Uso indiscriminado de
. (Foto: JORGE SOLÍS/El Universal )
VILLA GUERRERO, Méx. A pesar de causar intoxicación, cáncer, malformaciones, daños al hígado y problemas en la sangre, en México existe un uso indiscriminado de agroquímicos que anualmente supera los 53 millones de kilogramos. De éstos, 90 por ciento van a dar a los mantos freáticos, contaminando el agua y el aire. La lucha por conservar la producción de flores, que implica invertir un promedio de 400 mil pesos por hectárea, ha llevado a cientos de productores a arriesgar su vida y la de sus trabajadores, utilizando agroquímicos prohibidos por sus compuestos altamente tóxicos, que se expenden sin control alguno en cualquier tienda del corredor florícola del estado de México, integrado por los municipios de Tenancingo, Villa Guerrero, Ixtapan de la Sal, Tonatico, Zumpahuacan y Malinalco, donde más de 2 mil 500 hectáreas se dedican a la siembra de flores. El estado de México es el principal productor y exportador de flores del país. En 1999 generó 55 millones de dólares, por la venta de flor en el extranjero, especialmente en Estados Unidos. Y da empleo a más de 75 mil familias, de las cuales, muy pocas usan equipo cuando aplican los químicos a las plantas. Varios países, sobre todo de primer mundo, han prohibido el uso de diversos agroquímicos considerados como peligrosos. Pero éstos son ofrecidos a bajo precio en otras regiones, para evitar pérdidas millonarias a grandes empresas que se niegan a deshacerse de estos compuestos. De acuerdo con cifras oficiales, tan sólo en 1999 se registraron en México 4 mil 736 intoxicaciones y 15 muertes. De las intoxicaciones, 146 ocurrieron en el estado de México, específicamente en el municipio de Villa guerrero, donde se produce 60 por ciento del total de flores del país. En Culiacán, Sinaloa, por ejemplo, cada dos o tres semanas se atienden pacientes con anemia aplástica (enfermedad de la sangre producida por plaguicidas), la que anualmente alcanza de 12 a 15 casos; también se han presentado padecimientos como leucemia y defectos físicos en niños recién nacidos, entre otros males. La mayoría de personas envenenada por plaguicidas son jóvenes y niños. En Chiapas también se han reportado casos de anemia aplástica y crónicas pulmonares, luego de que en 1979 usaron agroquímicos para combatir el dengue y la mosca del mediterráneo. En el municipio de Villa Guerrero, estado de México, 80 por ciento de los habitantes expuestos, de manera directa, al uso de agroquímicos presenta residuos en la orina. Existen casos de malformaciones, cáncer y daño hepático que, a pesar de ser relacionados con el uso de los agroquímicos, no han sido comprobados científicamente, pues las autoridades estatales y federales tienen en el olvido a esta zona y no existen programas especiales, para conocer la situación que priva en la región. Investigaciones universitarias establecen que, en la zona, hay mayor tasa de mutación y un ciclo celular retardado, entre quienes están expuestos al uso de agroquímicos. Sin embargo, estos estudios, que están a punto de llegar a conclusiones y de recomendar alternativas viables, para evitar daños al ecosistema y a los habitantes, se encuentran en el olvido, archivadas y sin intenciones de ser aplicadas por el gobierno. En tanto, la producción de agroquímicos se ha convertido en el país en un negocio ampliamente lucrativo, por la fabricación de productos prohibidos, de manera clandestina, que abarrotan las tiendas de las zonas florícolas, aprovechando la ignorancia y el deseo de miles de floricultores de salir adelante y no perder la millonaria inversión que hacen. Una carta fechada el 4 de abril de 2000, recibida en Los Pinos, firmada por el ciudadano Gilberto López Morales, quien por años distribuyó agroquímicos en la zona de Tenancingo y Villa Guerrero, establece que éstos circulan por todo el país sin control alguno, revueltos con medicamentos, alimentos y materias primas; incluso, con desconocimiento de la peligrosidad de lo que se transporta. El traslado lo contrata la empresa, como productos del campo, cuando en realidad se trata de diversas cantidades de materiales con distintos grados de toxicidad, como lo demuestran las facturas que obran en poder de EL UNIVERSAL, expedidas por Transportes Car-MexPil, SA de CV. También refiere que es común que los agricultores excedan los límites de tolerancia, marcados en los productos y, como ejemplo, menciona el caso del producto denominado Metomilo, utilizado en cultivos de fresa, tomate y jitomate, inclusive dos días antes de la cosecha, cuando la indicación es de por lo menos 25 días. Productos