Mercedes Barba Feito nació el 24 de septiembre de 1922 en Nueva York. Sin embargo, sus padres la registraron en el Distrito Federal.

Fue hija de Antonio Barba y de Victoria Feito, ambos de origen español. Don "Toño" trabajaba en un circo, de ahí que Meche ingresó al medio del espectáculo desde pequeña.

Debido a la enfermedad de su padre, provocada por una hernia, Meche se vio en la necesidad de trabajar para ayudar en los gastos de su casa. Al principio, la todavía niña comenzó como "tocha" (nombre que se le daba a quienes hacían de todo un poco).

Poco después, con apenas 11 años de edad, Barba debutó, ayudada por "Cantinflas" y Joaquín Pardavé, en la revista musical "Charros al charco", de la compañía de Roberto "El panzón" Soto, ganando cuatro pesos por presentación.

De ahí, Meche pasó a formar parte indispensable de los teatros más importantes, tal es el caso del Lírico, el Arbeu y el Follies, donde tuvo la oportunidad de debutar ante las cámaras de cine "Ave sin nido", en 1937; una cinta protagonizada por Andrea Palma y Arturo de Córdova, donde interpretó a una bailarina de rumba.

El primer contacto que tuvo con el cine de rumberas fue cuando actuó en la película "Rosalinda" (1944), donde María Antonieta Pons era la estrella.

Más tarde, en 1946, ya tenía la belleza y experiencia necesarias, por lo que le dieron el protagónico de la cinta "Humo en los ojos", dirigida por Alberto Gout.

Después de participar en el filme "As negro", en 1953, Meche se vio obligada a alejarse del cine, debido a que se estaban poniendo de moda las historias donde se requerían desnudos. Sin embargo, no desapareció por completo y gracias a la televisión se mantuvo activa y vigente.

Muestra de ello son las ocho telenovelas en las que participó, tal es el caso de "La pobre señorita Limantour" (1982) y "Rosalinda" (1999).

Entrevista para EL UNIVERSAL

"Cuando emprendes tu camino en esta profesión, no tienes muchas expectativas; digamos que sueñas mucho. Sin embargo, tienes que trabajar para ganar un peso y un día llegar a ser alguien. Yo lo logré, muestra de ellos son las más de 60 películas que hice."

En los cuarenta, Meche impresionó principalmente al público masculino. En las marquesinas de la época su nombre resaltaba, junto al de María Antonieta Pons, Ninón Sevilla, Amalia Aguilar y Rosa Carmina, a quienes muchos llamaban "las damas de caderas oscilantes".

"Éramos rumberas, sinónimo de bailarinas; actrices de películas musicales, pero en un sentido peyorativo", comentó durante la última entrevista que concedió a este Diario.

Todos se quedaron impresionados cuando apareció en la película "Cortesana" (1948), al grado que fue el despegue de su carrera.

"Tuve la suerte de vivir en carne propia la época dorada del cine nacional. Creo que es lo más importante que ha tenido México, pues abrió las puertas de los mercados internacionales con base en nuestro esfuerzo, a pesar del poco salario que percibíamos."

Cuando a Meche Barba la preguntaban: ¿Cuál es su película preferida? respondía: Ninguna es especial. Todas son como los dedos de las manos; o sea, no quieres más al chiquito que al gordito , sino que los quieres por igual. En cada participación disfruté mi trabajo, trataba de mejorar y aprender. Fuera de las horas de grabación estaba en mi casa, cuidaba a mi familia y hasta me daba tiempo para cocinar."

A pesar de haber tenido un sinnúmero de admiradores, nunca se sintió diva ni diosa. Es más, nunca le gustó darse aires de grandeza, por el contrario se definió como una persona sencilla.

"Espero servirles de ejemplo a las nuevas generaciones. Todos fuimos jóvenes alguna vez y me da gusto descubrir que cada día hay más muchachos interesados en el medio artístico."