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En la obra de Taka Fernández se superponen a modo de capas, imágenes citadinas, seres de fantasía, criaturas mágicas, restos de recuerdos, el detalle, casi inadvertido, de un paisaje natural.

En su reciente exposición Los durmientes y otras criaturas, que se presenta en KBK Arte Contemporáneo, Fernández reflexiona acerca de cómo lo que sirve para construir al mismo tiempo genera destrucción.

El ejemplo más preciso aparece en la instalación que ocupa una esquina de la sala de esta galería, son kilos de concreto, tierra, vigas que alguna vez estuvieron en el techo de su casa en la colonia Santa María La Rivera, que se cayeron por obra de la lluvia y el tiempo y que puestas ahora junto a pequeñas torres, grúas y una casa le ayudan al artista a hablar del progreso y el desarrollo:

“La instalación es una especie de parábola del soporte de la industria, pero lo que soporta es lo mismo que va a destruir. Lo que somos como sociedad es lo mismo que nos destruye. Y me interesaba una casa porque es algo donde se vive, es como la intimidad”.

Fernández llevaba semanas buscando escombros para crear la pieza, lo paradójico es que no los encontró en la calle sino en su propia casa, dos semanas atrás. “Estaba pintando en el cuarto de junto, empecé a oír que caían pedacitos de techo, me asomé y oí no más “UAAAJJJJ”. Yo no más aventé la puerta. Se cayó encima de todos mis libros, mi sillón. La neta es que estuvo cabrón. Lo bueno es que no estaba ahí, ni mi perro”.

No al minimalismo

Con frecuencia, Fernández se sienta a dibujar con una idea y el resultado es muy diferente, surgen “líneas no planedas”; en ese sentido el artista le abre la puerta al azar. Se compara también con el DF para decir que ambos son barrocos: en un tiempo en que todos persiguen el minimalismo, él se va al otro lado: “Estoy un poco saturado de la tendencia del arte pulcro, definido, limpio, minimalista. Más que el minimalismo me gusta el maximalismo”.

Fernández, pintor, dibujante, con estudios en la Escuela Nacional de Artes Plásticas, recuerda que el dibujo le ha acompañado toda la vida, desde niño. Es herencia de su padre y su tío abuelo - Francisco Fernández Orozco y Carlos Orozco Romero, respectivamente-, y es obra también de su maestro Gilberto Aceves Navarro.

El dibujo entonces es principio, estructura mental para una obra que suele derivar hacia la escultura, la pintura, la instalación. Tras formar parte de colectivos como La Quiñonera durante los años 90, Taka Fernández ha hecho en México y varios países de Europa una obra que dialoga con el entorno, y que no puede ubicarse en una única tendencia: “Hay rasgos conceptuales, expresionistas, rasgos del azar, del experimento”.

Los espacios donde está condicionan a Taka Fernández: eso le pasó en París, donde vivió cuatro años, y entonces tuvo que hacer a un lado el gran formato para concretarse en el dibujo pequeño, el grabado -y algo de performance-. Ahora su casa en la colonia Santa María se ha transformado en obra.

Marcado con tatuajes que tienen el sello del Dr. Lakra y de El Piraña, Taka Fernández explica que ser dibujante o pintor, “son eslabones de una misma cadena, se complementan, dialogan; lo mismo me interesa la escultura, una escultura como instalación”.

Mitos, rock y cómics

En él, fue natural el paso a la tercera dimensión: de las pinturas surgían elementos tridimensionales que se convertían en instalación.

El proceso es sencillo: “Me interesa algo y lo exploro; por ejemplo en los años 80 hice muchas cosas que tienen que ver con la estética del punk; la música, el rock, siempre ha estado muy presente en mi obra, ha tenido como relación con las muchas tendencias estéticas del rock. Me interesó la antropología, los mitos, las culturas no occidentales -hasta la fecha me siguen interesando-. Como siempre leí cómic también esto se fue adhiriendo a mi trabajo. Se pueden considerar como esferas en las que exploro, esas esferas se van mezclando como un tejido”.

A modo de collage

En KBK, Fernández presenta junto a la instalación pinturas y dibujos en gran y pequeño formato, que tienen muchas aplicaciones, capas, papeles diversos, como collages.

“El collage es una cuestión compositiva que me permitía moverme como con el photoshop; el collage primero fue herramienta, después se volvió una cuestión estética. Como el collage, somos híbridos, tenemos muchas fuentes. Es igual en el DF, todo se va destruyendo pero siempre quedan vestigios. Entonces pegas cosas pero siempre hay algo atrás, no se pierde esa continuidad”.

Las de esta exposición son obras del 2009, todas muy diversas: “tengo varias directrices, rutas, canales de exploración. De alguna manera tienen conexiones: el color, la retícula, la fantasía”.

Fernández rompe estereotipos, usa a veces un bolígrafo, un lapiz, un trozo de masking tape: “no soy un purista, utilizo lo que me funciona”. Sin dar una narración literal, persigue un universo en sus obras: “Hay una coherencia entre las piezas, una lectura que no es lineal. No es que suceda algo: hay elementos que se entretejen. Me interesa que haya puntos de lectura muy claros, y otros no me interesa contarlos, no quiero, ni puedo explicar completamente mi obra”.

El interés por el paisaje es por el paisaje como personaje vivo dentro de la narración, no como escenario: “El paisaje es como un receptáculo del tiempo, que se va transformando y en que el que van sucediendo todas las cosas”.

Los durmientes y otras criaturas estará en KBK Arte Contemporáneo -Privada Miguel de Cervantes Saavedra 42, colonia Ampliación Granada-, hasta el 18 de noviembre.