CADEREYTA. A menos de 200 metros del sitio donde el pasado viernes el director general de Pemex, Emilio Lozoya, señaló que para este domingo sería retirado el 100% del hidrocarburo del río San Juan, un grupo de biólogos constató ayer que todavía hay mucho crudo qué recuperar.

Por un canal de riego que cruza entre naranjales, las natas de petróleo avanzan en los cordones oleofílicos que instalaron los técnicos de la empresa Biotecnología Aplicada al Saneamiento Ambiental (BASA), para contener el derrame.

Pero la tarea de recuperación de crudo no sólo está inconclusa en el campamento principal, sino principalmente en los sitios más cercanos a la fuga que se detectó hace 15 días.

Los biólogos Antonio Hernández Ramírez y Thania López García se muestran consternados ante la magnitud de los encharcamientos de chapopote que cubren los pastizales y pintan de negro los tules que los campesinos cortan con machetes; deben meter medio cuerpo en una masa viscosa y maloliente que ocupa el canal de riego.

Al costo de su vida, las plantas funcionaron como barreras naturales de contención, dice la consultora ambiental Thania López; pero para remediar el daño ecológico, expone, no sólo es necesario quitar la maleza contaminada, y retirar todo el petróleo encharcado, sino además dragar y sacar toneladas de tierra impregnada a fin de llevarla a un confinamiento especial para residuos tóxicos.

López García comenta que BASA realizó un trabajo muy poco profesional, pues debió colocar un bordo con costales de grava, para evitar que el crudo se infiltre y se vaya al río.

Roberto Méndez, también biólogo, se muestra sorprendido por la tecnología “tan atrasada y rudimentaria” de cordones oleofílicos y barreras marinas, que son métodos de contención y no de remediación, pues “podrían utilizarse agentes biológicos”.

Antonio Hernández consideró que resultarán seriamente afectados los ecosistemas riparios de flora y fauna, con daños que se manifestarán en el corto, mediano y largo plazo.

En tanto, vecinos del ejido Mexiquito señalaron que el agua de sus norias huele y sabe a petróleo desde hace un año y medio, aunque no saben si es por las constantes fugas o por falta de mantenimiento en los ductos.