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A un año, el drama sigue en La Montaña

Vania Pigeonutt Corresponsal| El Universal
04:20Viernes 12 de septiembre de 2014

Hace ya un año que las lluvias de la tormenta tropical Manuel arrasaron con sus escuelas y su centro de salud, desfiguraron 142 casas, cobraron una vida y lesionaron a más de 300 personas PEDRO PONCE / EL UNIVERSAL

El escenario de desolación de septiembre de 2013 casi nada ha cambiado PEDRO PONCE / EL UNIVERSAL

De los mil 600 habitantes de Zontecomapa, 98% resultaron afectados por las lluvias torrenciales PEDRO PONCE / EL UNIVERSAL

Unas 142 familias perdieron sus casas y viven aún con vecinos, amigos o familiares; otras 95 están a punto de quedarse sin hogar PEDRO PONCE / EL UNIVERSAL

Los caminos en esta zona parecen líneas sin forma, muchos aún están sin acceso y con un material que parece cascarón de huevo PEDRO PONCE / EL UNIVERSAL

Los municipios más afectados fueron Acatepec, Tlacoapa, Metlatónoc, Iliatenco y Cochoapa El Grande, donde a la fecha, en varios de sus pueblos, es imposible acceder por vía terrestre, a menos que sea a pie PEDRO PONCE / EL UNIVERSAL

Las escuelas improvisadas con carrizos de palma, cartón, palitos y algunas aulas de adobe, son insalubres, inestables y endebles para que los niños tomen clase PEDRO PONCE / EL UNIVERSAL

Los pobladores denuncian que las autoridades los olvidaron, pues los apoyos prometidos no han llegado para reconstruir su localidad PEDRO PONCE / EL UNIVERSAL

PEDRO PONCE / EL UNIVERSAL

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A un ao de emergencia causada por los fenmenos meteorolgicos, los pobladores denuncian que las au

ABANDONO. A un año de emergencia causada por los fenómenos meteorológicos, los pobladores denuncian que las autoridades los olvidaron, pues los apoyos prometidos no han llegado para reconstruir su localidad. (Foto: PEDRO PONCE / EL UNIVERSAL )

Viviendas, calles, escuelas y clínicas están abandonadas desde hace un año por los graves daños que provocó la tormenta "Manuel" en esa región

estados@eluniversal.com.mx
ZONTECOMAPA

Cuando la neblina cubre los altos cerros que rodean esta comunidad de Acatepec la gente toma escapularios, imágenes de santos y pide que “el de arriba” no se ensañe con ellos, que no llueva más de lo necesario. Hace ya un año que las lluvias de la tormenta tropical Manuel arrasaron con sus escuelas y su centro de salud, desfiguraron 142 casas, cobraron una vida y lesionaron a más de 300 personas. El escenario de desolación de septiembre de 2013 casi nada ha cambiado.

De los mil 600 habitantes de Zontecomapa, 98% resultaron afectados por las lluvias torrenciales. Unas 142 familias perdieron sus casas y viven aún con vecinos, amigos o familiares; otras 95 están a punto de quedarse sin hogar, porque las cuarteaduras y “socavones” que dejó Manuel en la estructura de sus pequeñas viviendas de adobe, tienen un avance irreversible y no tardan en provocar su colapso.

Juvenal Díaz, comisario de la comunidad, dice que igual que la mayoría de las 600 que conforman La Montaña y abarcan poco más de 20% de territorio guerrerense, que casi en su mayoría resultaron afectadas hace un año, sólo en Zontecomapa se perdieron 354 cultivos de maíz y 260, entre huertas de café, plátanos, granadas, chayotes, duraznos, limones, aguacates y cañas, generadas por la agricultura, actividad principal en la zona.

En la carretera Chilapa-Tlapa, un anuncio del gobierno federal indica que mediante el Plan Nuevo Guerrero “se construyen mil 910 kilómetros de carreteras”. Sin embargo, los caminos en esta zona parecen líneas sin forma trazadas por un niño de kínder, muchos aún están sin acceso y con un material que parece cascarón de huevo, siempre hay baches y desperfectos en los pocos caminos de concreto.

Las lluvias de Manuel que chocaron con las del huracán Ingrid, que entró por costas de Veracruz, fueron tan nocivas para las familias guerrerenses, que hicieron involucionar a la entidad unos 20 años, de acuerdo con el Centro de Derechos Humanos de La Montaña, Tlachinollan.

Los municipios más afectados fueron Acatepec, Tlacoapa, Metlatónoc, Iliatenco y Cochoapa El Grande, donde a la fecha, en varios de sus pueblos, es imposible acceder por vía terrestre, a menos que sea a pie y enlodándose los zapatos, porque los camino son pantanosos.

En Zontecompa es así. Para llegar a la comunidad de la colonia Palo Seco se camina al menos una hora y media. Se enlodan los zapatos, en algunos tramos el barro llega hasta arriba de los tobillos. Pero las mujeres no tienen zapatos resistentes y a veces echan a perder su calzado de plástico, que en la tienda de la localidad cuesta 38 pesos. Prefieren quitárselos, seguir a pie, aunque lleguen sucias y más cansadas a sus destinos; no les queda de otra, o tendrían que comprar diario un par de chanclitas.

