El férreo piloto deseis presidentes

El general de División es reconocido en las filas del Ejército Mexicano por su trayectoria y por pilotear los aviones presidenciales con Gustavo Díaz Ordaz, Luis Echeverría Álvarez, José López Portillo, Miguel de la Madrid, Carlos Salinas de Gortari y Ernesto Zedillo.. (Foto: CIUDADANOSMX )
Cuernavaca
Fiel a su formación castrense, guardó con celo los detalles de esos viajes con seis presidentes de la República. Los gustos, extravagancias, pasatiempos y charlas con los mandatarios nunca fueron revelados, ni siquiera a su familia. Tal vez por eso mantuvo el mando en los aviones presidenciales El Zarco, Quetzalcóatl y el Benito Juárez.
Al general de División Leonardo Roberto Chiapa Aguirre lo alcanzó la edad de jubilación obligada en el sexenio del presidente Vicente Fox. Era tiempo de retirarse, tal vez de escribir o compartir sus anécdotas, pero de súbito su mente le jugó una paradoja, como si asumiera otra vez la disciplina militar. Comenzó a olvidar las cosas y después le afectó el Alzheimer, enfermedad que le permitía regresos leves para ver a sus familiares y, eventualmente, enojarse consigo mismo por su estado médico.
Con su partida también quedaron selladas sus charlas al aire con el ex presidente Carlos Salinas de Gortari, “uno de los mandatarios que gustaba de viajar en cabina y compartir anécdotas con la tripulación, especialmente con mi padre, pero nunca supimos detalles de esas pláticas o de las misiones presidenciales”, cuentan Mónica y Enrique, hijos del general Chiapa, fallecido la segunda semana de diciembre pasado.
El viaje del ex presidente Salinas de Gortari en cabina sólo era posible por la confianza que tenía el jefe del Estado Mayor Presidencial hacia el general Roberto Chiapa, por su disciplina en la organización y cuidado de peso y horario de la aeronave.
Para el general todo era precisión. Una ocasión todo estaba preparado para abordar el Benito Juárez para uno de los viajes del presidente Ernesto Zedillo Ponce de León, pero de pronto el general Chiapa descubrió que cargaban naranjas en el Boeing 757 para la elaboración del jugo del presidente.
“No me da el peso de despegue y se van para abajo las naranjas”, dijo el general al personal del Presidente y bajaron las naranjas. Estaba pendiente de todo, dice su hijo Enrique Chiapa, piloto comercial.
Oriundo de Empalme, Sonora, Chiapa es reconocido en las filas del Ejército Mexicano por su trayectoria y por pilotear los aviones presidenciales con Gustavo Díaz Ordaz, Luis Echeverría Álvarez, José López Portillo, Miguel de la Madrid Hurtado, Carlos Salinas de Gortari y Ernesto Zedillo Ponce de León.
Su salida forzada ocurrió en el año 2000, a la llegada del presidente Vicente Fox Quesada, surgido del PAN. Chiapa cumplió 65 años de edad y entonces abrigó la jubilación.
Lamentablemente, dice César Gutiérrez Priego, hijo del general fallecido Jesús Gutiérrez Rebollo, la trayectoria del general Chiapa no ha sido reconocida con un homenaje y eso se debe a que la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) “ha dejado de ser una institución militar para convertirse en una unidad política, donde los altos mandos deciden a quién homenajear y a quién no”.
Vuelos austeros
Celia Vivas recorre los rincones de ese cuarto, el espacio privado de su esposo. Su mirada se clava en fotografías que penden de las paredes, insignias y medallas protegidas por una vitrina, y después sus ojos descansan en aquella mesa donde reposa la gorra del piloto presidencial y la réplica del Francisco Zarco, un DC6 entregado a la aerolínea SAS en marzo de 1948 para formar parte del Escuadrón de Transportes Pesados (ETP) de la Fuerza Aérea Mexicana (FAM) con matrícula ETP10001.
Fue el primer DC6 recibido y operado por la FAM, bautizado con el nombre del famoso periodista y legislador del Congreso Constituyente de 1857 y, de hecho, el avión fue asignado para transportar a los periodistas a las giras del entonces presidente Gustavo Díaz Ordaz, como la que hizo por Centroamérica y donde también participaron el DC6 Morelos y el DC3 El Mexicano.
El Mexicano fue adquirido por el ex presidente Miguel Alemán Valdés y el siguiente mandatario Adolfo Ruiz Cortines lo cambió por un DC6 al que nombró Francisco Zarco, dice Enrique Chiapa Vivas, operador de un Boeing 787 en vuelos comerciales.
El general fue comisionado para apoyar la campaña del entonces candidato Gustavo Díaz Ordaz y cuando obtuvo el triunfo para el periodo 1964-1970, dicen que el presidente electo pidió que lo mantuvieran en la tripulación de los aviones. Su función era mover a la prensa a los sitios donde Díaz Ordaz acudía a pedir el voto y al ganar la Presidencia continuó con su labor de llevar a la prensa en el DC6.
El Francisco Zarco era un avión multimisiones porque transportaba personal y carga y se utilizaba según las necesidades. “Ahí va el Tango Papa (TP)”, decían los pilotos de la FAM cuando veían al general Chiapa surcar los aires.
