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Green Day se beneficia de George Bush

John Colapinto| El Universal
Lunes 16 de enero de 2006
Han conquistado a sus admiradores con American Idiot, un disco de rock temerario y políticamente astuto

Nadie se ha beneficiado tanto durante la administración del presidente Bush como Green Day. American Idiot, su álbum más reciente, ha vendido 4.5 millones de copias.

Green Day ha promocionado el álbum American Idiot en sus conciertos. En realidad, lo que ha desplegado tiende más a la pureza política y teatral de Bertolt Brecht -con tintes de protesta antigubernamental e incendiario ánimo punk-. Billy Joe Armstrong, cantante y guitarrista, desempeña el papel de un ampuloso gran dictador que, entre canciones, realiza una marcha militar sobre el escenario, con guitarra al hombro, y se presenta a sí mismo ante la audiencia como "George Bush, ¡pero todos mis amigos me llaman ´pendejo´!".

Los lugares en los que toca retiemblan periódicamente, debido a las atronadoras explosiones que el equipo pirotécnico de la banda se ha encargado de sincronizar. Todo esto resulta desquiciante, sobre todo porque cumple su cometido al recordarnos los ataques terroristas acaecidos en Nueva York, Madrid, Londres e Irak.

Con el lanzamiento de American Idiot en septiembre de 2004, seis semanas antes de las elecciones presidenciales, Green Day emitió una especie de comunicado: la banda californiana dejaba atrás aquella cómica imagen de bromistas punk que en 1994 los había catapultado al número uno de las listas con "Longview", una canción acerca de un drogado que mira televisión mientras se masturba. American Idiot era, por el contrario, un proyecto monumental en alcance y ambición, y sonaba como un muy directo llamado a las armas a fin de sacar de la Oficina Oval al idiota más poderoso de Estados Unidos. A pesar de que el álbum no lo logró, a la fecha ha vendido más de 10 millones de copias alrededor del mundo. Considerado la primera ópera-punk de la historia, American Idiot va en realidad mucho más allá: es un disco de rock temerario y políticamente astuto, una suite de una riqueza melódica infinita, la voz que la clase de desheredados suburbanos requería para manifestar qué poco se sienten representados por los actuales líderes petroleros; es decir, aquella subclase caracterizada por una inteligencia demasiado aguda como para aceptar la "realidad" presentada por aquellos

medios masivos que asumen la línea militarista y terrorífica del gobierno:

"Una nación entera presa de una nueva manía", tal y como Armstrong gruñe en la feroz pieza que da nombre al álbum.

La transfiguración de Green Day, de bufones del punk-pop a extrovertidos agitadores políticos, ha sido desconcertante salvo para aquellos que sabían algo acerca de las respectivas infancias de los integrantes, así como de los años de formación de la banda dentro de la grasienta y sórdida caldera de la escena punk de Berkeley, California. Una historia que, en retrospectiva, hace tanto de la aparición de American Idiot, como de su rebelde y carnavalesca puesta en escena durante esta gira, algo francamente inevitable.

Nacido hace 33 años en Oakland, California, Billy Joe Armstrong fue criado en el rudo y trabajador suburbio de Rodeo. Hijo de un chofer de camión y de una mesera, el más pequeño de seis hermanos, desde siempre ha poseído un talento prodigioso para cantar. A los cinco años, instado por su maestra de música, grabó un sencillo con el tema "Look for love", editado por un minúsculo sello local, y realizó una serie de presentaciones con su baterista de medio tiempo, Andy, mejor conocido como su padre. Fue una infancia feliz hasta que, a sus 10 años, su padre murió víctima del cáncer.

Su madre se vio forzada a criar a los seis niños con el mísero salario que ganaba atendiendo mesas en una cafetería abierta las 24 horas llamada Rod´s Hickory Pit.

"Mis hermanos y hermanas tuvieron que crecer rápidamente y convertirse en mis padres sustitutos". Poco después, su madre se casó con un hombre que tanto él como sus hermanos detestaban. Encontró su refugio en la música y, para el otoño de 1982, al entrar en la Carquinez Middle School, se había obsesionado con la idea de aprender todos los trucos de la guitarra. Un día se enfrascó en una conversación con un condiscípulo, un chico fanático de la música llamado Michael Ryan Pritchard, mejor conocido hoy día como Mike Dirnt. "Nuestra primera conversación giró en torno a la música y la composición", dice Dirnt.

(Extracto de la entrevista realizada por la revista "Rolling Stone México", enero 2006)



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