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A un año de "Manuel" y siguen en albergues

Vania Pigeonutt| El Universal
04:15Domingo 14 de septiembre de 2014
Habitantes permanecen refugiados en un gimnasio en Chilpancingo desde hace un ao; con cobijas, arma

ALBERGUE. Habitantes permanecen refugiados en un gimnasio en Chilpancingo desde hace un año; con cobijas, arman "habitaciones" para tener algo de privacidad. (Foto: EDUARDO GUERRERO / EL UNIVERSAL )

Las lluvias de la tormenta tropical le arrebataron sus casas a familias de poblados de Chilpancingo, Guerrero, y las obligaron a vivir desde hace un año en un albergue. En una superficie de 200 metros cuadrados cohabitan 120 personas en espera de que las reubiquen

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CHILPANCINGO

Valeria Godínez Blas aún se siente triste, pero piensa en lo que sigue: quiere su casa y vivir “tranquila” con sus tres hijos. El 15 de septiembre de hace un año sufrió la pérdida más grande de su historia.

Las lluvias del huracán Manuel no sólo le arrebataron su casa y la obligaron a vivir desde hace un año en un albergue temporal: la dejaron viuda y sin un hijo, que pudo ser sacado del lodo hasta dos días después de que un alud de tierra lo dejara muerto a ras del piso.

En lo que solía ser la cancha de basquetbol del Instituto del Deporte de Guerrero (Indeg), junto a su tristeza que se le nota en la mirada, Valeria se refugia a la espera de ser reubicada, con otras 42 familias y sus hijos que le sobreviven. En un área de unos 200 metros cuadrados cohabitan 120 personas a la espera de una casa, a quienes desde 2013 les prometieron que estaría listo el fraccionamiento “El Mirador”, donde vivirán con mil 100 familias más, pero nada.

La tormenta que afectó a Guerrero como nunca antes un fenómeno natural había hecho y dejó al descubierto que en Chilpancingo —una de las ciudades con menor índice de desarrollo del país de acuerdo con el Instituto Mexicano Para la Competitividad (IMCO)— hay rezagos que no se han podido combatir y que las lluvias los evidenciaron aún más: la falta de agua potable, de planeación en construcciones y vialidades, con autorización de colonias en zonas inestables y en áreas verdes.

Hay poblados en la capital de Guerrero que no han sido reubicados, damnificados acondicionaron como vecindad las canchas del Indeg, siguen los trabajos de reparación de la principal vialidad alterna y encauzamiento de aguas negras, pues el drenaje colapsó por las lluvias de 2013 y contaminó al río Huacapa, lo que ha provocado enfermedades gastrointestinales en habitantes de colonias de la periferia y caos vial en la ciudad.

No hay “mucho avance” en la reubicación de comunidades serranas, como Azinyahualco y San Vicente, pese a que en ambas más de mil personas perdieron sus viviendas, sus cosechas y a la fecha la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (Sedatu) les dice que ya tiene los terrenos, pero hace falta regularizarlos. En el caso de los habitantes de San Vicente, poco más de 200 viven de forma improvisada en el terreno “Coapanguitos”, donde se supone estarán las nuevas casas.

Las 272 familias que vivían en las márgenes del río Huacapa —vialidad y encauzamiento que de manera inicial a la federación, a través de la Comisión Nacional del Agua (Conagua) le cuesta 250 millones de pesos arreglar— aún viven en la incertidumbre de ser reubicados, al igual que los damnificados del Indeg en “El Mirador”.

Se perdieron colonias como la Aztecas y el agua potable no es regular en las que están a las faldas del río Huacapa, como la San Carlos, Valle Verde Norte, María Dolores, Inviso, Amate, Industrial, San Rafael Norte, Bugambilias, Huacapita, Villas Silvestre, Villas Laurel, Galeana, San Juan y Electricistas, por mencionar algunas; ese río en los 60 era un cuerpo de aguas cristalinas y en los 90 se convirtió en desfogue de aguas negras, lo que puso en doble riesgo a vecinos, pero nunca se reparó.

Por la cantidad de agua que cayó los días 14, 15 y 16 de septiembre, el río Huacapa reconoció su cauce natural y se llevó cuanto encontró al pasó, lo mismo casas, automóviles, salas, fotografías, refrigeradores; se comió parte del concreto del Callejón del “Tío Nacho”, se llevó una pastelería, un autolavado, cuyos dueños denuncian que no han sido apoyados por completo.