Es el caso de las maestras, cuando tienen que llevar la nómina a Tlapa o hacer otros trámites, siempre, cuentan, llegan sucias a sus destinos. “¿Queremos saber dónde está la millonaria inversión que tanto presumen?”, demandan en referencia a los 14 mil millones de pesos para la reconstrucción de la infraestructura carretera, puentes y caminos, que la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT) destinó a Guerrero.

Escuelas improvisadas

La letra de canción: Qué triste, se oye la lluvia/ en los techos de cartón/ qué triste vive mi gente/ en las casas de cartón/ del venezolano Alí Primera, ilustra las condiciones en las que toman clases los 91 niños del preescolar Ignacio Manuel Altamirano y los 211 de la primaria Lázaro Cárdenas. Las escuelas improvisadas con carrizos de palma, cartón, palitos y algunas aulas de adobe, son insalubres, inestables y endebles para que los niños tomen clase.

Sentada afuera de su salón, donde unas 20 madres de familia esperan a sus hijos bordando flores en servilletas de tela, Josefina Ojendiz Mejía, maestra de tercer grado de preescolar, explica que las señoras van a dejarle el almuerzo a sus hijos que cuando les va bien consiste en una tortilla gordita (memela); cuando tienen un poco más de dinero les compran chicharrones hechos en casa.

Vanessa, una niña de ojos negros y de cabello trenzado, se cuela a la plática. Se sienta al lado de Jose, la mentora. Escucha que se habla de su preescolar, donde había juegos, pero que sepultó el río de Zontecomapa, junto con las instalaciones de la primaria Lázaro Cárdenas, cuyos niños también toman clases en salones que cuando llueve parecen tener en los techos regaderas. Le dice a su maestra: “Na’ndo ri ma’guma guiw’a na Mani ga’ma”, que traducido del Me’Phaa al español significa “quiero que se construyan nuevas aulas”.

Todos allí quieren que se construyan nuevas aulas, incluso la comunidad ya donó los terrenos en una parte alta, porque donde estaban, el río se volvería a “llevar” las nuevas construcciones. En esa zona, a la fecha, a un año de que las escuelas quedaran sepultadas, se observa el material pétreo del caudal, varillas y algunos libros echados a perder que la SEP maneja para la educación bilingüe.

Juvenal Díaz calcula que “la construcción de la primaria Lázaro Cárdenas —que está a la entrada del pueblo, antes de recorrer por más de una hora el camino casi intransitable para llegar al centro del poblado— lleva 15% de avance y no confío, pero quiero pensar que antes de que termine el año ya estará lista”.

En su único centro de salud, la situación apenas comenzó a regularizarse hace unos tres meses, pero no a 100%. “No hay medicinas, médicos, dentistas, nada”.

En Acatepec, como en muchas comunidades de La Montaña, es una constante la falta de agua potable en las comunidades, la falta de transporte o el que hay es muy caro, de telefonía móvil, de alimento, pues la gente, coinciden unos 20 testimonios, a veces sólo alcanza a comer arroz y frijoles, comenta Jose, la maestra.

Juvenal Díaz asegura que tienen un atraso y marginación que mucha gente no podría imaginarse. Aún hay hechiceros y brujos que hacen “maldades” con cráneos humanos, hay peleas viejas por linderos entre otras comunidades, en varios casos de otras etnias como la Ñu Savvi (mixteca), lo que pone al descubierto que la mayor parte de la población no ha estudiado ni la primaria y su única guía o es la tradición, la creencia o el orgullo, o todas juntas.

Con sus 32 mil habitantes repartidos en 133 colonias y comunidades, Acatepec, al igual que Tlacoapa, donde tampoco hay hospital, porque el que había se dañó durante la tormenta tropical, ni caminos a 100% reparados, demuestran que a un año de la contingencia, en La Montaña, como opinan varios defensores de derechos humanos se ha hecho casi nada.

No hay medidas contra crisis

Abel Barrera Hernández, de Tlachinollan, considera “que el número excesivo de muertes registrado en la región debido a Manuel (más de 30, según las autoridades de las comunidades) sólo puede entenderse como consecuencia de la fragilidad de los derechos sociales”.

Opina que “el Plan (Nuevo Guerrero) cuenta con proyectos de combate a la violencia contra la mujer y la extensión a otras comunidades de la Cruzada contra el Hambre, pero éstos programas no son medidas diseñadas en respuesta a la contingencia y ni mucho menos para revertir la crisis dadas sus dimensiones”.

“M’baya”

¿Cómo se podría ejemplificar la marginación y la pobreza?, ¿Con un globo en el patio de un preescolar como única pelota de 30 niños?, ¿Con un pedazo de tortilla que comparten otros tres?, ¿Huaraches diminutos desgastados?, ¿Con la ropa sucia y remendada que portan los habitantes de Zantecompa?, ¿Con la falta de energía eléctrica o de agua potable?

María, una niña de tan sólo cinco años de edad, todavía no sabe de esas cosas, pero enseña a decir adiós en su lengua: “M’baya”. Solicita, a través de su maestra Jose, que no la olviden.



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