Historia. Náufrago salvadoreño regresa a Chiapas
EMOCIÓN Y TRISTEZA. José cumplió su promesa hecha a Ezequiel, llegó este sábado a El Fortín para contar su historia a la madre y hermanos de su amigo. (Foto: Fredy Martín EL UNIVERSAL )
Durante tres días José lloró ante el cadáver de su amigo Ezequiel; su desesperación lo hizo pensar que lo que había ocurrido no era cierto. Incluso imaginaba que el pescador, su acompañante, sólo se encontraba dormido. Era el undécimo mes de su naufragio, y era octubre del 2013.
José Salvador Alvarenga, el náufrago salvadoreño llegó hoy a la comunidad El Fortín, lugar del que partió en noviembre del 2012 para pescar tiburones con el chiapaneco Ezequiel Cordova Ríos, de 24 años de edad, pero desde aquel día su regreso fue imposible ya que el mal tiempo los llevó mar adentro y el motor de su lancha, de siete metros de eslora, se estropeó.
Cuando habían transcurrido 330 días, José y Ezequiel hicieron una promesa: el que consiga sobrevivir hablará con la familia del fallecido y explicará lo que había ocurrido.
José cumplió su palabra, luego de que hace dos meses llegara milagrosamente a las Islas Marshall en el Océano Pacífico, este sábado arribó a El Fortín, del municipio de Pijijiapan, para hablar con la madre de Ezequiel, Roselia Ríos Cueto y los hermanos del pescador, para contarles del infortunio que les ocurrió.
En los nueve meses que José y Ezequiel se acompañaron en la lancha comieron pescado crudo, sangre de tortuga y en algunas ocasiones capturaban aves.
En la mañana y la tarde los pescadores cantaban y oraban para pedir que alguien los rescatara. Era para darse ánimos, narra el salvadoreño.
Por eso, cuando Ezequiel murió de deshidratación por la exposición al sol, José lloró ante el cadáver de su amigo, pero trataba de pensar que no era cierta su muerte, por lo que al tercer día, irremediablemente tuvo que lanzar el cadáver a las aguas.
Desde aquel entonces a José aún le faltaría tres meses para que el 30 de enero del 2014, llegara a las Islas Marshall, a 12 mil 500 kilómetros de donde partió en diciembre del 2012, su travesía duró más 485 días.
Cuando José llegó a El Fortín lo primero que hizo fue buscar a la madre de Ezequiel a la que abrazó efusivamente para contarle lo que les ocurrió.
José llegó al lugar acompañado de sus padres José Ricardo Orellana y María Julia Alvarenga y su abogado, ahí permaneció por espacio de tres horas.
Cuando el salvadoreño llegó por primera vez a Chiapas vivió en los poblados pesqueros de Paredón, en el municipio de Tonalá y Chocohuital, en Pijijiapan, pero la suerte lo llevó a El Fortín, un domingo, para participar en un partido de fútbol y fue cuando conoció a Ezequiel donde lo invitó a pescar tiburones.
Los estragos de la odisea dañaron el cuerpo de José quien sufre ahora de varios problemas de salud, pero no por eso dejó de cumplir con su palabra.
En la tarde, José, sus padres, su abogo y la madre de Ezequiel tomaron una lacha, que los llevó por los esteros hacia la comunidad de Chocohuital, para reunirse con sus compañeros pescadores, a quienes también se les contará lo ocurrido.
ahd