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Revelan los secretos de Shakira

El Universal
Viernes 08 de junio de 2001

Es una mujer común y corriente, vivió su infancia y adolescencia en Barranquilla, Colombia, donde la consideraban "una niña especial" porque siempre estaba al pendiente de sus estudios, mientras sus compañeros se divertían.

El gusto por la música fue la prioridad de Shakira, al grado que no le importó la cantidad de veces que le cerraron la puerta en la nariz cuando llegaba a las disqueras a pedir una oportunidad.

Su mala suerte cambió cuando un ejecutivo de la empresa transnacional Sony Music, decidió firmarle un contrato, que la convirtió en una de las intérpretes latinas más aclamadas en el mundo.

La fama y el éxito desacelerados la han puesto en el centro de la polémica, por lo que aquella niña que solía viajar en taxi o en la "gua gua", ahora tiene que hacerlo en avión privado.

El interés sobre la cantante es tal que en las próximas semanas saldrán a la venta dos libros que hablan sobre su vida privada, incluido el romance con Antonio de la Rúa, hijo del actual presidente argentino.

Editorial Grijalbo autorizó a EL UNIVERSAL publicar el primer capítulo de Shakira, lo que nadie conoce , el cual se editó hace dos meses en Colombia y llegará a México la primera semana de agosto.

El texto fue escrito por la periodista colombiana Ana Sofía Sierra y María del Rosario Sánchez, última manager de Shakira en Colombia.

Este libro, que próximamente competirá con el editado por Planeta, Shakira ¡Que viva Colombia! , se compone de 10 capítulos en los que se relatan momentos de pobreza, desesperación, fracasos y hasta enfermedades que padeció la cantante, en el desamparo, según dicen las autoras.

A continuación publicamos el primer capítulo del libro, titulado "¿Dónde estás corazón?"



Ayer conocí un cielo sin sol y hombre sin suelo

Shakira no le podría pedir nada más a la vida. Tiene una fama bien ganada, un penhouse cerca de la playa para caminar descalza, un Mercedes-Benz convertible para volar. Entra a las tiendas de ropa a comprar lo que se le antoja sin mirar los precios y paga de contado. Es dueña de un avión, éste sí pagado a plazos. Puede adquirir los sueños materiales para sus siete hermanos. Una madre y un padre por fin juntos. Un ejército de sumisos servidores pendientes de sus más terrenales deseos, y, por supuesto, a Antonio de la Rúa, su novio.

Aparentemente lo tiene todo, pero no siempre ha sido así, especialmente en los asuntos con los hombres. No hace mucho que lloró a mares en una gira por Colombia, por una superestrella de la canción. Fue ayer que la cantante y actriz colombiana, Carolina Sabino, la distanció del que para ella era el novio ideal: rubio, bello, ojos azules y músico. Tampoco consiguió el amor de su compañero de reparto en su primera a y única telenovela, El Oasis , un misterioso actor que ahora vive en Nueva York. Igual fue su desventura con el actor boricua Osvaldo Ríos, porque aún hoy no puede estar segura si al que conoció y amó no era más que un personaje creado por él, con el único propósito de seducirla. Aquellos que creen que Shakira es una elegida, tienen la razón. Sin embargo, nada de lo vivido le salió gratis.



Por Colombia con Ricky

Un millón de copias vendidas de su disco Pies descalzos la convirtieron en la telonera de Ricky Martin, en una serie de conciertos que los llevó por las principales ciudades colombianas. Ellos se habían conocido antes, cuando ella se ganó con la canción Eres , una Antorcha de Plata en el Festival de Viña del Mar (Chile) como participante, y él era un orgulloso miembro del jurado.

En aquella ocasión sólo consiguió de la ya famosa estrella una fotico. Incluso esa imagen salió publicada en diversos medios de comunicación, pero no entablaron ninguna amistad que valiera la pena.

