TOLUCA.

Ubicado al sur del Estado de México, casi en los límites con Guerrero, el municipio de Luvianos está considerado como la entrada a la llamada “Tierra Caliente” y una de las localidades más violentas de la entidad; su intrincada geografía montañosa y clima cálido, lo han convertido en refugio de bandas criminales, secuestradores y productores de drogas.

Su lejanía de la capital, Toluca, y la pobreza en que sobreviven 80% de sus habitantes han contribuido en parte a que Luvianos se haya convertido desde hace al menos una década en una de las zonas preferidas por capos y extorsionadores para “camuflagear” sus operaciones al amparo de la impunidad.

Aunque la historia de Luvianos como municipio es reciente —se erigió como tal apenas en 2002; su territorio pertenecía a Tejupilco—, su fama como “tierra caliente”, llamada así no sólo por el clima semitropical sino también por el carácter “entrón” de su gente, data de al menos una década.

Considera cuna de algunos de los movimientos políticos y sociales de oposición más importantes registrados en la entidad y de donde surgirían grupos de ciudadanos organizados contra el régimen y el PRI.

En 1991, campesinos perredistas de esa localidad, entonces perteneciente a Tejupilco, chocaron violentamente con la policía estatal, durante el gobierno de Ignacio Pichardo, al reclamar un fraude oficial en las elecciones de ese año.

En el pasado sexenio, se registró un resurgimiento de estructuras criminales más organizadas.

Reportes recientes provenientes de declaraciones oficiales, señalan a Luvianos y otros municipios del sur mexiquense como centro de operaciones de La Familia Michoacana, Los Zetas y, más recientemente, Los Caballeros Templarios, con mayor influencia éstos últimos en las zonas colindantes entre Michoacán y la entidad mexiquense.

El pasado 5 de agosto, el gobierno del Estado de México, mediante un comunicado, dio cuenta del abatimiento en Luvianos de Pablo Jaimes Castrejón, identificado como líder de La Familia Michoacana en la región y a quien se le ligaba con la extorsión de autoridades municipales en la zona y del asesinato de un alcalde en 2011, en Zacualpan.

Además de los continuos eventos violentos, resultado del choque entre bandas criminales, también se han intensificado en los últimos cinco años los reportes de homicidios y secuestros de empresarios, campesinos y comerciantes, quienes se han negado a pagar “derecho de piso” a los cárteles que controlan la zona.