CHALCO, Méx. Sólo quedó la fetidez y las inmundicias que dejaron más de 350 presos en el penal de "Chalco Viejo", cárcel que este mes dejó de operar, luego de casi 200 años de servir como sitio de confinamiento para delincuentes de todo tipo.

Desde el ladrón común, ex presidentes municipales acusados de peculado y, últimamente, hasta una mujer procesada por secuestro y homicidio fueron parte de los "personajes" que albergó desde 1824 esta improvisada cárcel, que, al igual que muchas del estado de México, fueron habilitadas en construcciones aledañas a los palacios municipales o en edificios que no fueron construidos como penales, señalaron funcionarios de la Dirección General de Prevención y Readaptación Social del estado de México.

El lunes 9 de abril salió el último preso de "Chalco-Viejo", rumbo al moderno Centro de Prevención y Readaptación Social de Huitzilzingo, en este mismo municipio.

Aquí quedó la fetidez y suciedad, como muestra del hacinamiento en el que vivieron un promedio de 350 reclusos, en galeras en las que se llegaron a "amontonar" hasta 150 internos, reconocieron custodios.

"Teníamos que estar hechos bola", conviviendo con ratas y cucarachas, situación que se agudizaba los días de visita, pues "comíamos todos amontonados en el patio".

"Era incómodo dormir varios en una sola cama", hasta tres en un solo colchón e incluso en el suelo, quedó de manifiesto en la lluvia de relatos de los presos.

Antes, sólo tres mingitorios por galera, dormitorios para entre 70 y 150 presos en sitios poco ventilados, en los que no es difícil pensar que la visita íntima que se realizaba en tres cuartos era un privilegio.

Ahora en Huitzilzingo que, con sus 13 hectáreas, quedó atrás el hacinamiento en el que vivieron 350 presos.

Las nuevas celdas son sólo para tres presos, que en el mismo sitio cuentan con lavabo y baño, así como amplios comedores, en un lugar rodeado de jardines, con aulas para estudiar y talleres de producción. Evangelina Lara Alcántara directora de Prevención y Readaptación Social señaló que Huitzilzingo es sólo uno de los seis penales que se planean construir durante el sexenio del gobernador Arturo Montiel Rojas.

El objetivo es la infuncionalidad con la que operan varios de los 20 penales del estado de México, como Sultepec, cárcel cuya construcción data del siglo XVI, o los viejos penales de Tenango, Tenancingo, El Oro y Otumba.

Para ello, Lara Alcántara señaló la ciudad penitenciaria que se construye en Otumba, con capacidad para 3 mil presos, además de los proyectos de los centros de Readaptación Social de Tenango, Lerma, Cuautitlán y Zumpango, que se proponen realizar durante los próximos años.

El estado de México tiene una población penitenciaria de 9 mil 700 presos 5 por ciento de ellos son mujeres, que distribuidos en los 20 centros de Readaptación Social de esta entidad.