Ese encauzamiento del río Huacapa, es la segunda vialidad alterna más importante de Chilpancingo, la primera es el bulevar Vicente Guerrero; sin embargo, de sus siete kilómetros que llegan hasta la presa Cerrito Rico, que también se desbordó y afectó a colonos, se destrozó la mitad.

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El alcalde priísta de Chilpancingo, Mario Moreno Arcos, quien abiertamente ha dicho que contenderá por la gubernatura en 2015 y es acusado por sus adversarios de hacer campaña anticipada, asegura que el abasto de agua se incrementó de 280 a 700 litros por segundo.

Dijo que se combate el problema de desabasto; se repartieron 122 millones de litros en toda la ciudad mediante su programa de pipas y afirma que más de 53 kilómetros de la red de drenaje, de un 30% colapsado por las lluvias, fueron rehabilitados. Pero las protestas por desabasto de agua, por lo menos una vez al mes, reflejan otra realidad.

La tragedia marcó a Valeria. Cuando su esposo Rubén Roa Román, quien falleció a los 44 años de edad, le dijo que dejaran de rentar en la colonia Obrera, al poniente de la ciudad, e “invadieran” un terreno en área verde, ella no estaba convencida, pero tenía poco dinero y necesidad de una vivienda, así que inició la suya de madera.

La casa no fue el problema, porque de los tres años que duró allí en la colonia Bellavista, a las faldas de la carranca del Tule, una de las 54 que hay en Chilpancingo, donde viven aproximadamente 3 mil personas en peligro, nunca le había pasado nada. El problema fue el cerro que “se les vino encima”. Pudo salir con sus tres hijos, de 10, 8 y 6 años, pero Adanel, de 12, se quedó con su papá y murió sepultado.

Para la mujer, que trabaja en una cocina económica, y así mantiene a sus hijos, no es fácil recordar el drama. Se quedó sin sus cosas que había comprado con esfuerzo, pero lo que más le duele y nunca —dice— se va a reponer, es haber perdido a un hijo. “Pasé momentos que no le deseo a nadie y aún así apoyos directos no he recibido. Sólo promesas, Mario (el alcalde) me ofreció una tarjeta de enseres que no llegó, el empleo temporal, mi casa que espero desde junio que nos dijeron que nos las iban a dar y nada”.

Con su folio 008578 que le dio Sedatu, espera ser reubicada; “dijeron: ahora sí el 30 de agosto se van al Mirador y nada”. Al igual que Valeria, doña Lupita, con su hija Alondra que tiene “Trisomía 21”, síndrome de Down, cuenta que les ha pasado de todo: “Nos hemos empiojado, nos ha dado hepatitis, varicela, y hongos” por estar en condiciones insalubres; espera su casa, pues la suya desapareció.

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Cozovi Ocampo, presidente del Colegio Guerrerense de Arquitectos, critica que los más de 67 mil millones de pesos del Plan Nuevo Guerrero, que consiste en la reconstrucción del estado, se usen para obras que no se han consultado con la ciudadanía, que no cuenten con planeación y que por los mismos errores, de 70% que calcula que lleva la reconstrucción en Chilpancingo, 35% esté hecha “con las patas”.

Dice que Carlos Ramírez Marín, titular de la Sedatu con el Colegio de Arquitectos y otras organizaciones de la sociedad civil, se comprometió a dos cosas: a que habría un Instituto Municipal de Planeación y un Observatorio Urbano, pero a la fecha no ha habido nada.

Dice que las viviendas de Sedatu cumplen con los estándares de calidad, “pero esos prototipos no tienen que ver con un estudio sociológico; no es lo mismo una casa en Estados Unidos, que una en La Pintada”; además, no habrá modo de que llegue agua potable a cada casa —de unas 100 que construirán— con un valor de 260 mil pesos.

Agrega que desde hace 20 años no hay un Plan de Desarrollo Urbano (PDU) y ello provoca que en la mayoría de inversiones, sobre todo federales, los trabajos se tengan que volver a hacer.

El documento Cumch-003/2014, facilitado por el Consejo de Urbanismo, establece que renovar el PDU costaría un millón 400 mil 915 pesos a Chilpancingo, presupuesto que no representa ni el 1% de la inversión federal.



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