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Migrantes recorren rutas más peligrosas

Roselia Cha’ca /Quadratín| El Universal
04:20Jueves 29 de enero de 2015
Un indocumentado centroamericano recibe curaciones en sus pies ampollados durante su estancia en el

AYUDA. Un indocumentado centroamericano recibe curaciones en sus pies ampollados durante su estancia en el Centro de Ayuda Humanitaria a Migrantes en Chahuites, una extensión del refugio Hermanos en el Camino, el cual fue fundado por el padre Alejandro Solalinde Guerra, en Ciudad Ixtepec. (Foto: ROSELIA CHA'CA. QUADRATÍN )

El aumento de operativos del Programa Frontera Sur, puesto en marcha desde julio de 2014, ha propiciado que centroamericanos busquen alternativas para evitar a La Bestia e intentar llegar a EU, lo que deriva en un incremento de extorsiones y secuestros, según indocumentados y organizaciones civiles

Chahuites.- El fuego de una pequeña fogata en medio del monte aminora el frío que arropa la planicie de la zona oriente del Istmo de Tehuantepec, entre los límites de Chiapas y Oaxaca. Seis migrantes la rodean, para no caer en sueño profundo platican de todo. Unos se levantan de vez en cuando para hacerla de vigías; los uniformados siempre los “cazan” por las noches y los asaltantes durante el día, estar siempre alertas los mantiene con vida y así logran avanzar en el camino.

Elsiva y Miguel Ángel, el primero hondureño y el segundo salvadoreño, se encuentran con cuatro migrantes más en Arriaga, Chiapas; dos mujeres y dos hombres. Juntos, se internan en el territorio oaxaqueño la noche del miércoles 21 de enero.

El Programa Frontera Sur, que comprende el aumento de los operativos gubernamentales, entre otras medidas, los obliga a rodear Arriaga y caminar alrededor de 13 horas siguiendo las vías del tren hasta el territorio de Chahuites, el primer municipio de Oaxaca que colinda con el estado de Chiapas.

La medianoche los alcanza a la mitad del camino. Unas cegadoras luces de grandes lámparas brincan entre los arbustos, las vías del ferrocarril y por las veredas; Elsiva y Miguel Ángel saben que la “cacería” por parte de los elementos del Instituto Nacional de Migración (INM) comenzó.

Todos reaccionan, se tiran al suelo por instinto, se protegen del operativo. Permanecen inmóviles por más de media hora, piden a todos los santos no ser encontrados. Se levantan despacio y en cuclillas permanecen media hora más. Escuchan las camionetas a lo lejos; vencen el primer obstáculo, por ahora.

Los primeros latigazos del picante sol del Istmo los agarra cansados alrededor de la fogata humeante; a otros, el hambre los despierta durante la madrugada. Buscan agua en un charco estancado. Embotellan el líquido café y con la flama de un encendedor —a una distancia prudente de la botella— logran hervirla; preparan café.

Animados, vuelven a caminar. De repente, en lo alto de un pequeño montículo entre arbustos secos, ya casi cerca de Chahuites, sale al paso un hombre armado con una escopeta, quien tiene toda la facha de ser un ranchero. Les pregunta quiénes y cuántos son, así como cuál es su destino.

Elsiva y Miguel Ángel, los adelantados en pasos, evadieron las preguntas e intentaron caminar rápido, pero no pudieron, la escopeta los frenó. Seis eran suficientes para el asalto del día con una escopeta de caza. El solitario “ranchero” los internó hacia el monte, los desnudó y los tiró al suelo. Habían caído.

Cuatro puntos peligrosos

Completamente desmoralizados, sin mochilas, ni dinero, los seis centroamericanos llegan el jueves 22 de enero al albergue Centro de Ayuda Humanitaria a Migrantes en Chahuites, esa extensión del refugio Hermanos en el Camino, que fundó el padre Alejandro Solalinde Guerra, en Ciudad Ixtepec.

Armando Mejía, responsable del albergue, en donde trabaja como voluntario, los recibió y escuchó los detalles del asalto y lo registró en los archivos. La descripción del asaltante coincide en características con otros asaltos denunciados por otros indocumentados y registrados en la zona de Arriaga-Chahuites-Tapanatepec.

Los seis migrantes asaltados recibieron atención en el recién creado albergue en este municipio, así como comida, curaciones en los pies ampollados y una colchoneta donde dormir.

