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"¿Para qué nos esmeramos en la formación de nuestros hijos?"

Cristina Pérez-Stadelmann y Óscar Balderas| El Universal
Miércoles 10 de diciembre de 2014

RECUERDO. Familiares y amigos colocaron veladoras y flores en las columnas de La Pérgola, a manera de altar para Kassandra, justo a espaldas de la Plaza de Los Mártires de Uruapan. (Foto: RAÚL TINOCO / EL UNIVERSAL )


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“¿Para qué nos esmeramos en que nuestros hijos tengan una formación correcta y adecuada? ¿Para qué nos esmeramos en impulsarlos, si nos damos cuenta que una sola persona (por algo que aún desconocemos) puede acabar con los sueños de nuestros hijos, y no sólo sus sueños, sino con los de nosotros como padres?”.

Quien así se expresa es el señor Luis Alberto Bravo Navarrete, padre de Kassandra, quien recuerda, en entrevista con EL UNIVERSAL, el día que tuvo que identificar a su hija en el anfiteatro. “Fue un impacto muy fuerte para los cuatro familiares que la identificamos. Tuvimos que dar esa batalla, de la que aún no nos recuperamos. Hemos tratado de tener serenidad, calma y, sobretodo, mesura, prudencia, pero exigimos que esto ya no pase con más jóvenes y con más personas. Están aniquilando a la juventud de México. Es a la juventud a quienes están destruyendo”, denuncia.

“Sólo puedo decir que nosotros vamos a confiar en las autoridades, y veremos hasta dónde será posible que lo ocurrido con Kassandra pueda ser solucionado. Necesitamos fortaleza para salir adelante y para que la vida continúe, a pesar de los cambios. Por mi profesión como abogado me he capacitado en tanatología y sé que si algo nos cuesta en la vida es adaptarnos a los cambios, y aún más si éstos no son para mejorar sino para enfrentar una situación de la magnitud de la nuestra”, comenta.

Luis Alberto Bravo Navarrete, quien labora en Morelia, quiere que se sepa que su hija era una joven comprometida que brindaba asistencia en asilos, que tenía una vida tranquila, que tuvo muy buenas calificaciones y no se metía en ningún problema.

“Sé que para nosotros la vida continúa, yo sigo con mi trabajo (el padre de Kassandra es empleado de la Secretaría de Educación); y aunque no sabemos qué pudo haber originado esta situación, sabemos que ella no tenía problemas con nadie, no tenía enemigos. Era una chica muy alegre, muy dedicada a su trabajo, todo cuanto hacía era con mucha dedicación”, dice.

“Hemos estado muy pendientes de nuestros muchachos (se refiere a sus hijos) y hasta el momento no encontramos ninguna situación donde pudiéramos suponer que ella estaba en peligro”, recalca el padre, quien además asegura que ya no está en la etapa de la negación de la muerte de su hija: “eso ya es inevitable”, asegura.

“Estoy en la etapa de regateo, término que según la tanatología quiere decir cierta aceptación. Continúo trabajando. Nadie nos va a detener. Tomo fortaleza de mi profesión, de los cursos que he tomado, de la vida misma. Mi profesión me ha enriquecido para enfrentar cualquier situación, aunque en lo que menos pensamos es en una situación de esta magnitud”.

El padre de Kassandra descarta cualquier tipo de venganza por algún asunto jurídico entablado por él o relacionado con su trabajo; y confía en que la Procuraduría estatal seguirá las líneas de investigación adecuadas en las que él no se involucrará: “pues podría entorpecer las labores de investigación”.

“Aún no nos han informado con precisión. Lo que nos dicen es que se están abriendo líneas de investigación y que supuestamente ya tienen algunos indicios para esclarecer la verdad, pero nada en concreto”, expone.

Hablan los primos

Elías Oseguera, primo de Kassandra, dice que tiene un vacío en el estómago que no se va, aunque coma, beba o sueñe con la sonrisa de su ser querido. Ese sentimiento, señala con el dedo, anidó en alguna entraña arriba de su ombligo desde las 2 de la mañana del día siguiente que secuestraron a Kassandra, con la que compartía edad y la afición por el equipo de las Chivas de Guadalajara.

“Me dijeron mis papás ‘párate, secuestraron a Kassandra’ y yo sentí... no sé, horrible, no sé... quise investigar por qué o quién, pero cuando empecé con eso de preguntar, pues nos enteramos que la encontraron mis tíos”, cuenta.

Se le asoman las lágrimas, hincha el pecho para contenerlas y mira al sol como esperando le seque los ojos.

“Era bien alegre, bien linda, siempre sonreía... bueno, nomás se enojaba cuando le decíamos que se parecía a (la cantante) Selena Gómez”.

A lado, Nicté Oseguera, otra prima de Kassandra, y también de 19 años, suelta una risa apretada que rompe con la solemnidad de la protesta: “No le gustaba, porque decía que ella era orgullosamente purépecha”.

“La imagen... esa de ella, así, su carita ¿la viste? No, así no queremos recordarla, ¿viste la otra donde está riéndose en un camión?”, pregunta Anaíd Oseguera, de 34 años, otra prima de Kassandra. “Era en unos de sus viajes de misiones, ahí prestaba servicios médicos a gente muy pobre. Esa es la imagen que queremos recordar: ella era alegre, abrazaba a todos. Ahora dicen que por eso le pasó lo que le pasó, que porque la veían con muchos chavos, pero todos eran sus amigos. ¿Qué mundo es éste que por abrazar a tus amigos te hacen... eso?”.



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