En la mesa de al lado Silvia Navarro platica con Carmina Narro. La actriz toma un vaso de agua y la dramaturga un expreso cargado.

Silvia: Por ahora he abandonado la televisión para dedicarme al teatro. Yo sabía que este año iba a ser especial y ya ves: ésta será mi segunda obra de teatro.

Carmina: Me gusta que tú interpretes mis personajes femeninos. La obra se llama Químicos para el amor y está compuesta por tres anécdotas que suceden en una mesa de restaurante.

Silvia Navarro la interrumpe. Tiene la impresión de que los comensales de las otras mesas espían su conversación. Carmina la tranquiliza y luego le explica: "La obra se trata precisamente de eso. Yo lo llamo un ejercicio de vouyerismo porque el público está compuesto por los comensales ¿cuántas veces no hemos tenido la tentación de escuchar lo que sucede en la mesa de al lado".

Silvia baja la voz y le confiesa: "Claro, por eso acepté el reto. Tú eres una gran dramaturga y la obra es una oportunidad para actuar con el público alrededor de tu mesa".

Carmina: Debo decir que esta obra ya fue presentada hace dos años en el restaurante del Centro Cultural Helénico. De hecho acabo de montarla en Nueva York con alumnos del Actor`s Studio en colaboración con la UNAM. Ahora he decidido reestrenarla en México precisamente aquí, en el restaurante Rexo de la Condesa.

Silvia: Lo entiendo y lo apoyo, son tan pocas las oportunidades para hacer teatro en México que no puedo desperdiciar ninguna. Además, la primera historia la dirige Rodrigo Johnson, la segunda Sabina Berman y la tercera tú misma. Puedo aprender mucho de los tres.

En ese momento, por la puerta del restaurante Rexo entra Rodrigo Johnson, director de la primera historia. Siente que todo mundo lo voltea a ver pero aguanta las miradas y se reúne con Carmina y Silvia. Las saluda y luego entra en materia: "El espacio del Rexo es perfecto para el reestreno de Químicos para el amor . Así podremos llegar a un público distinto".

El director detiene su explicación. Se da cuenta que en el resto de las mesas los comensales escuchan y no pierden detalle, justo igual a lo que sucede en el montaje. Después de todo ¿Quién no ha sentido la tentación de escuchar lo que sucede en la mesa de al lado?