como Cipermetrina se comercializan con nombres diversos, como Talcord 340, Cyopervel y Call, entre otros, y son utilizados entre seis y ocho veces en cada cultivo; se hallan productos con etiquetas que no reúnen todos los requisitos, como ocurre con algunos que produce Internacional Química del Cobre, Ingeniería Industrial y Agrevo. Por ejemplo, cita que la empresa Novartis Agro produjo más de 20 mil litros del producto denominado Saprol, y permitió su venta sin etiquetas comerciales, sin instrucciones de uso y sin registro de caducidad. También denuncia que la empresa Novartis recomienda a productores de durazno, que apliquen su producto Nuvacron para controlar a los pájaros, ya que al ser consumido hace que la aves mueran en pleno vuelo. Y empresas como Transquímicas ofrece mezclas de insecticidas como el Agropull. Otra anomalía más que menciona, es la existencia de corrupción en la asociación AMIF, AC, la cual realizó un dictamen a sus establecimientos, y determinó que debían clausurarse, porque no contaban con las medidas de seguridad indispensables; exigiéndoles que se inscribieran a esta organización por 6 mil pesos, lo cual le permitía trabajar, sin tener que modificar las condiciones de establecimiento, al menos durante los tres años siguientes. Por ello, un grupo de investigadoras de la Facultad de Química de la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEM) realiza una serie de investigaciones con el fin de determinar qué afectaciones ha originado, y para proponer una solución, ya que dicen es evidente que la gente no dejará de usar agroquímicos ni de trabajar en la floricultura. La maestra Julieta Castillo Cadena refiere que, en el primer trabajo, realizaron en la zona florícola, encontraron que la gente de estas comunidades tiene una mayor tasa de mutación, un ciclo celular retardado y una capacidad de persuasión de las células muy disminuida. Por esta razón, decidieron llevar un seguimiento de los casos de alteraciones genéticas, existentes en la zona y estudiar todas las posibles causas para determinar si los agroquímicos son los causantes de estos problemas. Explicó que para ello compara la zona con una región urbana alejada de la zona florícola, como es el caso de Toluca, con el fin de poder determinar en tres años cuál es la causa, ya que éstas pueden obedecer a factores genéticos, es decir, heredados; que los cromosomas estén alterados o puedan ser malformaciones de tipo multifactorial, las cuales se presentan cuando los individuos tienen una disposición genética, pero necesitan un factor desencadenante, como podría ser el uso o exposición a agroquímicos. Esta parte de la investigación lleva año y medio, y en este lapso han sabido de diversas malformaciones en personas de la zona, a quienes se les hace un seguimiento tanto de sus hábitos, su grado de nutrición y vicios, como el alcoholismo que es un factor de problemas congénitos. Para la investigación no sólo cuentan las personas que están expuestas, de manera directa a los agroquímicos, sino toda la población, ya que está comprobado que sólo 10 por ciento del producto se queda en la planta y el restante 90 por ciento se va al aire, a los mantos freáticos y al agua de consumo. Y aunque ese 90 por ciento se diluye en el ambiente, agrega, existen agroquímicos como los organoclorados DDT, que pueden estar en el ambiente hasta por 20 años. Los carbámicos se degradan en días, los compuestos persisten más y algunos, al momento de ser degradados, forman compuestos más tóxicos que la molécula original, como ocurre con el Paraxon. Los residuos de plaguicidas contaminan suelos, alimentos y aire, aun en pequeñas concentraciones, parte de éstos persiste en el ambiente, después de ejercer su acción biológica, otro tanto es arrastrado, principalmente cuando los vientos son fuertes y las temperaturas altas; los polvos se dispersan más en el ambiente que los líquidos. Por ejemplo, el uso de DDT a 75 por ciento en Cuba posee una eficiencia mínima de 57 por ciento , es decir, que 43 por ciento de la dosis de DDT contamina las áreas cercanas, refiere en su tesis de maestría Castillo Cadena. Considera que de cada hectárea tratada con DDT, al año pueden pasar nueve kilogramos al aire, y que en países como Brasil y México se ha comprobado que algunas especies acuáticas, que se alimentan en el lodo del fondo de los ríos, presentan concentraciones de DDT 10 veces mayores a las que se alimentan cerca de la superficie. En entrevista, la química explicó que los habitantes tienen varias formas de ingresar compuestos al organismo, a través de la vía oral, de la piel o por medio de la