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Decir que el fenómeno de los niños migrantes sorprende o es poco visible invita a pensar que las autoridades responsables no quieren acercarse a la ruta de la movilidad migratoria o que los funcionarios a su mando están realizando diagnósticos superfluos, coyunturales y sin un análisis de proyección, declaró Javier Urbano Reyes, coordinador del Programa de Asuntos Migratorios de la Universidad Iberoamericana (UIA).

Explicó que “desde hace años los albergues que atienden a los migrantes en México han alertado sobre el desplazamiento de miles de infantes que son traficados ‘por encargo’ de sus parientes en la Unión Americana para conseguir una reunificación familiar irregular en respuesta a un sistema legal estadounidese que la rechaza.

El también académico del Departamento de Estudios Internacionales de la UIA dijo que “es francamente risible” que en los análisis no se haya entendido que la crisis económica y social en algún momento iba a terminar por romper toda la cadena comunitaria en las regiones de origen. “¿No era previsible que en algún momento se integraran los niños migrantes a este flujo, dado el rompimiento del tejido social producto de la pobreza en la región?”.

Expresó que en este problema existe una responsabilidad política y jurídica del sistema legal de EU, pero México no queda exento de responsabilidades.

“La existencia de una Ley de Migración cuestionada por severas fallas de diseño, se ve más rebasada aún con la presencia de niños para quienes la infraestructura de “aseguramiento” no tiene cabida, y si la tiene, es insuficiente.”

Dijo que la presencia de los niños migrantes es un síntoma del desgarramiento de los tejidos sociales a los que urge intervenir.