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El sábado por la noche hubo un gran suceso teatral en el Foro Sor Juana Inés de la Cruz, del Centro Cultural Universitario de la UNAM. Se estrenó una obra de Luisa Josefina Hernández, Campo de estrellas, primer monólogo que realiza la experimentada actriz Margarita Sanz. Así que dejémosla hablar a ella para estar a tono:

“Esta obra fue escrita por una gran artista, entrañable, a quien admiro desde hace muchos años. Le pedí que la escribiera para que yo pudiera entender la muerte de alguien que fue el eje de mi vida: mi madre. Entonces, Luisa Josefina escribió Campo de estrellas, que muestra cómo una actriz logra superar una gran pérdida. Lo consigue luego de visitar personajes de Ibsen y Strindberg, quienes le señalan los caminos vertiginosos y terribles que tiene la vida; al mismo tiempo le sirven de parámetro de comparación en torno a su propia existencia. La inteligencia creadora de la actriz logra activarse de nuevo y poco a poco recupera la seguridad en sí misma. Descubre que es difícil que la madre la abandone completamente, pues está presente en todo lo que le dio. Paradójicamente, la muerte las acerca”.

La soledad del escenario

“Nunca había hecho un monólogo. Es difícil estar sola en el escenario, aunque en este caso la soledad es relativa, pues hay muchos personajes que aparecen, incluso la madre. Es una experiencia muy importante en mi formación como actriz. Cuento con el apoyo de Gerardo Trejoluna, con quien formé equipo para la dirección de la obra. Inicialmente, yo establecí un montaje básico y luego con él lo profundizamos”, reveló la actriz.

“El arpa aparece en la obra porque la hija habla de cómo su madre le enseñó a amar la música. Luisa Josefina sabía que yo toco ese instrumento, así que lo incorporó. Yo empecé a tocar el arpa a raíz de mi participación en La marquesa de Sade, de Mishima. Yo diría que la música es mi segunda gran pasión, luego de la actuación”.

Danza, telenovelas y Fridas

“También me apasiona la danza, incluso tomé clases durante 20 años. Desde hace una década doy cursos de proyección emotiva para bailarines. A ellos se les exige que expresen muchas emociones y nunca les dan las herramientas para hacerlo”.

“Como usted dice, le entro a las telenovelas por una necesidad emotiva de expresar algo a través de personajes. Se debe ir sin prejuicios y conocer todos los ambientes. Uno debe aportar su trabajo para que la gente vea otro tipo de cosas. Y si una historia se alarga, yo trato de ver que mi personaje no salga lastimado o que, de plano, me maten. A veces hay que enfrentar un ambiente que es terriblemente hostil con la inteligencia y la creatividad. No les gusta ninguna de las dos cosas”.

“Que yo sepa, sí soy la única persona que trabajó en esas dos películas (Frida y Frida, naturaleza viva). Son dos acercamientos muy diferentes; el de Paul Leduc es más íntimo y cercano a la realidad, además de que el trabajo de Ofelia Medina me gustó muchísimo. Por su parte, Julie Taymor es una estadounidense creativa, que no se ciñe a cánones conservadores”.