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Les cambia la vida

César Huerta| El Universal
Martes 02 de septiembre de 2008
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Video: Un caballo puso en peligro la pelcula.

Ana Claudia Talancón y Daniel Giménez Cacho comentan los problemas que enfrentaron para dar vida a sus personajes

cesar.huerta@eluniversal.com.mx

Puede pensar que ser actor es fácil, pero pregúntele a Ana Claudia Talancón y a Daniel Giménez Cacho cómo les fue en el rodaje de Arráncame la vida: ella estuvo a punto de sufrir un grave accidente a caballo y él debió comprar ropa, pues subió 14 kilos para el personaje.

La cinta, que se estrenará el 12 de septiembre en México, está basada en la novela homónima de Ángeles Mastretta.

Cuenta la vida de Catalina (Talancón), una adolescente que se enamora del general Ascencio (Giménez Cacho), sosteniendo una relación entre los años 30 y 40, con un fuerte contexto político.

Cuando ve la secuencia de ambos a caballo, piense que después de ella, la cinta pudo haberse cancelado.

“Primero me había tocado un caballo que era flojo, mancito, y el director decía que necesitaba uno brioso, pero el que me pusieron era supernervioso y no se quedaba en su marca (para la escena).

“En una de esas, el caballo de Daniel sale corriendo y el mío de pronto sale tras él... ¡casi me caigo!... no pasó nada, pero estuvo chistoso”, narra Talancón.

El personaje de Giménez Cacho le demandó subir de peso. Y comprar ropa nueva para uso diario.

“Pero por fortuna no uso mucha ropa y sólo compre un par de pantalones y ahora, los que antes me quedaban flojitos, ya no me quedan”, comenta.

Arráncame... cuenta con la participación actoral de José María de Tavira, quien interpreta a Vives, el músico que viene a conformar un triángulo amoroso.

“Viajé a Inglaterra para ver dónde había estudiado y cuál había sido su departamento, tenía que crear el personaje a consciencia”, explica.

El rodaje concluyó en diciembre de 2007, pero casi medio año después el director Roberto Sneider (Dos crímenes) filmó, como ocurre en varias producciones, nuevamente algunas escenas y completó otras.

Una de ellas fue el final de la historia, siendo llamados para ello Ana Claudia Talancón y Daniel.

“Haber podido hacer eso, es un gran lujo, porque en el momento lo haces, le pones toda la carga de emoción y, meses después, tienes el chance del volver a hacerlo, ver otras cosas y meterlas”, cuenta Giménez Cacho.

La parte lúdica del rodaje siempre estuvo a flor de piel.

Si no era por los diálogos machistas, como cuando Ascencio dice a Catalina que a veces parece inteligente y en otras mujer, era por el tiempo que así mismos se daban los actores.

Ana Claudia, por ejemplo, aprovechó un día para tomarse autoretratos, los cuales montará en una exposición.

“Aún no decido si van al libro de mi papá, o será para niños”, dice.

 



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