"México necesita gobiernos honestos y sencillos"
Hace siete años la maestra en Economía entró a laborar como intendente en el municipio de Escobedo, y aprovechó para estudiar este tipo de trabajo. (Foto: EMILIO VÁSQUEZ. EL UNIVERSAL )
Por un sueldo que apenas llega a cuatro mil pesos mensuales, desde hace siete años María Silvia de Jesús Ordóñez Hernández barre, trapea y limpia los pisos y sanitarios en el municipio de Escobedo. Se transporta en camión urbano, y como viuda y sin hijos que es, va sola al mercado; pero es también la primera mujer que se ha registrado en el país como aspirante ciudadana independiente para contender por una gubernatura, en este caso la de Nuevo León.
El hecho es inusual, no sólo porque alguien de los estratos más humildes de la población se atreve a buscar el cargo de más alta responsabilidad en el estado, sino porque antes desempeñó puestos públicos como la subdirección de Estímulos Fiscales en la Secretaría de Hacienda, entre otros empleos en el gobierno.
Sin embargo, Silvia quiso saber en carne propia lo que representa llevar a cabo, no por unas horas, sino por años, uno de los trabajos más indispensables, pero más desvalorizados: el de la limpieza, para hacer un estudio científico y documentado, ya que ella es licenciada en Economía por la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL), y maestra en Economía en el Sector Público por el Centro de Investigación y Docencia Económica (CIDE).
De sonrisa fácil, su estampa y semblante de abuela bonachona y sabia no son ni remotamente lo que uno esperaría encontrar en un político, o en alguien que aspira a ocupar la gubernatura de Nuevo León. Acude a la entrevista vestida modestamente, el cabello sin tintes y completamente cano; el rostro al natural.
La originaria de Matamoros, Tamaulipas, de 65 años, sabe que no será fácil juntar las 102 mil 300 firmas que, según la legislación electoral, deben reunir los aspirantes a candidatos independientes a la gubernatura del estado, entre el 29 de diciembre y el 16 de febrero, más cuando ella pretende ir por 110 mil para descartar sorpresas, por invalidación de algunos apoyos por cuestiones de legibilidad o de cualquier tipo.
Ha invertido 800 pesos de sus ahorros para sacar copias de hojas con cédulas para solicitar las firmas de apoyo a su precandidatura, dice el abogado José Luis Sandoval (su representante en la Comisión Estatal Electoral).
Y es que mientras otros aspirantes a la gubernatura, diputaciones y alcaldías colocaron decenas de anuncios panorámicos en paradas de autobuses, la economista-intendente cuida bien hasta el último centavo.
“Hasta hoy sólo dispongo del sueldo, el aguinaldo y mis ahorros, más 700 pesos de donativos que cayeron a la cuenta que abrimos por disposición de la Comisión Estatal Electoral”, dice la precandidata que trabaja como intendente de lunes a viernes, de ocho de la mañana a cinco de la tarde, con una hora para comer que espera usar para salir a recabar firmas.
Asegura que por ahora está de vacaciones, pero regresará a su trabajo el 7 de enero, ya que su jefe inmediato, el subdirector de Conservación de Inmuebles de Escobedo, Eliud Rodríguez —que casualmente es hermano de Jaime Rodríguez Calderón, el otro precandidato independiente— le comentó que no podía darle permiso de ausentarse, pero sí concederle unos días a cuenta de vacaciones futuras.
¿Ha participado en la política?
—He experimentado y sufrido los efectos de la política, porque fui estudiante en el 68, todo lo que nosotros pedíamos no se concedió y ahora hace falta.
Ordónez indica que terminó la carrera en Economía por la UANL en 1970, y mientras sus compañeros optaron por continuar su preparación en Estados Unidos, ella decidió irse a Oaxaca, como promotora del Seguro Social.
—Vi que era interesante trabajar en el campo y entonces me fui a la Reforma Agraria. Ahí trabajé mucho en planeación y organización.
