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En la cárcel, el falso "Macho Prieto"

Laura Sánchez| El Universal
Lunes 13 de octubre de 2014
En la crcel, el falso

El 26 de septiembre de 2012, Judith fue sorprendida por la noticia de que su esposo había sido detenido en un bulevar de Tijuana por policías estatales, quienes lo esposaron y golpearon tanto que los uniformados lo felicitaron por haber soportado lo que la Policía Estatal Preventiva llamó técnicas de control para poder neutralizarlo. (Foto: Especiales )

En 2012 fue detenido Adrián Vázquez, identificado de forma errónea como Gonzalo Inzunza, el capo que fue abatido por fuerzas federales en 2013

Tijuana

Al paso viene arrasando Macho Prieto al mando, Gonzalo va al frente/ Del caballito arrendado varios cargadores le rodean el cinto, artillero empecherado por todos lados calibre distinto/ R-15 bien cargado/ granadas de mano y valor suficiente. Las estrofas suenan tan fuerte, que para todos los vecinos del pequeño ejido Corerepe, en Guasave, Sinaloa, es evidente lo que andan escuchando esa tarde los primos Luna. Adolfo, Alberto, Juan y Jesús, quienes acaban de instalar un estéreo en el carro que les prestó un tío.

Es el verano de 2011, y se pasean coreando los corridos del momento; se refugian del calor grosero de julio en el patio de la casa de su nana, sin soltar la cubeta blanca repleta de caguamas rojas con la que mitigan la sed. Cambian de una canción a otra.

—Espérate, espérate, la canción está curada (chistosa), vuélvela a poner —interrumpe abruptamente Judith, su prima que llegó a pasar una vacaciones desde Tijuana.

Pelea y defiende al cártel sinaloense, no se queda con las ganas, sus armas descarga, ¡sí, hay que darle al blanco!

—¡Órale! —se limita a exclamar la joven de ojos chiquitos y piel color bronce; le llamaron la atención las hazañas del tal Macho Prieto, al parecer un narco que había alcanzado renombre internacional, por ser el gatillero favorito de Joaquín El Chapo Guzmán.

Pero un año más tarde, Judith sabrá todo del Macho Prieto: su fecha de nacimiento, cuántos hijos tiene, su comida favorita, qué le da miedo; qué lo hace llorar, todo, porque un falso Macho Prieto, al que la Secretaría de Seguridad Pública de Baja California detendrá en un bulevar de Tijuana, se llamará Adrián Vázquez y será su esposo.

Hoy Judith seguirá feliz, aunque secándose el calor, tarareará uno que otro corrido viejo, de esos que escuchaba cuando vivía con su nana, en Sinaloa.

***

El 26 de septiembre de 2012, a Judith le agarró la noticia cuando dudaba entre entrar al cine en la Plaza Macro Plaza o regresar a casa. Había peleado con su esposo Adrián y en todo el día no le había llamado, así que agarró a sus tres niños para despabilarse.

“En la tarde me llamó una vecina y me dijo ‘¡Judith, ni vengas, está toda tu casa llena de pepos (policías estatales)!, traen a don Adrián, y le están pegando’”, no entendía nada. No sabía por qué los policías había destrozado su pequeña casita de interés social, localizada en las afueras de Tijuana.

Fue a las siete de la mañana del 27 de septiembre cuando Judith comprendió todo, y estalló en risa. Abrió los periódicos y vio de titular la fotografía y el nombre de su esposo: “la Policía Estatal Preventiva (PEP) detuvo a Adrián Vázquez Lagunas, alias El Macho Prieto.

“¡¿Que El Macho qué?! ¡Cómo no iba a saber quién era El Macho Prieto, soy de Sinaloa! En ese momento me dio mucha risa, no podía creerlo. Y que encabezaba un cártel, cómo la juegan si él es chofer de una calafia (un camión de transporte público)”.

A todos les dio risa la noticia, sabían que era una confusión y se arreglaría rápidamente. Hasta su mamá dijo en aquel entonces: “Pero si ése de macho no tiene nada, m’hija, de dónde el amigo”. Adrián era un papá preocupado por sus tres pequeños niños, había comprado una calafia con la liquidación de la fábrica donde trabajaba y pagado otra parte en abonos.

El día de la detención precisamente andaba recorriendo la ruta de la calafia: cinco y 10 bulevar 2000 en su carro, para analizar los peligros que enfrentaría, pues era bien conocido que en el tramo de 2000 secuestraban y robaban.

Fue en la PGR donde Judith se enteró que a su esposo lo detuvieron a las 4 de la tarde, “por exceso de velocidad”. Imposible, dice, porque lo agarraron dando vuelta a una curva. Que lo esposaron y golpearon, que fue tanta la tortura que los policías estatales hasta lo felicitaron: “la verdad, nuestro respetos, ninguno había aguantado tanto, siempre se nos mueren, compa”. “Técnicas de control para poderlo neutralizar”, le llamó la Policía Estatal Preventiva a la tortura.