Su primer gran encuentro se dio en una rueda de prensa en el Hotel Tequendama, en Bogotá, antes de comenzar la gira. Esa noche se quedaron conversando en una de las habitaciones, y ella, más tarde, de regreso a su apartamento, confesó: "Estoy enamorada". Esa noche Ricky se parecía al galán que Shakira había idealizado como el hombre perfecto. Estaba vestido de pantalón negro y ancho, una camiseta blanca pegada al cuerpo, un saco de lana colgado al cuello. En esa época el cabello ondulado y dorado le daba en los hombros y su perfume varonil atravesaba paredes. Ella, por su parte, hacía muchos años que no daba respuestas más creativas y profundas. Esa es una de sus armas amorosas más cautivadoras. De hecho, cuando departían con varias personas en la suite "La Bachue", Ricky no hizo más que halagarla. admiró su inteligencia, su belleza, y eso no ayudó a mucho a Shakira en los siguientes días para sacarlo de su cabeza. Pero la seducción tuvo un remate físico inesperado para la cantante, él se puso a bailar para los presentes de ese modo sensual y lento que le conocemos en algunos de sus videos. Y lo que terminó de animar a Shakira es que el famoso intérprete le admitió que creía fervientemente en los ángeles.

En esa ocasión Shakira hizo maletas, cosa que no le gusta, con un nuevo entusiasmo. Empacó sus mejores pintas y emprendió su sutil manera de conquista en ese viaje. Viéndolo bien, en ese entonces, ella no tendría otra mejor oportunidad para llamar su atención y eso fue lo que hizo.

Trató todo el tiempo de encontrarlo casualmente pero sus horarios no coincidían y eso que sus habitaciones eran contiguas. En el Hotel Park 10, de Medellín, Shakira sabía que la única posibilidad de encontrarse con él era antes, en o después de la rueda de prensa. Claro que lo intentó, pero sólo logró que le diera un toquecito en la cabeza, de esos que se dan a los chicos cuando inspiran ternura.

Esa noche, para su fortuna, hubo algo que torció la desconsoladora rutina de la gira: la madre de Ricky cumplió años. La celebración íntima entre bailarines, músicos y empresarios decidieron llevarla a cabo en la habitación del cantante. Cuando Shakira entró, Ricky estaba de espaldas, en pantaloneta, frente a la ventana y mirando hacia abajo, saludando a las fanáticas que velaron su estadía en la ciudad antioqueña. Por supuesto, esa tampoco fue la ocasión para la cercanía que ella buscó durante esos quince días.

El otro instante de intimidad curiosamente fue en el vuelo entre Medellín y Cali. Ricky iba adelante con su mamá, su jefe de prensa, y atrás iba Shakira con su séquito. Durante esos minutos hubo momentos de carcajadas y camaradería, entonces él, para acercarse a ella ponía su mano derecha en el espaldar de su silla y movía los dedos. Ella ni corta ni perezosa, los agarró con cariño, pero al bajar todo volvió a la fría realidad. Esa tarde en el Hotel La Torre, de Cali, la tristeza invadió a Shakira y antes del concierto se encerró en el baño, se metió en la tina, escribió versos y salió como nueva.

El fantasma de Ricky Martin se empezaba a esfumar. Pero lo que terminó por acabar ese efímero amor musical fue que ya en la Van, rumbo al estadio de futbol "Pascual Guerrero", Ricky cambió de estado de ánimo segundo a segundo. Primero rió, luego lloró, más tarde se aferró a su mamá como un bebé, y lo peor fue que cuando las puertas de la camioneta se abrieron, él era la celebridad más feliz del universo. Eso le bastó a la compositora para aplicar inmediatamente su particular terapia de cura amatoria: llorarlo como en un velorio de nueve noches hasta sanar.

Aunque algunos dirán que eso no ocurrió tan rápido, porque esa noche cuando le faltaba un tema para finalizar su función, en el mismo escenario que compartió con Ricky, se quedó sin voz, No hay peor tragedia para un cantanten que ese momento. Por supuesto las siguientes horas las vivieron como en una pesadilla. Llamaron médicos de Bogotá y Cali. No faltó la miel caliente con limón, curiosamente el médico consultado telefónicamente le aseguró que si no se cuidaba con medicinas la garganta, algún día podría perder la voz. Por suerte, ellos también se equivocan.



