En Apatzingán la cosa está caliente, dicen pobladores
SALDO. De acuerdo con los pobladores, el segundo tiroteo se expandió por cuadras; según la versión oficial, ahí murieron siete personas y otra quedó herida de gravedad; más tarde falleció. En total hubo nueve muertos y 44 detenidos. (Foto: LUIS CORTÉS / EL UNIVERSAL )
Apatzingán.— La mayoría de los comercios en el centro de este municipio están cerrados, pero la gente se congrega en torno a la alcaldía para constatar que aún hay rastros de sangre en las banquetas y ver los vehículos dañados tras el enfrentamiento registrado la madrugada de este martes cuando la Policía Federal y el Ejército desalojaron al grupo que desde hace 15 días mantenía “tomada” la sede del ayuntamiento, con un saldo oficial de nueve muertos y 44 detenidos.
Según la versión oficial, los soldados y los federales llegaron a la presidencia municipal alrededor de las 04:00 horas para disolver el plantón que ahí mantenía el grupo de Los Viagras haciéndose llamar autodefensas de Apatzingán; hubo un primer enfrentamiento que provocó la muerte de una persona (según el comisionado para la seguridad de Michoacán, el deceso ocurrió luego de que la víctima fue atropellada) y lesiones a dos policías federales.
Pero la gente que camina en torno a la alcaldía asegura que ahí hubo más muertos —al menos siete, dicen— y se cuestionan por qué el Ejército y la Policía Federal han levantado los retenes de las entradas a la ciudad.
“Antes sabías de quién cuidarte, pero ahora no sabes ni en quién confiar”, dice un comerciante que llegó el lunes ahí para hacer negocios, pero prefiere dejar todo pendiente y volver a Morelia: “la cosa está caliente”, asegura.
La versión oficial indica que poco antes de las 08:00 horas —momento en que el comisionado Castillo aseguraba en un programa de televisión que si hubiera pruebas de que Los Viagras fueran delincuentes deberían estar detenidos— el grupo de soldados que llevaba al corralón una veintena de autos incautados tras el enfrentamiento en la alcaldía fue emboscado sobre la calle Constitución de 1814.
Inició otro tiroteo que se expandió por cuadras; según la autoridad, ahí murieron siete personas (entre las que había dos mujeres) y otra quedó herida de gravedad, y más tarde falleció.
Con el sol a plomo en Apatzingán, los que hablan de lo ocurrido afirman que en el segundo enfrentamiento perecieron al menos ocho personas, siete en el lugar y uno más en el hospital; la mayoría de quienes “emboscaron” a los soldados traían palos y piedras.
“A mí me vinieron a abrir la puerta en la mañana, andaban buscando federales; traían palos”, afirma el cuidador de un estacionamiento en el centro de la ciudad.
“Desde hace una semana (Los Viagras) tenían secuestrada la ciudad, la presidencia municipal era su cuartel criminal, ya pretendían tomar la seguridad pública expulsando a las fuerzas federales, ayer invadieron las oficinas de la Comisión Federal de Electricidad. (…) Gracias a la intervención de la Sedena, en coordinación con la PFP, ya todo está bajo control”, indica el presbítero de Apatzingán, Gregorio López.
En la ciudad de Morelia, el secretario de Gobierno de Michoacán, Jaime Darío Oseguera, asegura que podía considerarse que los civiles que mantenían tomada la alcaldía eran un grupo delictivo, ya que atacaron al Ejército.
Bajo un árbol, un hombre observa los vehículos que quedaron dañados junto al ayuntamiento, y sin empacho le dice a otro: “El gobierno agarró a los delincuentes, los metió en un corral, les dio armas y uniformes, y ahora los está metiendo en el bote o los mata”.
Varias camionetas de federales y de la Procuraduría General de Justicia pasan por las calles del centro, el subprocurador Victorino Porcayo ha llegado para hacer una inspección de los daños en la alcaldía, pero muchos no saben quién se ha quedado ahora a cargo de la seguridad en la ciudad.
“Yo creo que los soldados se han de haber ido a encuartelar”, comenta una mujer que, como si fuera forense, va siguiendo uno de los rastros de sangre que recorren los pasillos exteriores de la alcaldía; “además ya ni hay nadie que atienda aquí”, remata.
A esta hora muchos han escuchado en los noticieros las explicaciones dadas por el comisionado Castillo, quien afirma que no se trata de un problema de seguridad pública, sino de un conflicto social; “un conflicto social en el que tiene que intervenir el Ejército”, interpela un hombre.
Antes de subir a su vehículo, el comerciante asegura que la estrategia que en esta zona del estado está acabando con su economía: “Apatzingán es un emporio limonero, pero un emporio en donde no hay dinero, eso es lo que están provocando”.