Le exigían que les pusiera “dinero y drogas”, dice Judith, por eso los llevó a su casa para corroborar que vivía en un lugar sin lujos. La casita de Adrián y Judith es muy pequeñita.

Según el reporte médico, la tortura de Adrián fue tan brutal que le quebraron siete costillas, le perforaron el pulmón, derivado de “lesiones por terceros”. El estado de salud se agravó, ya que ningún hospital en Baja California quería recibir a El Macho Prieto; el cártel de Sinaloa podría rescatarlo.

El 7 de octubre de 2012 fue trasladado al Centro Penitenciario El Hongo, donde permaneció tres meses hospitalizado, pues corría peligro de morir.

***

La madrugada del 18 de diciembre de 2013, la noticia corrió por todo Sinaloa. El gran narco que inspiraba corridos había sido abatido en Puerto Peñasco, Sonora. Ahora sabían que se llamaba Gonzalo Inzunza Inzunza, que la Policía Federal y el Ejército lo habían matado en un enfrentamiento armado. Según fuentes federales, un grupo de gatilleros se robó su cuerpo durante el tiroteo.

Pero en Tijuana impactaría más la noticia. Judith la recibía con más alegría que el mismo gobierno federal, que, a pesar de la hazaña, tenía que explicar cómo se robaron el cuerpo del narco.

“Me acuerdo que estaba sentada aquí viendo la tele cuando salió la noticia; le hablé corriendo a la abogada: ‘¡abogada, mataron al Macho Prieto verdadero!’”, creyó que ahora sí su esposo Adrián saldría de prisión.

Del otro lado del teléfono la abogada penalista, Sandra Esquer Montoya, escuchaba a Judith, pero sabía que aunque estaba comprobado que había muerto el verdadero Macho Prieto, durante la detención de Adrián le habían plantado un arma calibre .380 bersa.

****

Judith conoció a la abogada Sandra Esquer por casualidad. Desesperada, anduvo preguntando a la gente que se hallaba en la recepción de la PGR. “Le pregunté si era abogada y si me ayudaba a entrar a ver a mi esposo”.

Desde 2012 han luchado por recuperar la libertad de Adrián, y la dignidad de Judith: “De verdad, llego al penal y aunque está comprobado que no es el Macho Prieto, los guardias dicen ‘aguas, ahí viene la esposa de El Macho’”.

Sandra Esquer explica que la semana que fue detenido Adrián, la DEA lanzó una alerta, asegurando que El Macho Prieto estaba en Tijuana: “Entonces la Policía Estatal detiene al señor Adrián y a otra persona del cártel de los Arellano Félix, que tenía una orden de extradición; hacen todo el escándalo, dicen que detuvieron al líder que buscaba la DEA y al más buscado de ese cártel, a pesar de que el señor Adrián nunca aceptó que era El Macho”.

Dice la abogada que cuando detuvieron a Adrián, los policías se transportaban en un vehículo sin logo ni placas y que estaban fuera de su horario de trabajo. En un documento entregado a EL UNIVERSAL se muestra el horario de salida que firmaron tres de los agentes que lo torturaron: a las 3 de la tarde.

“El grupo de inteligencia fue creado para abusar de la ciudadanía, no encuentro ninguna facultad de un policía para estar parando gente vestido de civil; con toda la impunidad lo paras, lo golpeas, lo llevas a recorrer casas”, dice.

Tanto la abogada Esquer como Judith aseguran que, aun en los careos, uno de los elementos que detuvo a Adrián las amenaza frente a las autoridades. Lleva su dedo al cuello, y simula que lo corta. “Te voy a matar”, es lo que quiere decir, narra Judith.

Adrián Vázquez, ése al que aún llaman El Macho Prieto, adentro y afuera del penal, sigue en prisión, pues para completar su proceso era necesario que se le aplicara el Protocolo de Estambul, que corroboraría la tortura y la detención injusta.

“Hemos retrasado el juicio de amparo, porque en dos años no pudieron desahogar esa prueba, los peritos tardaron dos años, no hay una explicación (...) legal, es absurdo, sólo era necesario que un médico viera sus lesiones”.

La justificación de la Procuraduría General de Justicia de Baja California, que aplicó el Protocolo de Estambul dos años más tarde, fue: “Porque no tenían cómo imprimir el formato y adecuarlo, porque su computadora no era compatible con la impresora”.

Hace unos días, finalmente, los peritos de la Procuraduría presentaron la resolución. “No existió tortura, sólo uso excesivo de la fuerza”. Judith, una mujer sinaloense de temple duro, se desbarata: “No, aún no puedo decírselo a mi esposo, se va a hundir, no puedo”. Porque este Macho Prieto sí llora y presenta depresión, no se parece en nada al Macho de los corridos”.

A pesar de que Adrián Vázquez estuvo dispuesto a dar su testimonio a EL UNIVERSAL, la Secretaría de Seguridad Pública negó el acceso al penal. Comunicación social y funcionarios del sistema penitenciario dijeron: “aún no me dan una respuesta”.



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