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Talavera, casi dos siglos de tradición

EDGAR ÁVILA Corresponsal| El Universal
09:20Puebla | Viernes 10 de octubre de 2014
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TRADICIÓN. La vieja fábrica poblana conserva el horno de cerámica más antiguo, así como los mecanismos para "moler" el barro y los minerales utilizados y usa a obreros que, como antaño, moldean la arcilla, la lijan, curan y la decoran. (Foto: EDGAR ÁVILA. EL UNIVERSAL )

Originaria de la época de Marco Polo, esta técnica de decorado ha sido reconocida a nivel mundial por su belleza. En Puebla hay nueve empresas que se dedican a realizar este tipo de artesanías, entre ellas la más antigua que opera desde 1824

Por las paredes del edificio, ubicado en el corazón de la ciudad de Puebla, se transpira el arte en su máxima expresión. Durante 190 años, hombres y mujeres han dejado su huella en miles de piezas de talavera.

La inspiración y talento de prestigiados artistas, pero también de humildes obreros, se mantiene viva en la fábrica Uriarte Talavera, considerada la empresa más vieja en Latinoamérica en producción de cerámica.

Situada en un edificio de principios del siglo XVIII, la factoría comenzó operaciones en 1824 y es considerada la octava más longeva en funciones de México, pero también forma parte de un grupo de empresas que mantiene vivo el arte de crear talavera, uno de los pocos productos en el país que cuenta con denominación de origen.

Uriarte, junto con ocho empresas más, está certificada por el Consejo Regulador de Talavera, cuyos integrantes velan porque elaboren sus piezas de arte de acuerdo a las ordenanzas que se utilizaban en la época de la Colonia.

"Lo que queremos promocionar no es que se venda una artesanía, sino un producto con valor cultural. La talavera tuvo su origen en la época de Marco Polo, con la cerámica china, llegó a España y tuvo influencia árabe con los Moros, luego vino a México", explica el gerente comercial Fernando Sánchez.

La vieja fábrica poblana conserva el horno de cerámica más antiguo, así como los mecanismos para "moler" el barro y los minerales utilizados y usa a obreros que, como antaño, moldean la arcilla, la lijan, curan y la decoran.

"Lo fabuloso es la idea de crear algo desde la nada", confiesa Salvador Velas, un hombre de 38 años, de los cuales 15 los ha dedicado a la talavera.

La talavera es la más destacada de las tradiciones artesanas, pues sólo se emplean barros naturales. Son delicadas y muy costosas. "Es un orgullo para mí verlas terminadas, porque fue creada por mis manos", dice con humildad.

En 1992 se reconoció a la cerámica de la talavera como denominación de origen mexicano y quedó registrada en el Instituto de Derechos de Autor como propia de Puebla, elaborada con barro y conformada por un cuerpo cerámico recubierto con vidriado estannífero, decorado con colores metálicos y trabajado manualmente en sitio.

Según la Secretaría de Turismo de Puebla, el primer paso es mezclar arena negra de Amozoc y arena blanca de Tecali, la cual es lavada y filtrada para quedarse con las partículas más finas. La pieza es moldeada a mano en torno y dejada a secar varios días o semanas, dependiendo el tamaño.

Luego se realiza el primer cocido a una temperatura de 850 grados centígrados y se verifica que no tenga fisuras o defectos. Se aplica el vidriado inicial o fondo blanco-marfil y se realiza el decorado a mano. Se expone a un segundo cocido para endurecerlo (proceso puede llegar a tomar tres meses para la mayor parte de las piezas, pero en algunas puede durar hasta seis).

Los precios oscilan desde 90 pesos por una cruz de cinco centímetros, 10 mil pesos por un tibor (jarrón) y hasta un millón de pesos por un tibor del artista de Raúl Anguiano.

Sólo las piezas provenientes de zonas designadas y de talleres específicos que han sido certificados están permitidos para llamar a sus obras talavera.

El Consejo Regulador de la Talavera sólo ha certificado nueve talleres.

De acuerdo con la Secretaría de Turismo de Puebla, cada una debe pasar por una inspección bianual de sus procesos de fabricación. Las piezas son sometidas a 16 pruebas en laboratorios certificados internacionalmente; y se asegura que el vidriado no contenga plomo en más de 2.5 partes por millón o de cadmio en más de 0.25 partes por millón, dado que la mayor parte de las piezas se usan para servir alimentos.

Las piezas salidas de los talleres, señala la dependencia, que alcancen los estándares están autorizadas para llevar la firma del alfarero, el logotipo del taller y el holograma especial que certifica la autenticidad de la pieza. En la actualidad se da trabajo a más de 250 empleados y se exporta a Estados Unidos, Canadá, Sudamérica y Europa.

Algunos talleres en Puebla ofrecen visitas guiadas y explican el proceso, entre ellos "Casa Uriarte", que en 1824 abrió sus puertas con 12 trabajadores y hoy suman 100; y producían entre 40 y 50 piezas de una vajilla y ahora cuenta con una gama de 580 productos con 800 diseños que al combinarlos se crean cerca de 50 mil piezas.

Por sus talleres han pasado artistas de gran renombre como Enrique Luis Ventosa, José Luis Cuevas, Raúl Anguiano, Jorge Yaca, Luis Sottil y Guillermo Ceniceros, entre otros, sus obras de arte han sido obsequiadas a todos los presidentes de México e incluso al Papa Juan Pablo II.

"Ahora promocionamos el producto como un objeto cultural. No solo vajillas sino formas nuevas y estilos contemporáneos", explica el directivo de la factoría, quien dice que están conscientes de que la familia ha cambiado. "Ahora viven en departamentos con dos a cuatro personas, que les gusta más tener cosas decorativas".

jram



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