Historia. "¿Por qué el gobierno mata a los alumnos?"
ANGUSTIA. Todos los padres de familia que desconocen el paradero de sus hijos están en Ayotzinapa. Duermen en los cubículos pequeños que los mismos normalistas prestan para que allí se queden, sin embargo, aseguran que no logran descansar. (Foto: CHRISTOPHER ROGEL BLANQUET / EL UNIVERSAL )
CHILPANCINGO
Los une la fe de que sus hijos van a regresar, pero también el coraje contra el gobierno: “¡Porque somos pobres nos hacen esto!, ¡Porque no nos podemos defender!”, eran los reclamos que algunos de los padres de familia, de los 43 jóvenes desaparecidos, hacían en la escuela Normal Rural de Ayotzinapa, Raúl Isidro Burgos.
Ante la presencia de personal de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) que recabó testimonios de los padres de familia, se escuchaban los sollozos de los padres, hermanos, primos, abuelos, de los normalistas que desaparecieron hace cinco días, luego de que hubiera dos ataques en su contra por policías municipales de Iguala, de esos hechos seis personas fallecieron, tres de ellos normalistas y 25 resultaron heridos.
Todos están en Ayotzinapa. Duermen en los cubículos pequeños que los mismos normalistas prestan para que allí se queden, pero poco descansan, poco comen, poco piensan, dicen. Se la pasan llorando. Cuando reflexionan, se preguntan: “¿Por qué el gobierno mata a estudiantes cuando los debería apoyar? Vea cómo está su escuela, es muy buena y se encuentra en malas condiciones”, señala Hilda Hernández, mamá de César González, estudiante de primero.
Al entrar a Ayotzinapa el clima cambia, la construcción que fue una hacienda en el siglo XIX y que alberga a 500 estudiantes de escasos recursos es muy acogedora, descuidada, pero bonita: hay patios grandes, salones de piedra, que parecen de otra época; un camino empedrado que remonta a la época colonial, también hay murales en honor a los normalistas asesinados extrajudicialmente el 12 de diciembre de 2011.
Los padres tienen las fotografías de sus hijos en las manos y piden a los reporteros que las tomen, que les digan a quienes los tienen que los extrañan, que ya no aguantan más angustia, que se los regresen. Además de su dolor por no saber de sus hijos, todos tienen algo en común: su pobreza; son campesinos u obreros.
Margarito Guerrero Tecoapa toma la fotografía de Yosivani Guerrero de la Cruz, normalista desaparecido y que en un primer momento sus compañeros daban por muerto. Yosivani es el hijo menor de siete, el único que decidió estudiar, para maestro, “porque es la carrera más económica”. Su promedio al salir del Conalep en Tixtla fue de 9.8; “quería salir adelante”.
Blanca Nava Vélez llora por su gordo Jorge Álvarez Nava, de 19 años, que acababa de entrar a la normal rural y el martes pasado cumplió años, fue la última vez que habló con él para felicitarlo. La historia coincide con las demás, Jorge quería ser maestro para ayudar a sus papás que viven del campo. “Quiero decirle que daría mi vida por él, porque regresara. Extraño que me canté, le gusta tocar la guitarra, me toca canciones, mientras hago las tortillas”.
Preparan protestas
Las historias son anotadas por el personal de la CNDH, mientras que al fondo se ven los murales de los guerrilleros Genaro Vázquez Rojas y Lucio Cabañas Barrientos, egresados de esa escuela con tintes socialistas que se fundó en 1920. Hay mucha actividad en Ayotzinapa, los jóvenes entran con autobuses de línea, con productos de Sabritas, de Lala y reparten paletas de Holanda.
Los salones están repletos de otros jóvenes que vienen llegando de las otras 14 normales que hay en el país. Preparan la marcha del 2 de octubre para conmemorar la matanza de 1968.
Homenaje
Ayer, normalistas de Ayotzinapa rindieron un homenaje a Julio César Velázquez, tercer víctima identificada, de los hechos violentos en Iguala. Iba en primer grado y tocaba la trompeta en la banda de guerra “Halcones de Ayotzinapa”.
En presencia de los padres y familiares del joven, originario de Tixtla, municipio donde se encuentra la normal rural, sus compañeros recordaron la matanza del 2 de octubre y lamentaron que estos hechos sigan ocurriendo. “Exigimos justicia. No es posible que a cuatro años de este gobierno llevemos ya cinco compañeros asesinados extrajudicialmente”.
Durante el homenaje la normal rural fue resguardada por al menos por 20 policías de la Coordinadora Regional de Autoridades Comunitarias (CRAC), quienes estaban armados con rifles AR-15.