Antes del medio día el zócalo de Cuernavaca fue cubierto por un manto blanco: la marcha contra la inseguridad pública convocada por la Iglesia católica.

El obispo de la diócesis Ramón Castro Castro y sus feligreses ocuparon las calles, izaron pancartas y gritaron: "Todos con amor, luchamos por la paz", "No más violencia", "Si quieres la paz, defiende la vida", "La familia jamás será vencida con Cristo y María".

Cuando llegó a los pies del general "Emiliano Zapata", el obispo avivó la protesta social y apoyó el surgimiento de grupos de autodefensa comunitaria para detener el desarrollo de la delincuencia.

"Aquí (en Morelos) no he encontrado nada, pero en otros estados están en su derecho. El pueblo tiene derecho de manifestar su cansancio cuando se pasan ciertos límites de soportación, esta es una de las maneras y mientras estén dentro de la ley tiene derecho", expuso.

A la llamada marcha "por la paz y la familia", con origen en los gobiernos del PAN, acudieron, de acuerdo con los organizadores, alrededor de unas 5 mil personas entre grupos académicos, populares y políticos vinculados a la Iglesia católica, cuyos manifestantes se vistieron de blanco mientras el líder religioso se enfundó en una sotana blanca cubierta de una muceta (capa) en color púrpura.

De espaldas al palacio de gobierno, el obispo informó que la mayoría de las parroquias atienden a feligreses que buscan el apoyo espiritual para enfrentar los secuestros de sus familiares. A ellos les pidió paciencia y mantener la esperanza de que la situación cambie.

Y a quienes privan de la libertad a sus semejantes, Castro y Castro les dijo que morirán sin ser queridos por sus propios familiares. También aligeró el peso espiritual contra los secuestradores y dijo que por ahora no tiene pensado activar la excomunión en su contra, como lo hizo su antecesor, el décimo obispo Luis Reynoso Cervantes.

Reynoso fue el primer obispo que marchó contra de la inseguridad pública, en la administración 1994-2000, cuyas manifestaciones -realizadas con el ahora gobernador Graco Ramírez- culminaron en la solicitud de licencia del general Jorge Carrillo Olea, en mayo de 1998.

Castro informó que frente al desarrollo de la industria del secuestro, la Conferencia Episcopal de Colombia envió a un grupo especializado para atender de manera profesional a víctimas y familiares de las víctimas.

Durante tres días este grupo colombiano disertó sobre varios temas de seguridad y prevención del delito con el propósito de crear células que después recorrerán las parroquias y divulgarán las enseñanzas, dijo Castro.

En su discurso el obispo de Cuernavaca entreveró los yerros de la política gubernamental en materia de seguridad pública y expuso que "la paz es de Dios pero también es obra del hombre".

"Lo mejor que puede hacer cualquier Estado es proteger y promover la institución de la familia. Al revés, un Estado avanza hacia la violencia cuando daña o destruye el núcleo familiar".

Más adelante citó que quienes soslayan el valor de la vida no se han dado cuenta de que proponen la búsqueda de una paz ilusoria. "Cada agresión a la vida provoca daños inevitables a la paz y el desarrollo.

"Tampoco es codificar de manera oculta falsos derechos o libertades que basadas en una visión reductiva y relativista del ser humano, o mediante el uso hábil de expresiones ambiguas encaminadas a favorecer unos pretendidos derechos humanos, amenazan el derecho fundamental de la familia".

Castro sostuvo que su pregón no se finca en una verdad de fe, sino en la expresión básica de los derechos humanos universales.

tcm