1985: cicatriz imborrable en Ciudad Guzmán
VESTIGIO. Con el sismo, la catedral de Ciudad Guzmán perdió la cúpula que se encontraba en el campanario; a la fecha, aún luce sin ella . (Foto: LUIS CORTÉS / EL UNIVERSAL )
Hace 28 años Ciudad Guzmán volvió a nacer. El sismo del 19 de septiembre de 1985 mató a decenas de personas, dejó miles de damnificados y devastó más de la mitad de las fincas de esta población, la más importante del sur de Jalisco.
Hoy, Zapotlán el Grande, municipio cuya cabecera es Ciudad Guzmán, a 123 kilómetros de Guadalajara, se consolida como eje en el desarrollo económico y social en el sur de la entidad. No obstante, en muchos de sus habitantes, algunas de sus calles y construcciones aún hay cicatrices de la tragedia.
Gloria de la Torre Curiel tiene 45 años de edad, es licenciada en trabajo social y actualmente trabaja en la Secretaría de Salud de Jalisco. En el 85 era estudiante en la preparatoria regional de la Universidad de Guadalajara (UdeG), en Guzmán.
"Estábamos en clase. Fue impresionante el terremoto. El edificio no se cayó porque era nuevo, pero salimos y nos dimos cuenta de la destrucción. Antes del sismo no había ni protección civil. Es el desastre más grande de la historia moderna de Ciudad Guzmán", recuerda.
El saldo fue de 32 muertos, más de 900 heridos y alrededor de 33 mil damnificados, de acuerdo con los reportes del ayuntamiento. De los daños materiales, la alcaldía reporta la destrucción de 60% de las casas habitacionales.
Marco Antonio Macías Cuevas es vecino de la calle General Manuel Monasterio Dieguez, a unos dos kilómetros del centro de la ciudad. Aquel día el hombre tenía 30 años. Su casa colapsó. Él y su familia sobrevivieron, y al paso de los años reconstruyeron la vivienda con apoyo gubernamental.
Sin embargo, el sismo activó una falla geológica que cruza toda la cabecera municipal. En la actualidad son evidentes un desnivel en las calles y agrietamientos en estructuras que tratan de ocultar esa separación de tierra.
"La grieta existe y esa es natural. En 1978 hubo un hundimiento y se medio abrió, pero en el 85 se acrecentó el problema. A eso yo le echo la culpa de que se cimbre todo este terreno", indica.
Don Marco, como lo conocen, aseguró que el problema también exhibe la incapacidad de las autoridades. "Ayuntamientos van y ayuntamientos vienen, pero nunca han arreglado los drenajes. Todas las casas se cimbran al pasar un carro pesado. Dios no quiera y el día menos pensado se va a sumir bien aquí porque nunca han hecho nada para mejorar. Todos vienen, se toman la foto y se van, nadie más regresa", acusa.
Impacto para los jóvenes
Para generaciones más jóvenes, el impacto del fenómeno natural fue diferente. Ellos no entendían que todas las viviendas que colapsaron eran construcciones de adobe con techos de palma y que casi todas las víctimas perdieron la vida bajo bardas caídas.
Pero el daño que sí comprendían los entonces niños y adolescentes fue el colapso de la cúpula principal de la catedral del municipio. A la fecha, la parroquia carece de ella.
"Yo tenía 14 años. Estábamos acostados, me despertó mi abuelita y salimos al exterior. Recuerdo que pasé por aquí, que estaba un camión repartidor de refrescos y encima estaba una cúpula de la iglesia que se cayó", relata Alberto Gutiérrez Moreno, comandante operativo de la Unidad Municipal de Protección Civil y Bomberos de Zapotlán el Grande.
En otros más jóvenes, el hecho definió el rumbo de sus vidas.
"Yo tenía 12 años. Recuerdo una calle muy en especial que es la calle Fresno, entre Manuel M. Dieguez y Reforma. Esa era una calle muy estrecha en la que anteriormente cabía únicamente un vehículo, las casas eran muy altas. Yo recuerdo que cuando pasamos por ahí las casas estaban unas encima de otras, no había calle, prácticamente eran cerros de escombro los que había por ahí", cuenta Germán López Larios, segundo oficial de la base regional de la Unidad Estatal de Protección Civil y Bomberos de Jalisco (UEPCBJ) en el municipio.
Hubo una escena que recuerda consternado: "Se me quedó siempre muy grabada una imagen, que eran dos bomberos que iban corriendo, uno de ellos llevaba un hacha y el otro llevaba una pala. Nunca se me va a olvidar que ellos se dirigían a sacar a unas personas que habían quedado atrapadas, y la curiosidad, pues de nosotros, nos arrimamos a ver y recuerdo cómo sacaron a una señora con su niño en brazos, aplastados completamente, desgraciadamente muertos".
En ese momento, confiesa, se dio cuenta de su vocación de servicio y a los pocos meses ingresó como voluntario a la Cruz Roja Mexicana.
"Esa experiencia fue parte, parte de todo esto. Yo entré en el 86 a la Cruz Roja. Tengo 23 años en la unidad estatal, pero yo creo que sí me despertó la inquietud por querer ayudar a la gente", dice.
Hubo también quien llegó a Ciudad Guzmán tras el desastre para ayudar y aún sirve a los guzmanenses. Es el caso de José Alfredo Hernández Rodríguez, comandante regional de Protección Civil y Bomberos del estado.
"Era rescatista voluntario en Guadalajara, llegamos en un camión un día después, el 20. Llegamos con víveres y otros compañeros. Atendimos los campamentos que se realizaron afuera de las casas, porque la gente tenía temor y con justa razón no habitaban sus viviendas, aunque solamente estaban agrietadas o que no estaban dañadas, pero la gente temía que se pudiera venir otra réplica y se pudieran caer sus viviendas. Y aquí seguimos", concluyó orgulloso.
Las cicatrices del terremoto no se borrarán en Ciudad Guzmán, pero al menos quienes contaron a EL UNIVERSAL su vivencia aseguran que otros sismos no han sorprendido de la misma manera. Así, esperan que los siguientes grandes terremotos permitan que la población demuestre que no olvida y que aprendió de 1985.
TRAGEDIA EN JALISCO
Mapa