Sus piernas perduran en la historia secreta del erotismo
cultura@eluniversal.com.mx Una de las imágenes más inquietantes del cine mexicano tiene como protagonista a Leticia Palma: se enamora de un sacerdote que, al escuchar unas campanas, recobra la memoria, y la deja, desesperanzada; otra: se ve Palma se ve obligada a bailar una canción que le compone un músico resentido, donde la califica de “Hipócrita”, y Antonio Badú, en uno de sus mejores papeles, le canta la letra hiriente y amarga, con una voz discreta que contradice su carácter torvo. Ambas películas suceden en Nonoalco Tlatelolco, rumbo de mala muerte si se le hace caso al cine mexicano, y a la novela José Trigo, de Fernando del Paso. Hay otra escena cumbre del cine nacional, cuando Leticia Palma baila la danza de los siete velos, en un cabaret rascuache de Tlatelolco, turbio y con una clientela que, de lo bebida que está, es incapaz de apreciar no el baile, de por sí erótico, sino el físico (el palmito, como se decía entonces) de una de las actrices más bellas del cine mexicano, que apenas con una docena de apariciones, entre bits, actuaciones especiales, y unos cuantos papeles, quedó para siempre en la memoria de los cinéfilos, en especial por Hipócrita, Vagabunda, En la palma de tu mano, pues si no logró desarrollar talento histriónico, llenó las pantallas con su presencia, su atractivo, su sensualidad, su intensidad. En ninguna de sus actuaciones estelares convenció en su papel de heroína; fue una villana perfecta, cuando mucho una mujer que se sacrificaba por el hombre que amaba, aunque era el villano quien la disfrutaba; su gesto de desprecio cuando se aleja del buen samaritano Luis Beristáin (galán de Hipócrita y de Vagabunda), es más verosímil que su actitud de protegerlo; o su mirada de desesperación cuando ve que Beristáin recobra la memoria al escuchar las campanadas de la iglesia, es más real que su resignación cuando va en la cuerda a las Islas Marías; y puede que no cante, que baile mal cuando baila “Hipócrita”, pero no se puede dejar de admirar sus piernas largas, esbeltas, torneadas e inteligentes (como las calificó Miguel Torruco en Apasionada). Sin embargo, fue retirada del cine a los 26 años de edad, cuando estaba por llegar al esplendor físico; la historia es confusa; Rogelio Agrasánchez (en Bellezas del cine mexicano) lo atribuye a su carácter rebelde que la llevó a enfrentarse con los productores de la época; muchos recuerdan que durante el juicio en el que la expulsaron de la ANDA cacheteó al líder del sindicato, Jorge Negrete; según Wikipedia, un accidente en pleno Paseo de la Reforma desató el conflicto; Negrete alegó que él estaba cerca, solamente, pero Palma afirmó que Negrete estaba al volante de uno de los autos involucrados, pero que el charro cantor usó sus influencias políticas para zafarse del incidente. Ella quedó en medio de un jaloneo por el liderazgo en la ANDA entre Negrete y Mario Moreno Cantinflas, que estuvo a punto de desatar la violencia entre los dos grupos contendientes, y aunque sus compañeras actrices se solidarizaron, abandonando la sala donde la enjuiciaban fue inútil, porque la expulsaron, y no volvió a aparecer en el cine; la furia que se desató en su contra fue tal que una turba la atacó, y según se dice, estaba encabezada por el propio Negrete, quien la acusaba de sustraer documentos personales; la revista Ja-Ja llenó varias páginas con chistes sobre el conflicto entre ambos, y muchos hicieron referencia a que este pleito, en enero de 1953, agravó la enfermedad hepática de Negrete, quien falleció en diciembre de ese año, lejos de su México lindo y querido. Hasta los del SAI regresaron a la ANDA; Leticia Palma, nunca. En medio de una discreción que prolongó luego de los escándalos, el 5 diciembre pasado (la misma fecha del deceso de Negrete), sin notas que lo destacaran más que en algunos programas televisivos, a los 83 años, falleció Leticia Palma, una de las presencias femeninas más excitantes e interesantes de la cinematografía nacional; ya pocos hablan de sus escándalos; sus cintas perduran en la historia secreta del erotismo en el cine mexicano.