A pesar de que dicen que los años son sabios todavía se siente el dolor

Shakira jamás se ha despertado una mañana sin estar enamorada. Antes apostaba que el día que su carrera le impidiera ser una mujer plena con su pareja, preferiría renunciar. Su entrega es absoluta y tiene una capacidad de perdón poco usual entre los enamorados. Eso sí, del mismo modo que ama, dice adiós con facilidad a una relación que ya no le produce alegrías, porque no relaciona el amor con el sufrimiento. Por mucho tiempo, en la distancia enorme que había entre una ilusionada chica colombiana que aspiraba a ser una cantante y el soleado Hollywood, sostuvo una ilusión por Lorenzo Lamas. Con esa visión rosada de la adolescencia el actor le resultaba un hombre muy guapo.

Mucho más tarde, cuando Steven Spielberg la llamó a un casting para el protagónico de El Zorro , en Los Angeles, le bastó sólo verlo de lejos para bajarlo de la nube de sus preferidos. Para terminar una relación aplica su teoría: "Inteligencia y técnica". No entiende cómo alguien puede demorar sufriendo meses por culpa de una ruptura. Claro que, eso no quiere decir que esta práctica le haya ayudado a no morir de dolor por un amor fallido.

De esos ha tenido muchos. Entre ellos está el que padeció por el actor colombiano Juan Sebastián Aragón. Por él rompió el esquema de su hombre ideal. Aragón es bello, pero bajo, moreno, aunque con un buen cuerpo. Se alejaba del prototipo de sus elegidos, entre esos, estaba su novio de Barranquilla, Óscar Ulloa. A Óscar lo vio bajo el sol en una playa cerca de su ciudad natal: rubio, blanco, ojos claros y con cabello ondulado.

Precisamente, cuando empezó a grabar El oasis , telenovela donde Juan Sebastián formaba parte del elenco, aún no se había desencantado totalmente de Ulloa. Mientras ella estaba lista para atrapar el mundo y engullir sueños como chocolates, el chico que la siguió hasta Bogotá apenas empezaba a madurar. Ella crecía artísticamente y él hasta celos sentía por los pequeños pero ya afortunados logros que empezaba a acumular. Ulloa fue desapareciendo de su corazón, de sus recuerdos, pero está registrado en Antología para siempre. De hecho, con él confiesa aprendió a amar. Dijo "mentiras piadosas" para irse simplemente a besar con él, lejos de la mirada de su madre, Nidia. Por él esperó una semana que le pareció un año, a que la llamara después de conocerlo y con él inventó un código de miradas, que generalmente los llevaba a una intimidad cándida y cargada de suspiros.

Pero cuando ella empezó a trabajar en El oasis , a estudiar canto con Silvia Moscovich, a ponerse tareas en la agenda hasta con ella misma, ya no tuvo la paciencia que viene regalada cuando el amor está presente. Él la desencantó fatalmente. Llegó a estudiar una carrera y se terminó gastando el dinero de ese semestre. Le sobraba tiempo y a ella le faltaba. Cuando acabaron, Shakira lloró de verlo llorar por ella.

De vez en cuando lejos de vez en cuando cerca/ Unas veces subir, otras caer/ Unas veces amarte, otras odiarte La cercanía inquietante con Juan Sebastián empezó desde que iniciaron un taller de actuación con el debutante elenco de El oasis . Los ejecutivos de Cenpro, la productora del dramatizado, considerando que muchos de los actores no tenían experiencia, antes de empezar a grabar los pusieron a estudiar. El curso era en las instalaciones de la empresa y duró dos semanas. Desde esos primeros encuentros a Shakira le impresionó que el hijo de Gloria Triana, la conocida intelectual, fuese más maduro que los muchachos de su edad. La verdad es que era culto casi por obligación. Su familia incluyendo a su tío, Jorge Alí Triana conforman una élite artística en Colombia. Y el chico tenía también esa aureola de alguien que tiene sus demonios y que veía mucho más allá de sus narices.

