El grupo de sicarios del cártel del Golfo conocido como Los Zetas , ex militares a sueldo, es el encargado de mantener el control de Tamaulipas ante los embates de otras organizaciones criminales que buscan apoderarse del territorio, que es clave para el trasiego de droga hacia Estados Unidos.

La Procuraduría General de la República (PGR) ha identificado ya a 31 de ellos. La mayoría perteneció al Grupo Aeromóvil de Fuerzas Especiales (GAFES) y su entrenamiento fue capitalizado por Osiel Cárdenas para sostener su organización.

Los Zetas son señalados como responsables de los secuestros y ejecuciones de los últimos cinco años en la zona fronteriza, en contra de miembros de organizaciones rivales del cártel del Golfo, como Los Chachos y Los Texanos , o de grupos mayores como el cártel de Juárez.

El nombre de Los Zetas , tomado de las claves policiacas relacionadas con hechos de violencia, se tiene registrado aquí como sinónimo de muerte.

Los sicarios de este grupo tienen la misión de acabar con los últimos reductos de la banda de Dionisio Román García, conocida aquí como Los Chachos , con la intromisión de las células del cártel de Juárez y cualquier otro que intente penetrar esta plaza.

Las autoridades los consideran sujetos de alta peligrosidad. Prueba de ello son las más recientes ejecuciones perpetradas por estos sicarios: la desaparición y asesinato en diciembre del 2002 de Norma Elsa Castillo Pinal, Eduardo Díaz Reyes, Gustavo Garza y Juan Remy Ortega, elementos de la Agencia Federal de Investigación (AFI).

En meses pasados también fueron responsables de la muerte de Edelio López Falcón, un narcotraficante que se convirtió en los dos últimos años en uno de los principales rivales de Osiel Cárdenas, ultimado en un restaurante en Guadalajara, y quien en 1999 fue víctima de un atentado de este mismo grupo en Nuevo León.

Una de las últimas operaciones que efectuaron fue la ejecución de nueve personas en Nuevo Laredo, Tamaulipas, el 9 de abril pasado, en un ajuste de cuentas del cártel del Golfo.

De hecho, dada la impunidad con la que han actuado, la PGR sospecha de la colusión de la policía municipal y de funcionarios menores del fuero federal con ese grupo de sicarios.

Una de las primeras pistas fue la detección de una red de intercepción de comunicaciones telefónicas, con las que presuntamente se efectuaban labores de espionaje en las principales oficinas gubernamentales de Nuevo Laredo.

Los encargados de operar el sistema eran Los Zetas , quienes en el número 2009 de la calle de Mina, en el sector Centro de esa ciudad, tenían su centro de espionaje, donde la PGR encontró un block de nómina de sueldos con 182 nombres de personas, a las que presuntamente el cártel del Golfo entregaba dinero.

Estas fueron las primeras pistas que condujeron a la destitución de 198 policías municipales, que desde el pasado viernes se encuentran bajo investigación, después del enfrentamiento entre narcotraficantes y agentes federales.

Sin embargo, ahora Los Zetas enfrentan a un grupo rival similar o más sanguinario: Los Negros , punta de lanza de la célula del cártel de Juárez que dirige Joaquín El Chapo Guzmán, venidos desde Sinaloa para tratar de apoderarse de esta plaza.

Informes de la Procuraduría General de la República (PGR) señalan que ambos grupos son la expresión violenta de las pugnas que mantienen los cárteles del Golfo y de Juárez por el control del trasiego de drogas en esta frontera.

Ambos grupos cuentan con armamento moderno para sostener enfrentamientos tan violentos como el ocurrido la madrugada del pasado viernes en esta ciudad, cuando presuntamente ambos grupos participaron en un tiroteo y hubo tres muertos y seis heridos-detenidos, además del arresto de un fiscal federal y uno de sus familiares.

Los Zetas prefieren el empleo de tácticas y estrategias militares para actuar, al grado de que cuando lo hacen casi siempre han ido disfrazados de militares. Por el contrario, Los Negros prefieren aparecer como policías y para lo cual usan ropa y botas negras, de ahí su apodo.