Julián Casablancas, la vida de un stroke
El cantante da un último sorbo a su casi extinta agua mineral embotellada y casi de inmediato pide otra más. Extraño ver que un rockstar , quizá el más popular de la nueva generación, tome agua en lugar de cerveza, vino o cualquier otra bebida alcohólica; pero no resulta tan sorprendente cuando revira su justificación: "Por mis venas ya corre cerveza, así que debo purificarlas de vez en cuando". Son pasadas las 10 de la noche del día anterior al concierto de The Strokes en la ciudad de México. Hace apenas unas tres horas que el grupo arribó a esta capital, procedente de Miami, y la agenda de trabajo ya marca una entrevista con Julián, quien no obstante se toma su tiempo y aparece en el lobby del hotel donde se hospedan poco más de una hora después de lo pactado. A no ser por su estatura de más de 1.90 metros y su rostro que resulta prácticamente imposible desasociar del de ese "famoso cantante de rock", en persona, y en un día común de descanso, el líder de los Strokes dista mucho de la imagen de rockstar por la que miles de féminas suspiran y que miles de adolescentes tratan de imitar. Tenis blancos de botín marca Pony (tan ochenteros como sucios), jeans desgastados, vieja playera negra con alusiones a ZZ Top, figura notablemente afectada por el sobrepeso y marcas de acné en la cara. Sin embargo, sus primeras palabras delatan su fama y condición de rockstar : "A veces es muy pesado estar de gira. Últimamente no me he divertido mucho, y antes solía echar desmadre todo el tiempo. No sé qué pase". El precio de la fama, ¿será? (risas) Puede ser. Muchas veces no tienes idea ni siquiera en qué lugar estás hasta que lo preguntas. La mayoría de las veces llegas directo al hotel y estás ahí hasta el día del concierto, y después esperas ir a la siguiente ciudad, que tampoco sabes cuál es. Pierdes mucho la noción del tiempo, no sabes en qué día vives, no sé qué día es hoy, por ejemplo. ¿Y de plano el reventón ya no te prende? Algunas veces. Si comparo mi vida de hace algunos años con la de ahora pensaría que lo que estoy viviendo es maravilloso, llena de fiesta y eso. Pero es por momentos, no puedes vivir siempre en el desmadre porque luego al otro día te sientes todo mal, piensas que no puedes hacer eso diario, así que para la siguiente ocasión ya lo piensas dos veces para no arrepentirte después. Desde principios del 2002, cuando su disco debut Is this it ya había sido encumbrado por la prensa británica ?que de paso también les colgó el halagador, pero pesado calificativo, de "la próxima gran banda de rock"?, The Strokes se ha dedicado a recorrer el mundo de arriba abajo prácticamente sin parar, tan sólo con algunos paréntesis para tomarse un descanso o para dedicarse a grabar su segundo disco Si lo anterior resulta en sí pesado, no hay duda que lo es más para el frontman del grupo, sobre el que siempre recaerá la mayor atención y consecuentemente la mayor responsabilidad (pública, por lo menos) respecto a lo que ocurra con la banda, y Julián así lo reconoce. "Siempre hay presión, pero la asumo como algo para mejorar. Antes de hacer el segundo disco nos presionamos porque sabíamos que teníamos que hacer algo igual de bueno o mejor que lo anterior. Si no me sintiera presionado sería como si no me importara lo que hago, y honestamente me encanta lo que hago aunque viva muy presionado". Pero a pesar de esa presión, se disfruta la fama y el éxito, ¿no? Sí, aunque no estoy seguro qué tanto. Es indudable que el éxito se disfruta, pero también te cambia; antes solíamos salir de la casa e ir a tocar música por lo general para gente que ya conocíamos, y ahora andamos de ciudad en ciudad por el mundo tocando para gente que no conocemos y que ellos nos conocen, pero sólo por nuestra música, y eso es un cambio radical. La fama también te cambia, y quizá muchas veces en forma no tan positiva, puede convertirte en un completo pendejo, lo cual es muy malo, pero no creo que yo haya llegado a ese extremo (risas). A pesar de la disposición de Julián en la entrevista, su cansancio es más que notable. Inclusive, en varias ocasiones no termina sus ideas, se queda en silencio como pensando en la respuesta adecuada, pero en realidad seguramente su mente visualiza la cómoda cama de su habitación y el momento en el que llegará a ella. "Lo siento, hombre, lo siento por no estar tan lúcido hoy, pero en realidad estoy muerto". Minutos más tarde la grabadora se apaga y la entrevista queda oficialmente concluida; lo que sigue es una breve plática de cualquier otra cosa, ya sin la presión que implica el saber que se está cumpliendo con un compromiso de trabajo; off the record (aunque esta frase, como en esta ocasión, no represente la revelación de secretos oscuros o confesiones perversas). A lo lejos se escucha, proveniente del bar del hotel, una voz femenina que acompañada de un grupo ofrece una versión de "Yesterday once more", de The Carpenters. "Canta bien la chica, ¿eh?", dice Julián, para después despedirse y perderse por los pasillos del hotel. Al otro día le espera una agenda de trabajo que incluye más entrevistas y una convivencia con fans, para rematar con el concierto en el Palacio de los Deportes. Después, nuevamente un aeropuerto y otra ciudad, de cuyo nombre seguramente se enterará hasta que llegue a ella.





