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Crónica. "Se lo llevó el arroyo... No pudimos velarlo ni rezarle"

Julián Sánchez e Isaías Pérez Enviados| El Universal
Lunes 22 de septiembre de 2014

Video. A Juan Ponce el río se lo llevó con todo y camioneta y ninguna autoridad lo buscó, nadie ayudó a su familia; su esposa y sus vecinos debieron hacer la búsqueda y cuando lo encontraron no les permitieron velarlo

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TRAGEDIA. La señora Flor Morales Cruz se quiebra al narrar cómo encontró a su esposo muerto tras ‘Odile’ . (Foto: JORGE SERRATOS EL UNIVERSAL )


Video. Video Odile se llevó su casa minutos después fue arrollado con su auto


SAN JOSÉ DEL CABO

“Queríamos velarlo pero no nos dejaron los del Semefo, nos llevaron a que lo enterraran y ni siquiera nos dejaron acercarnos para que nos despidiéramos de él. Ya no pudimos rezarle, no nos dieron tiempo que porque ya estaba en estado de putrefacción”, narraFlor Morales Cruz, viuda de Juan Ponce Quezada.

A Juan se lo llevó el arroyo. Ese día que golpeó el huracán Odile falleció ahogado, luego de que la corriente arrastró su camioneta. Encontraron su cuerpo cinco días después semienterrado, cubierto de ramas y piedras.

“Pasaban los días y los días y me decían en el Ministerio Público que no me preocupara, que a lo mejor mi esposo se había ido de borracho o a un albergue, y que por ahí andaba, pero mi esposo ni tomaba, no iba borracho, ese día iba en la camioneta con mi hermano, él sí pudo nadar y salvarse”.

“Las autoridades no me hacían caso, les decía que lo buscarán, pero lo único que me decían era usted tranquila, tranquila, no pasa nada, pero yo les decía que lo iba a comenzar a buscar y me decían que no, que dejara que ellos hicieran su trabajo, pero la verdad ya no pude más, estaba muy desesperada y organice una brigada con vecinos del Vado de Santa Rosa”.

“Encontramos la camioneta enterrada, en el arroyo ya seco y yo quería que la sacaran, les decía que a lo mejor estaba abajo de la camioneta, hasta que pasó un señor en bicicleta, un viejito, y nos dijo: ‘no busquen ahí, ahí no está, hay un muerto enterrado a dos kilómetros de aquí, a lo mejor es él’.

“Fuimos y sólo se le veía una pierna, estaba enterrado, su cara, todo, y me decían mis hermanos que no era él, y yo les dije que sí. Cómo no lo iba a reconocer si es mi esposo y él tenía una cicatriz en la pierna y le lavaron y si la tenía. Fue entonces cuando fui al Ministerio Público para que me ayudarán y sólo así me hicieron caso”.

Flor también perdió su casa, como decenas de personas que vieron destruidas sus viviendas el fin de semana pasado; recuerda que a Juan se lo llevaron empleados del Servicio Médico Forense, pero le dijeron que no podían arreglarlo por la falta de luz y que lo mejor era enterrarlo lo más pronto posible.

Se lo llevaron enseguida al panteón en un ataúd que ahí les proporcionaron, señala la mujer desconsolada por la pérdida de su esposo y, desesperada, pide apoyo porque se quedó sin casa y no puede mantener a sus tres hijos.

“Mi esposo era el que nos mantenía. El era plomero, era muy trabajador, era un hombre de bien”, comenta mientras muestra fotos de Juan junto a sus tres hijos.

El día de la tragedia

La noche del 14 de septiembre, el día que tocó tierra Odile, Juan se encontraba en su casa hecha de triplay y techo de lámina. Sus hijos y su esposa estaban en casa de su suegra. Juan se quiso quedar a cuidar sus pertenencias.

Al sentir que todo se lo llevaba el viento, fue con su cuñado Naum Morales: “Vimos como poco a poco el viento destruía la casa y muy triste me dijo: ‘ya perdí todo’ y agregó: ‘¿Nos quedamos aquí o nos salimos?’ yo no me quería salir de mi casa; pero él se desesperó porque quería saber si sus hijos estaban bien y dijo que nos fuéramos; nos subimos a la camioneta y por la carretera no pudimos avanzar, nos quedamos por donde se hizo el arroyo. Vino el viento fuerte y se rompió un vidrio de la camioneta y se apagó.

Se quedaron varados esperando y pensando que tal vez pasaría el viento, pero no pasó, “se venía más fuerte, un poste se nos cayó y el motor ya no quiso prender; el agua comenzó a subir y vino un oleaje muy fuerte, nos arrastró. Nos salimos por una ventana y el agua nos jaló. Me golpeé muy fuerte el hombro y me arrastraba el agua (...), comencé a nadar, me agarre de una malla y busqué a Juan. Le gritaba y nada”.

“Fue horrible, ya no lo encontré. Todavía antes cuando esperábamos a ver si pasaba el viento, Juan me decía que no me preocupara que yo iba a estar bien, que Dios nos tenía preparado algo a cada uno. Me siento muy mal porque no pude hacer nada por él, me siento culpable de no habérselo llevado a mi hermana y a mis sobrinos. Ahora no se qué vamos a hacer”, narra.



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