Luego, en en la ciudad de México, estudié la maestría de Economía en el Sector Público en el CIDE; de ahí seguí en el INEGI (1980), con la coordinación del diseño del Censo Agropecuario, donde vi cosas que no me gustaron. Entré a la Secretaría de Programación y Presupuesto, luego a la SHCP, donde fui subdirectora de Fomento y Estímulos Fiscales (1981-1985).
Luego vino el cierre de dichas áreas gubernamentales, el desempleo y el sismo de 1985, donde colaboré como subdirectora de contabilidad en el Programa de reconstrucción Nonoalco-Tlatelolco de 1986 a 1990.
Después, pasé a una asociación civil de desarrollo social en el Distrito Federal, y de ahí decidí regresar a Monterrey, aunque soy de Matamoros.
Silvia se muestra renuente a revelar su edad porque, afirma, hay un prejuicio hacia las personas mayores. “Yo estoy tratando de vivir mi sueño de los 20 años, lograr una sociedad más justa”.
—Tengo experiencia en la administración federal, estatal y municipal, porque cuando me vine aquí entré al DIF estatal como directora de Fomento Municipal.
Desde 2007 es investigadora participativa sobre servicios terciarios. Luego, comenta, vendió seguros para Banorte, mientras hacía investigaciones sobre la desvalorización del trabajo doméstico. Hace siete años, dice, entró a trabajar como intendente en el municipio de Escobedo, por un reto que le hizo una amiga y lo aprovechó para iniciar el estudio sobre este tipo de trabajo.
—Precisamente entre todas las unidades del Instituto Estatal de la Mujer, y de diversos municipios, me di cuenta cómo en estas áreas tan importantes para la igualdad de la mujer, tenían una visión muy desvalorizada de las personas que hacen el servicio doméstico, pero para mí es un trabajo valioso y tan profesional como cualquier otro.
Lo único que lamento es que soy viuda y que por mis bajos ingresos no pude darle a mi esposo más apoyo, para que un problema de salud no se lo llevara. El era de la ex Yugoslavia, llegó refugiado a Argentina, de ahí salió en 1978 por el golpe militar, y vino a México.
¿Cuánto cree que debería ganar el gobernador de Nuevo León?
—Yo nada más digo, entre los cuatro mil que yo gano y lo que él gana, hay una gran diferencia, y no me explico, como economista, por qué esa diferencia es tan grande, pues no veo los efectos en la sociedad, en la economía ni en la infraestructura.
Yo camino mucho, y lo peor ahorita son las salpicadas por los charcos, ni siquiera hay un drenaje apropiado en una ciudad que se dice de primer mundo. Yo todo eso lo he visto, lo he vivido, y sé por qué ocurre, dice sin reproches, pues comenta que así como hay gente harta de la política, también hay otros que sólo critican, sin empender acciones para un cambio verdadero.
El gobernador debe ganar algo justo, analizarlo a la luz de las desigualdades del ingreso, que sus percepciones no sean tan ostentosas, mientras hay personas que todavía viven en la calle y niños que te piden para un taco.
Silvia vive en un edificio de departamentos de San Nicolás de los Garza, donde algunos de sus vecinos “se toman la libertad de entrar” cuando no está “para llevarse lo que les gusta”.
En su opinión, “gobiernos sencillos, honestos y baratos como los de José Mujica en Uruguay son los que necesita Latinoamérica” y, desde luego, México y Nuevo León.
Sus asesores, los abogados José Luis Sandoval y Luis Vázquez Payán bromean con Silvia y señalan que es como una versión femenina de Pepe Mujica, “pero sin vocho”, ya que ella anda en camión, aunque sus amigos están viendo la forma de “regalarle una tarjeta Feria”, para que tranquila use el transporte colectivo, cuando vaya a despachar al Palacio de Gobierno.
Silvia sólo ríe, pero dice que empieza a creer que el sueño es posible, si se hace colectivo, porque ella quiere incentivar a la formación de un equipo de constructores para darle forma primero a una candidatura y luego a un gobierno de ciudadanos para ciudadanos, con el trabajo y las propuestas de todos, desde el más encumbrado hasta el más sencillo nuevoleonés, sin egoísmos, sin discriminaciones.