“Si el presidente Díaz Ordaz salía de gira oficial viajaba en un DC9, dependiendo la distancia. Cuando el trayecto era largo, entonces el avión Francisco Zarco lo enviaban antes con toda la prensa, pero para asuntos personales la aeronave se acondicionaba a tipo ejecutivo, por eso era multimisiones.
“Así ocurrió en el sexenio de Díaz Ordaz y con su sucesor Luis Echeverría, aunque en ese sexenio (1970-1976) también voló otro avión, el BAC111, pero por poco tiempo, ya que no tenía la autonomía necesaria, el rendimiento ni las horas de vuelo; era más ejecutivo, era un jet.
“Es un tipo DC9, en configuración comercial es para 80 pasajeros, un avión de cache y ya no había necesidad de que pidieran el avión de Aeroméxico. El general Chiapa voló 700 horas en ese avión”, recuerda su hijo Enrique.
Con ese inicio profesional y el acercamiento con los presidentes en turno habría razones para pensar en la comodidad económica de la familia Chiapa Vivas, pero ocurría lo contrario, dice Celia, esposa del general Chiapa.
“No es un secreto que anteriormente el Ejército, la Fuerza Aérea Mexicana y la Armada estaban mal pagados. Los sueldos eran muy raquíticos, por eso le pedía que buscara una mejor oportunidad en el campo profesional.
“Muchos pilotos de la Fuerza Aérea se estaban yendo y más cuando estalló la huelga de Radio Aeronáutica Mexicana Sociedad Anónima (RAMSA). En ese entonces varias líneas aéreas como Mexicana de Aviación pidieron que personal de la Fuerza Aérea volara los aviones comerciales y muchos aprovecharon para cambiar de trabajo, pero Roberto no quiso”, dice Celia Vivas.
En agosto de 1978 el gobierno federal canceló la concesión a RAMSA para prestar los servicios de tránsito aéreo y el 12 de octubre de ese mismo año, en medio de una crisis en RAMSA, que amenazó con paralizar los servicios a la navegación en el espacio aéreo, se creó el organismo público desconcentrado Servicios a la Navegación en el Espacio Aéreo Mexicano (Seneam).
RAMSA tenía los servicios de control aeroportuario en 20 terminales aéreas y de aproximación en 10. Contaba con 50 estaciones de radiocomunicación y de meteorología, por eso cuando sus trabajadores estallaron la huelga varios pilotos castrenses fueron llamados a pilotear aviones comerciales.
Romanticismo perdido
Chiapa se mantuvo al lado de los aviones presidenciales y continuó como responsable de El Zarco, pero en 1977 el gobierno federal compró un Boeing 727 y un año después, en diciembre de 1978, El Zarco se accidentó en Omaha, Nebraska, Estados Unidos.
La historia cita que el avión se destruyó al intentar despegar con la pista cubierta de hielo; sus alas no pudieron mantenerse volando y se desplomó al final de la pista en cuyo percance fallecieron los seis pasajeros, todos integrantes de la tripulación.
El general Chiapa voló el Francisco Zarco primero como copiloto y después como comandante del mismo con el presidente Luis Echeverría, y finalmente con el presidente José López Portillo pasó como comandante de la tripulación de dos aviones 727 que adquirió la Presidencia para vuelos del Ejecutivo y otro para la comitiva. López Portillo nombró a estos aviones Quetzalcóatl 1 y 2.
Esos aviones continuaron volando con López Portillo y casi hasta fines del sexenio de Miguel De la Madrid porque un año antes de terminar su gestión el gobierno adquirió el Boeing 757 al que llamó Presidente Benito Juárez.
De la Madrid usó muy poco ese avión, en cambio Carlos Salinas lo voló todo su sexenio, también Ernesto Zedillo, Vicente Fox, Felipe Calderón, pero ahora el presidente Enrique Peña Nieto adquirió un Boeing 787 con la diferencia de que tiene mejor rendimiento en potencia, alcance, mayor carga, capacidad de pasajeros; es un avión para vuelos transatlánticos, intercontinentales, según pilotos especialistas.
La tecnología de estos aviones, dicen especialistas en la materia, rompieron con el romanticismo de las primeras aeronaves utilizadas para viajes presidenciales.
Chiapa perteneció a la generación de pilotos que tomaban los controles, viraban, piloteaban; actualmente basta con ingresar los datos a una computadora para operar el avión. “Ahora puedo despegar el avión 200 pies sobre el terreno, con piloto automático ingresado y sólo cuido que la aeronave vaya haciendo lo que yo indique. Si hay alguna emergencia lo vuelo, si no, el avión va solo”, dice Enrique Chiapa.
El general Chiapa realizó su primer vuelo el 12 de diciembre de 1956, pero él nació para volar y eso lo sabemos quienes somos pilotos o que fuimos instructores. Sabemos que hay dos tipos de pilotos: los que nacen para volar y los que se hacen pilotos, el general nació para volar, dice contundente el capitán Alan Luna Alatorre.
En diciembre pasado, luego de volar más de 20 mil horas en nueve aeronaves diferentes, el general Chiapa entregó las alas y el equipo de vuelo.