“Aquí reciben atención médica, también atención legal y jurídica, si así se requiere, y, por supuesto, las tres comidas del día. El albergue se mantiene con las donaciones de ciudadanos. En este lugar, algunos migrantes duran hasta tres días, dependiendo de sus heridas. De aquí continúan el peligroso camino”, explica Armando Mejía.

En lo que va de 2015, indica el joven activista, el refugio ha interpuesto ante la Fiscalía Especializada en Atención al Migrante en Chahuites, adscrita a la Procuraduría General de Justicia del Estado (PGJE), 15 denuncias por asalto, golpes y vejaciones a indocumentados entre los límites de Chiapas y Oaxaca por un grupo de asaltantes o pistoleros, todos con las mismas características físicas.

“Las denuncias que recibimos constantemente de personas asaltadas se da por la zona de Los Corazones, agencia de Tapanatepec o delante de Chahuites. Las descripciones coinciden: se trata de rancheros que cargan escopetas y machetes, amenazan a los migrantes, los desnudan, los tiran al suelo y se llevan todas sus pertenencias”, señala.

Se duplican crímenes

De cada 20 personas que llegan al albergue 15 son asaltados en el tramo Arriaga-Chahuites. En lo que va de enero de 2015 se duplicó el número de migrantes que llegan caminando al refugio a descansar y ser atendidos por la heridas, ya sea por los golpes de los asaltantes, por caminar mucho o por los rayones en el cuerpo, causados por los arbustos espinosos mientras se esconden de las autoridades del Instituto Nacional de Migración (INM).

El Centro de Ayuda Humanitaria a Migrantes en Chahuites tiene registrado al menos cuatro puntos peligrosos en la zona, entre ellos están Los Corazones y La Chatarrera. Desde la implementación del Programa Frontera Sur, algunos centroamericanos optan por atravesar Chiapas y Oaxaca por la vía terrestre, pero otros, los que cuentan con algunos recursos, indicó el responsable del refugio, utilizan otras alternativas de movilización, como el mar.

Elsiva Orlin Pineda, de 24 años de edad, originario de La Ceiba, Honduras, y Miguel Ángel Méndez, de 40 años, oriundo de El Salvador, intentaron utilizar la ruta marítima, por lo que caminaron por la parte costera en el Pacífico chiapaneco, pero los traficantes les cobraban 250 dólares a cada uno por pasarlos de Puerto Madero, Chiapas, a Salina Cruz, Oaxaca.

Así que la falta de dinero los obligó a caminar siguiendo la ruta del tren, donde el peligro los acecha en cada paso.

Vulnerabilidad en aumento

En 2014, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) presentó el informe denominado Derechos Humanos de los migrantes y otras personas en el contexto de la movilidad humana en México, donde advierte que desde la primera visita que se llevó a cabo a nuestro país, en 2002, la vulnerabilidad de los migrantes en tránsito lejos de disminuir ha aumentado, por lo que éstos se encuentran en constante peligro.

“En cuanto a los desafíos y graves problemas que enfrentan muchas personas que migran, la Comisión Interamericana fue informada que en su recorrido a través de México los migrantes en situación irregular suelen ser víctimas de robos y extorsiones por parte de delincuentes comunes, de grupos del crimen organizado, así como en algunos ocasiones por agentes estatales, quienes les roban el dinero y las pertenencias que traen consigo, ya sea como una condición para permitirles continuar con su recorrido o como otro de los delitos que afectan a los centroamericanos durante sus secuestros”, detalla el documento oficial presentado en 2002.

La CIDH informó que —ante la falta de información estadística y de cifras oficiales respecto a la magnitud del secuestro de migrantes en el territorio nacional— desde el año 2008 la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) se dio a la labor de documentar esta problemática con el objetivo de visibilizar la alta incidencia que estaba teniendo el secuestro de migrantes en situación irregular a lo largo del territorio mexicano, así como la falta de respuesta por parte de las autoridades estatales.

“En el primer informe sobre casos de secuestros en contra de migrantes, en un periodo de seis meses, comprendido entre septiembre de 2008 y febrero de 2009, la Comisión Nacional de los Derechos Humanos pudo documentar la ocurrencia de por lo menos 198 casos de secuestros colectivos de indocumentados, los cuales involucraban a 9 mil 758 víctimas en el territorio mexicano.

“Sin embargo, es importante destacar, tal como lo hizo la CNDH, que el informe sólo presenta una cifra mínima y no una relación exhaustiva de todos los secuestros, dada la naturaleza del delito y las limitaciones”, resalta.


jram



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