respiración. Sin embargo, el cuerpo necesita determinada cantidad, para que el producto surta sus efectos y, en el caso de los ligeramente tóxicos, es necesario tener grandes cantidades, pero cuando son altamente tóxicos, con pequeñas cantidades se surte el efecto. ?El problema de estas comunidades es que utilizan varios compuestos extremadamente tóxicos... hay productos prohibidos en varios puntos del mundo y en México se utilizan... no hay ninguna normatividad que le diga al expendedor esto no lo vendas, como ocurre con los productos médicos que tienen de por medio una receta para controlar el uso y las cantidades de productos peligrosos.? Sin embargo, en estos municipios todo funciona a través de recomendaciones del vecino o del compadre; así, los floricultores realizan mezclas de fungicidas con herbicidas, productos ligeramente tóxicos con altamente tóxicos que pueden desencadenar reacciones aún desconocidas. Tampoco cuentan con equipo de protección ni respetan los tiempos marcados para corte y aplicación. En la tesis de grado antes citada, se establece que los efectos a la salud por plaguicidas pueden ser agudos o crónicos. Los primeros suceden en seguida, al cabo de unos minutos u horas de la exposición, y pueden ser locales como son irritación y problemas en la piel o sistémicos, como es envenenamiento, ya que al ingresar al cuerpo afecta al corazón, ojos, pulmones, estómago, riñones, hígado, músculos, cerebro y sistema nervioso. La toxicidad crónica se da cuando los efectos del envenenamiento demoran en presentarse varios meses o años, después de la exposición prolongada, ocasionando cáncer, lesiones cerebrales, al sistema nervioso, al hígado, defectos al nacimiento, abortos espontáneos, muerte del feto y esterilidad, pues algunos plaguicidas organoclorados provocan daño testicular, situación que puede ser reversible, dependiendo del tiempo de exposición. También refiere que, según estudios de una organización suiza, el uso del galecrón el cual causa cáncer en cultivos de algodón en México, supera la dosis permitida por la Organización Mundial de la Salud y que se vuelven resistentes a las plagas. Por ejemplo, en Chiapas, 75 por ciento de la muestra estudiada hace años mostraba concentraciones de galecrón por arriba del límite tolerable. La maestra Araceli Amaya dijo que los resultados de una investigación, realizada en esta zona, revelan que debido a la alta exposición, 80 por ciento de las personas expuestas al uso de agroquímicos presenta residuos de éstos en la orina, lo cual indica que parte de los residuos que entran al cuerpo son desechados por el mismo organismo. Esto además de controlar el uso de químicos, para que no contaminen el ecosistema y sobre todo los prohibidos en otros países, donde se ha demostrado los daños que causan a la salud, ya que aproximadamente 23 productos prohibidos o retirados en países como Estados Unidos, Austria, Bélgica, Colombia, Finlandia, Guatemala, España, Alemania, Israel, Ecuador y Argentina, entre otros, siguen utilizándose en México. Y es que en aquellos países están restringidos más de 40 productos que todavía se expenden en los corredores florícolas y zonas algodoneras. En la zona mexiquense se usan desde productos ligeros hasta los altamente tóxicos como son el Herald, Lannate Lv, Tamarón y los extremadamente tóxicos como el Temik y Furadon, además de otros 19 fertilizantes e insecticidas de ligera y mediana toxicidad.
Ventas sin control
Los expendedores de agroquímicos aceptan vender productos prohibidos, altamente tóxicos y recibirlos en camionetas de redilas, al lado de alimentos y sin precaución.
Intoxicaciones y contaminación
Un asunto que ha preocupado, en los últimos años, a los investigadores universitarios es la salud de los habitantes y la no alteración del ecosistema.
Las alternativas
Siguiendo con esta lógica, se podría pensar que todas las personas expuestas al uso de agroquímicos y, prácticamente toda la región, tienen problemas de salud; sin embargo, la realidad muestra algo diferente que lleva a los investigadores a establecer la teoría de que existe un proceso de adaptación de las personas a ese ambiente; no obstante, esto requiere un estudio muy profundo y a largo plazo Castillo Cadena subrayó que es evidente que la gente de esta región no va a dejar esta actividad, la cual da de comer a miles de habitantes. ?El propósito es buscar una alternativa de protección para la comunidad, una de ellas es probar el efecto protector de la vitamina C, o el efecto de insertar plantas conocidas como el tule en los cuerpos de agua, para que logre reducir el efecto tóxico de los agroquímicos.