Rap en rarámuri para no perder lengua

MIEMBROS. El grupo de rap Keba Raichali está conformado por las hermanas Claudia, Andrea y Amelia Batista, Gerónimo González y Alonso, quien es el único mayor de edad. (Foto: LUIS FIERRO / EL UNIVERSAL )
Kuira jipiko Ne Kebima
Tumoje Ke tasi iko ke omebalia
Namutiolau igona wichimoboko Rimusare
(Hola, ahora les diré
Jamás se pueden rendir,
porque en este mundo se pueden hacer realidad los sueños)
Alonso es el creador de un nuevo género musical: el “Break Awí”, unión de Break dance y Awí, que es baile en lengua tarahumara. El joven indígena, de 21 años, reconoce que la idea nació de la desesperación de ver cómo los niños de su etnia que nacieron en la ciudad no saben hablar en rarámuri.
Junto con algunos amigos comenzó hace unos tres años un proyecto para rescatar sus raíces, así que se juntaban los fines de semana en un parque y hacían concursos de baile urbano para captar la atención de los pequeños, y luego enseñarles a hablar en tarahumara, pero el proyecto no funcionó, a los niños, apenas terminaba el baile, se les iba el entusiasmo.
“Estaba pensando cómo hacerle y se me ocurrió que si les cantábamos algo que les gustara en tarahumara se iban a interesar. Así empecé a componer las letras”, señala Alonso, quien es originario de Nanarachi, una humilde comunidad enclavado en la sierra, a unas ocho horas de la cabecera municipal, Carichí. Fue así que surgió el primer grupo de rap tarahumara.
De acuerdo con la organización Asentamientos Tarahumaras AC, en esta capital viven alrededor de cinco mil indígenas que integran un millar de familias, quienes han emigrado de sus tierras nativas a la ciudad en busca de mejores oportunidades; sin embargo, cada año nacen en la urbe decenas de niños que no conocen la sierra ni usan atuendos típicos o siquiera dominan la lengua de la etnia.
“A muchos les da vergüenza o sus papás no les enseñan, no les inculcan y no hablan tarahumara, puro español. No tienen las costumbres (tarahumaras), ya andan todos con su celular”, comenta.
Aunque él nació en un poblado donde no había luz eléctrica cuando era niño y para llegar a la ciudad más cercana tenía que caminar por 10 o 12 horas, hoy Alonso es un joven cosmopolita, al grado que la inspiración le llegó desde Corea del Sur, pues su afición al llamado K Pop (música popular coreana) es lo que lo llevó a formar su banda de rap y hip hop.
“Escuchamos bandas como Big Star, Block B, Rap Monster y Rabbit, de ahí me nacieron ideas para la melodía de las canciones”.
Sin embargo, las letras de Alonso distan mucho de la simpleza que suele tener el pop en la actualidad; al contrario, él y su banda escriben poesía y temas de profundidad en cada una de sus canciones. El grupo se nombra Keba Raichali, que significa El Eco de las Palabras en lengua rarámuri.
“Me gusta hablar de los problemas actuales que tienen los muchachos, de las drogas, los vicios, de que muchos dejan la escuela muy jóvenes y se casan; me gusta animarlos, decirles en la canciones que sigan estudiando, que para aprender no hay edad”, relata Alonso.
Keba Raichali está conformado por las hermanas Claudia, Andrea y Amelia Batista, así como por Gerónimo González y Alonso, quien es el único mayor de edad.
Ellas son estudiantes de secundaria, mientras que el líder de grupo confía en volver pronto a las aulas para terminar la preparatoria, la cual abandonó para trabajar tras la muerte de su padre, ya que al ser el mayor de seis hermanos recayó en él la responsabilidad de ser “el hombre de la casa”, narra.
Alonso y su banda viven en el asentamiento Carlos Infante, donde un total de 27 familias indígenas se levantan cada día en un vaivén entre dos culturas; ahí los niños juegan futbol, usan playeras con leyendas en inglés, los jóvenes escuchan música de otros países, y poco a poco se pierden los usos y costumbres de la etnia rarámuri.
Con ayuda del Instituto Chihuahuense de la Cultura esperan grabar un disco este año, en el que la música será compuesta por un Dj profesional y que será distribuido entre indígenas que no hablen rarámuri, como una forma de acercarlos al idioma de sus padres y abuelos.





