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"Hasta que nos den a los que nos hacen daño, nos iremos"

Vania Pigeonutt / Corresponsal| El Universal
Jueves 14 de mayo de 2015

El arco principal de la entrada al municipio de Chilapa, región de la Montaña, está flanqueado por decenas de hombres cubiertos del rostro —algunos con gafas de sol— y portando escopetas de asalto Ariel Ojeda /EL UNIVERSAL

En calles y avenidas hay pocos autos en circulación; los negocios y las escuelas están cerradas. El silencio se interrumpe por el run run de los autos Ariel Ojeda /EL UNIVERSAL

Es el quinto día que policías estatales y soldados coexisten con grupos de civiles armados, que se asumen como "policías comunitarios" Ariel Ojeda /EL UNIVERSAL

Desde el domingo llegaron más policías federales y, junto con elementos de la Fuerza Estatal, tomaron el control de la seguridad, un día después de que hombres de 16 comunidades indígenas del sur de Chilapa, "tomaron" la cabecera municipal de 31 mil 157 habitantes Ariel Ojeda /EL UNIVERSAL

Unos 200 metros después de que esos hombres revisan visualmente los vehículos, está la avenida más importante: el bulevar Eucaria Apreza. Ahí, unos 150 armados están sentados en las banquetas; entre ellos hay varias mujeres Ariel Ojeda /EL UNIVERSAL

TENSIÓN. Por quinto día consecutivo "policías comunitarios" en Chilapa, armados y con el rostro cubierto, permanecen resguardando la localidad al mismo tiempo que policías estatales y soldados. (Foto: ARIEL OJEDA / EL UNIVERSAL )

Grupo armado mantendrá control en Chilapa, advierten

estados@eluniversal.com.mx

Chilapa.— El arco principal de la entrada a este municipio, región de la Montaña, está flanqueado por decenas de hombres cubiertos del rostro —algunos con gafas de sol— y portando escopetas de asalto. En calles y avenidas hay pocos autos en circulación; negocios y escuelas están cerrados. El silencio sólo se interrumpe por el run de los autos.

Es el quinto día que policías estatales y soldados coexisten con grupos de civiles armados, que se asumen como “policías comunitarios”. Desde el domingo llegaron más policías federales y, junto con elementos de la Fuerza Estatal, tomaron el control de la seguridad, un día después de que hombres de 16 comunidades indígenas del sur de Chilapa, “tomaron” la cabecera municipal de 31 mil 157 habitantes.

Unos 200 metros después de que esos hombres revisan visualmente los vehículos, está la avenida más importante: el bulevar Eucaria Apreza. Ahí, unos 150 armados están sentados en las banquetas; entre ellos hay varias mujeres.

“¡No nos vamos a ir hasta que nos entreguen a los que nos hacen daño, nos matan y desaparecen a nuestra gente!”, dice en tono de regaño una señora con un palo en la mano.

Son pobladores de esas comunidades, todos de la etnia nahua, aseguraron, y se protestaron el sábado y tomaron la comandancia de la Policía Municipal para exigir que les entregaran a tres presuntos delincuentes que pertenecen al grupo delictivo de Los Rojos, así como la renuncia del director de la corporación, Job Encarnación Cuenca.

La justificación de este grupo armado —que les quitaron 18 armas y tres patrullas a los policías municipales— es que están hartos de que “levanten y maten a nuestra gente inocente; los artesanos no pueden vender porque no nos dejan en paz”. Lograron el remplazo de Job Encarnación por Juan Suástegui Epifanio, por un acuerdo entre comisarios, autoridades de los gobiernos estatal, municipal y la Gendarmería.

Pero aquí parece que no hubo pacto o no hubo claridad: En el boletín del gobierno de Guerrero el 11 de mayo, se lee: “Luego de una mesa de trabajo que se desarrolló en la Secretaría de Seguridad Pública municipal, se firmó una minuta de acuerdos para contribuir a la paz”.

El gobierno que encabeza Rogelio Ortega no consideró un asunto importante: nunca se negoció el retiro de gente armada en la cabecera municipal, razón por la que al menos 661 escuelas de tres municipios, incluido Chilapa, suspendieron clases.

Ese día, el pasado lunes, hubo tres acuerdos: la entrega de armas a la Policía Municipal confiscadas por los hombres de comunidades vecinas a Quechultenango, bastión del grupo delictivo Los Ardillos que se disputan el territorio con Los Rojos.

También se logró el cambio de director y se “determinó que el diálogo seguirá, lo mismo que las negociaciones para atender las peticiones y necesidades de los manifestantes”.

Desde finales de 2013 hay violencia en Chilapa por la pugna entre Los Rojos y Los Ardillos. De acuerdo con a la Secretaría de Seguridad Pública, mantienen una disputa por el control del territorio.

Hoy, entre las mujeres contrastan las faldas típicas, llenas de flores, alegres, con los rostros con semblantes duros y posturas amenazantes. Hay tensión en Chilapa. Se siente desde las advertencias para no tomar fotos y no es para menos, apenas el 1 de mayo fue asesinado el candidato del PRI a la alcaldía de ese municipio, Ulises Fabián Quiroz, y los hechos violentos no han parado.

Un poblador de Ayahualulco reitera ofuscado que no se van a ir. Dice que se tuvieron que conformar como “policía comunitaria” porque “estamos olvidados. Venimos tan sólo por las personas que nos están enfadando, mientras no nos los presenten, no tenemos porqué irnos”.

En su comunidad, el 27 de noviembre de 2014 fueron asesinadas 11 personas, los calcinaron y decapitaron; aparecieron un día después en forma de ajo, colgadas a la entrada de Ayahualulco, que en náhuatl significa que es lugar de ajos.

Lamenta que el edil Francisco García no haya resuelto el problema de la violencia en sus pueblos, que representan 9% en Chilapa.

Aquí, donde el medio de transporte que más se observa son las motocicletas montadas por hombres que apuntan con los dedos, un señor denuncia que sus hijos fueron levantados hace casi tres semanas. Los jóvenes de 27 años fueron sustraídos del mercado de Chilapa por gente de 'El Chaparro', presunto líder de Los Rojos, cuando vendían bolsas de palma, la artesanía de Ayahualulco.

Ayer iba a llegar más gente de otras comunidades, pero la Policía Federal les impidió el paso. Hubo un bloqueo de dos horas sobre el bulevar Eucaria Apreza, esa gente, “porque no queremos confrontaciones”, se regresó; también venían armados.

Los policías municipales son espectadores, están dentro de sus cuarteles, y a los elementos del Ejército no se les observa por ningún lado.

Para el gobernador el tema no es un problema mayor. Pidió que no “sobredimensionar” lo ocurrido en Chilapa, pues no representa el 90% ciento del territorio de Guerrero, sino que apenas es un municipio.



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