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Crónica. Padecen migrantes viacrucis por temor de "La Bestia" a la violencia

Juan Manuel Diego / Corresponsal| El Universal
Sábado 19 de abril de 2014

VILLAHERMOSA, TABASCO. En un viacrucis se convirtió el paso de más de 400 migrantes centroamericanos que se quedaron varados desde el jueves porque el tren conocido como La Bestia no quiso avanzar de Tenosique a Palenque, por la inseguridad en la zona.

Decididos a cumplir el objetivo de cruzar el país para llegar a Estados Unidos, se plantaron en el cruce del municipio Playas de Catazaja, en Chiapas, donde definirán la ruta a seguir.

En ese punto se unieron otros 400 indocumentados provenientes de Palenque, por lo que permanecen ahí más de 800, señaló Rubén Figueroa, del Movimiento Migrante Mesoamericano. En ese cruce, hay desviaciones hacia Palenque, en Chiapas, y Escárcega, en Campeche.

Las dos opciones que tienen son; seguir a Palenque o retroceder a Villahermosa, en ambos casos el recorrido será a Veracruz.

Durante la mañana, en el parque de la comunidad Arena Hidalgo, a unos 20 kilómetros de Tenosique coincidieron dos viacrucis. Por un lado, en un jardín a un costado de la cancha de fútbol, colonos escenificaron la muerte de Cristo. A unos metros, en la techada duela de baloncesto migrantes centroamericanos, mochila al hombro en la que guardan una o a lo mucho dos mudas se ropa, se preparaban para seguir su camino.

Pasaron ahí la noche tras haber caminado unos 20 kilómetros desde La 72 Casa del Migrante.
En esa sitio algunos indocumentados hacían intentos por parar a automovilistas para rogarles que les dieran una moneda, pero pocos los tomaron en cuenta.

Migrantes partieron de Arena Hidalgo al cruce de Playas de Catazaja en tres camionetas, en las que planeaban dar varios viajes.

Estamos siendo "bien tratados" por la gente, relata el hondureño José Narciso Espinosa. "No hay trabajo en Honduras, la situación es dura", agrega quien tiene una amplia familia que mantener; esposa, tres hijos y sus dos padres que nadie ve por ellos.

Adelanta que está dispuesto a trabajar "de lo que sea" para salir adelante, con todo y los riesgos que implica ser indocumentado. De acuerdo a los dirigentes del movimiento, el 80 por ciento de los migrantes varados son hondureños, pero también hay de El Salvador, Guatemala y Nicaragua. Hay alrededor de veinte mujeres y quince menores.

Alonso Carranza es un salvadoreño que vivió año y medio en Estados Unidos pero tiene dos semanas que fue deportado. No le importa porque lo va a intentar de nuevo. A diferencia de él, su esposa e hijos viven allá y están legalmente establecidos.

En El Salvador "la situación está muy dura, por eso es que hacemos este sacrificio", comenta. Por eso, "ya voy otra vez" al sueño americano, aventura convencido. "Todo sacrificio tiene una recompensa", yo soy cristiano y no puedo perder la esperanza, agrega Luis Alonso mientras recibía tratamiento en los pies de una mujer que colabora en la Casa del Migrante.

Eddie José García tiene 17 años y es huérfano desde los tres. Se crió con sus tíos, pero ya se cansó de la pobreza. Oriundo del departamento de La Paz, en Honduras, Eddie José dice que su motivación a buscar el sueño americano es "el dinero, se gana más que en donde yo vivo".

En su tierra sólo tiene trabajo como albañil dos veces por semana y gana 90 lempiras, lo que únicamente le da, dice, "para comprar el maíz para las tortillas, comer con sal y frijolitos".

Se aventó sólo, y sus únicos dos amigos, menores como él, los acaba de conocer en el viaje, y son Breiner y Edwin. En caso de lograr su objetivo, no sabe a donde va a llegar. "Vamos a probar suerte, a ver como nos va. Puedo hacer lo que sea".

Su idea es estar diez años en Estados Unidos y regresar a los 27 a su lugar natal, a hacer una familia.

"Todos los días son viernes de crucifixión para los migrantes centroamericanos" por los peligros y carencias que tienen que enfrentar en su intento de alcanzar el sueño americano, dijo Rubén Figueroa.

Junto a Fray Tomás González Castillo, director de La 72, son dos de los que encabezan el Viacrucis del Migrante, que pretende llegar a Lechería, estado de México, y cuyo fin es denunciar los abusos que sufren hondureños, guatemaltecos, nicaragüenses, salvadoreños y de otras nacionalidades que cruzan por el país en busca de los Estados Unidos.

A diferencia de los gobiernos, la gente se ha solidarizado con los indocumentados, a los que no les ha faltado comida, aunque sea en poquito. Tortas, sándwiches, horchatas, refrescos, son algunas de las donaciones. Personal de La 72 les cura sus pies cansados, pues desde el domingo no han dejado de andar.

"La gente en México no es mala", señala Fray Tomas. Son las autoridades las que han sembrado la idea de que no hay que ayudar a los migrantes, recrimina.



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