sus muertos, y la autoridad no ha olvidado una importante lección: que no se puede confiar en los pronósticos. Más de 110 personas fallecieron sepultadas por aludes de lodo de cerros cercanos, ahogadas en sus viviendas o arrastradas por la corriente que las arrancó de sus hogares y hasta en sus vehículos. El problema fue la falta de infraestructura pluvial, y los cortes indebidos de tierra. Los servicios meteorológicos habían pronosticado una temporada de lluvias más copiosa que de costumbre, pero las seis pulgadas o 300 milímetros de agua que cayeron en un solo día sorprendieron a la población y autoridades, y el resultado fue la tragedia. El entonces alcalde de Tijuana, Héctor Osuna Jaime, actual senador panista por Baja California, se negaba a solicitar apoyo de las autoridades estatales y federales. Y casi un mes después, aceptó la intervención del Ejército, con la puesta en marcha del Plan DN-III. De acuerdo con los valores aceptados por el Centro Nacional de Desastres, el umbral de tolerancia de lluvias para Tijuana es de 38 milímetros para un mes, cantidad casi 10 veces menor a lo que cayó ese año en menos de 24 horas. La ciudad quedó casi paralizada. Tuvieron que pasar varios meses para que la actividad volviera a la normalidad, principalmente en las zonas más afectadas donde familias enteras murieron como en las colonias México Lindo, Gabilondo y Grupo México -hoy Cañada Verde-, de las delegaciones La Presa y La Mesa. Tras la tragedia se acordó la construcción de una red de canales pluviales que, sin embargo, no fueron suficientes para evitar que una situación similar se viviera en el año 1998, aunque de menor magnitud. Una decena de muertes se lamentaron por la falta de desagües que condujeran el agua de lluvia, deslaves de cerro y taponamiento de cauces en asentamientos humanos ubicados en zonas de riesgo. Para evitar que la situación se repitiera, se continuó con la creación de infraestructura pluvial y se instalaron los consejos estatal y municipal de Protección Civil que se coordinan para actuar a tiempo en caso de emergencia. El fraccionamiento El Niño -que debe su nombre al fenómeno meteorológico- fue creado para reubicar a las familias que vivían en las zonas inundadas, pero las autoridades no pudieron evitar que dichas áreas volvieran a ocuparse por recién llegados a la ciudad.