Ayapaneco, variante del idioma zoque que se resiste a fenecer

ALUMNOS. Las clases son sabatinas, de 10 de la mañana al mediodía. No se cobra y el único objetivo es preservar la lengua. (Foto: JUAN MANUEL DIEGO / EL UNIVERSAL )
AYAPA
María Alejandra, Carlos Eduardo y Yadeli son tres menores que están conscientes de que tienen por delante un reto histórico y cultural importante: conservar el idioma zoque-ayapaneco, una de las 64 lenguas indígenas del país que, de acuerdo con el Instituto Nacional de Lenguas Indígenas (Inali), están en riesgo de desaparecer.
Ellos forman parte de un grupo de 15 niños que desde hace un año acuden cada sábado a la casa de Manuel Segovia, uno de los pocos hablantes de la lengua, la cual se transforma en la escuelita "Ñe oone yeh chii gosh" (El retoño de mis raíces).
Es la generación que quiere ser distinguida por mantener viva la lengua zoque-ayapaneco, motivo de orgullo para ellos y que, dicen, debe serlo para la comunidad.
Sin embargo, este idioma ha venido en declive debido a que los jóvenes se burlan de quienes lo hablan, aunado a que en el siglo pasado los profesores golpeaban a los estudiantes que hacían uso de ella. En la actualidad una veintena conoce esta lengua.
Cirilo Velázquez Méndez, uno de los pocos hablantes, comenta que es una lengua complicada de aprender y hablar. Para asimilarla bien hay que tener voluntad, estudiarla y repasarla constantemente.
"Había como 60 niños, pero a la mayoría no les gustó; ahora llegan 15. Yo digo que a sus padres no les interesa, no los animan, y si no tienen ese impulso, no hacen nada".
Es una lengua que ha tenido diversas variantes al ser un idioma prehispánico, que se extendió no sólo en Tabasco, sino que tuvo raíces en Chiapas, Oaxaca y Veracruz.
En Tabasco, la variante más hablada sobrevivió, entre otros, en dos personas que tenían diferencias, pero se reconciliaron para fundar una escuela y no dejar morir el idioma.
La realidad, explica Velázquez Méndez, es que todavía hay más de 20 personas que la hablan, la mayoría son adultos mayores.
Esta es una lengua que se habla en la comunidad Ayapa, municipio de Jalpa de Méndez, cuya cabecera municipal se ubica a 33 kilómetros de Villahermosa, con una población de 5 mil 640 personas.
Es una zona marginada, pero no escapa a los problemas de inseguridad. Antes la gente se dedicaba a la agricultura, al cultivo de maíz, frijol, cacao y plátano, pero la delincuencia empezó a robarse las cosechas.
Actualmente, los habitantes de Ayapa han optado por la albañilería en Villahermosa o son propietarios de pequeños negocios como tienditas, ferreteras, carpinterías y locales de aluminio, entre otros.
De acuerdo con Manuel Segovia, abunda la venta clandestina de bebidas alcohólicas, y los fines de semana hay mucha gente tomada que se vuelve agresiva en las calles, aunado que no hay quién cuide a la población, pues las patrullas casi no llegan. "Es un desastre", señala.
Origen y declive
Se cree que el idioma zoque-ayapaneco deriva de una mezcla de la lengua mixe-zoque del estado de Veracruz con las que hablaban olmecas y mayas de Tabasco.
En la época de la Colonia, indígenas veracruzanos que hablaban esas lenguas "al escapar de los españoles se vinieron para Tabasco y se mezclaron con los mayas y los olmecas, que dieron otra variedad del zoque. Esos son los registros que se tienen", explica José Manuel Segovia Velázquez, hijo de Manuel y uno de los pocos jóvenes de Ayapa que la hablan y defienden.
Su padre, de 79 años, asegura que el declive en el uso de esta lengua indígena se remonta aproximadamente a 1940, cuando los maestros comenzaron a impartir clases en español y castigaban hasta con golpes a los alumnos que se comunicaban en zoque-ayapaneco.
"Todo el pueblo lo hablaba, niños y grandes, pero comenzaron a descontrolarse porque a los chamacos los castigaban en las escuelas. Los maestros golpeaban con una rama de árbol a los alumnos para que dejaran de hablar en zoque-ayapaneco", recuerda.
Él vive en una modesta vivienda de la calle Benito Juárez, con su hijo José Manuel, de unos 30 años, quien se desplaza en silla de ruedas y tiene un taller de restauración de imágenes.
José Manuel señala que muchos niños "se desaniman porque quieren hablarlo rápido, pero esto no es de un día ni de un año, esto lleva tiempo y al desanimarse se salen. Le entienden a algunas que otras palabras, pero a veces como ni lo repasan se les olvida".
Aprender esta lengua "cuesta un poco, sobre todo cuando no hay ganas para hacerlo".
Para muchos jóvenes es más atractivo entretenerse con una computadora o un teléfono celular, que aprender la lengua indígena. "La modernización es lo que provocó que el zoque-ayapaneco se perdiera".
Pero la lucha por evitar que la lengua se extinga continúa. "Nosotros seguimos trabajando, dándole clases a los niños. Lo único que necesitamos es que la gente tome conciencia de que si esto no se rescata ahora más adelante no van a encontrar ni el rastro y si encuentran algún documento no van a saber qué hacer con él".
Las clases sabatinas, de 10 de la mañana al mediodía, no tienen fines de lucro. No se cobra y el único objetivo es preservar la lengua. El comité que imparte la enseñanza lo integran don Manuel, su hijo José Manuel, Cirilo Velázquez Méndez e Isidro Velázquez Méndez.
Don Manuel refiere que en Tabasco no se está haciendo nada por preservar el idioma. En cambio, Daniel Suslak, profesor de antropología de la Universidad de Indiana, trabaja en un proyecto para conservarla.
Gran parte de la esperanza de mantener viva la lengua se centra en los niños que llegan a la escuela en casa de los Segovia.
María Alejandra Velázquez Velázquez es una niña, de 12 años de edad, que siente amor por la lengua. Dice que todavía es "aprendiz", pero con el tiempo espera saberla en su totalidad y difundirla para que se mantenga viva.
"Me siento y creo que mis compañeros también se sienten orgullosos de representar al pueblo hablando esta lengua. Quiero ser parte de la generación que mantenga vivo el zoque-ayapaneco", señala María Alejandra.
Ella es una de las alumnas más avanzadas. Acaba de representar a la comunidad en un encuentro nacional de lenguas en riesgo de desaparecer en la ciudad de México.
"Es algo que nos distingue a todos como ayapanecos. Es la raíz que está hasta el fondo de la cual nacen nuestras tradiciones y cultura. Hay que sentirse orgullosos de hablar zoque-ayapaneco, que es lo que nos identifica", señala quien también se caracteriza por ser una de las más expresivas de la clase.
Fue reconocida con un diploma por su desempeño en el aprendizaje de la lengua y su participación en el encuentro nacional.
Carlos Eduardo Vega de la Cruz, también de 12 años, está por "aprenderla, comprenderla y amarla para que no se siga perdiendo".
Con 10 años de edad y tímida para hablar, Yadeli comienza a comprender que parte del futuro para conservar la lengua y darla a conocer a las futuras generaciones está en ellos.
Los grandes también saben que el futuro de la lengua está en los menores. A Cirilo le da "mucho gusto" que los niños estén aprendiendo.
"Ojalá que alguien de los que siguen aprendiéndola se quedara siquiera para recordar nuestra lengua", dice. Calcula que en unos dos años ya puedan entenderla y hablarla bien.
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