La verdad es que Shakira hacía rato que había entrado en la onda de los libros espirituales. Más tarde, hombres como Choppra la terminaron desilucionando, pero por aquellos días no dejaba de comprar literatura de superación casi semanalmente. Muchas veces había que obligarla a apagar la luz y a descansar. Uno de sus preferidos era El profeta , de Galhil Gibrán. Eso, por supuesto, ayudó a que se volvieran amigos. Tenían gustos en común y ello les permitió que las largas jornadas de grabación en las calurosas poblaciones del Huila, adonde se trasladaban desde Bogotá, cada 15 días , no fueran tan tediosas.

Juan Sebastián además tenía una mirada misteriosa, profunda, que llenaba de preguntas a Shakira. Al sentirse otra vez enamorada, utilizó como nunca lo había hecho las más recurrentes y diversas estrategias para llamar su atención. Le ayudó mucho las duras jornadas de grabación muy lejanas del mundo, en los parajes desérticos de La Tatacoa, bajo un cielo de postal. Por supuesto, Shakira era tan sutil que quizás él no caía en la cuenta. Porque a ella realmente le gusta ser la seducida y no al revés. Sólo ha podido llevar la batuta del amor en sus canciones pero por los días de El oasis , sus redes eran tan delicadas como "telarañas". Vaya uno a saber si sus livianas técnicas impidieron sus verdaderos propósitos con Aragón.

Para ella no fueron unos meses totalmente plácidos porque Juan Sebastián unas veces estaba con ella galante y cercano, y a la vuelta del día se alejaba totalmente. Cuando creía que lo tenía atrapado, después de una charla despierta y cargada de chispa sostenida por horas, en una salita solitaria del Hotel Plaza, de Neiva, él no le daba más allá que un saludo. Lo peor era cuando les tocaba graba en Bogotá, porque las rutinas de rodar, almorzar y descansar en intimidad se acababan.

Aunque en Bogotá tuvieron citas. Uno de los lugares que frecuentaron era la Casa de la Cultura de México, allí había mucho de los intereses que compartían: libros, exposiciones, comida. La gastronomía mexicana posee la mezcla perfecta para el paladar de Shakira: grasa, sal y picante.

No se sabe si las ausencias de Juan Sebastián eran a propósito; sin embargo, consiguieron desequilibrarla emocionalmente. Pero, contrario a lo que otras chicas en pleno desamor viven, Shakira se fortalecía. Escribía canciones y leía más libros de Psicología. Sucedía días después de esas lecturas que se decía a sí misma, que ya no jugaba más con el actor, pero al volverlo a ver caía otra vez en ese enamoramiento sin futuro.

Con él además le pasaba algo muy curioso: se volvía muy torpe. Tropezaba con todo, inclusive en aquellos almuerzos le salían volando los cubiertos. Un "oso" descomunal ocurrió cuando en un ascensor, estando Juan Sebastián adentro y Shakira subía, se le cerraron las puertas abruptamente. La risita de pena le quedó por horas igual que los cachetes colorados.

Mas lo peor estaba por ocurrirle. Recién llegada a Bogotá, una de las críticas que más le hacían a la ascendente cantante era su look en general. Para los estilistas lo pero eran sus cejas superpobladas y negras. Precisamente fue un maquillador de estos quien se las rapó, en el viaje que los llevó a Aruba, lugar elegido para el especial "Los más bellos" para la revista "TV y Novelas". El trabajo le quedó tan bien hecho que a ella no le volvieron a crecer las cejas como antes. Se le esfumaron. Sin maquillaje se veía algo extraña. Bien, una noche, en su habitación del hotel en Neiva, su acompañante se desmayó de buenas a primeras. Shakira, asustada, gritó a todo pulmón para que vinieran a ayudarla. Ahí se acordó de sus cejas, especialmente cuando vio venir a Juan Sebastián. Entonces gritaba, lloraba, pero eso sí, con las dos manos se tapaba la parte superior de la cara. El momento no pudo ser más penoso para Shakira. Ella que no traspasaba la puerta de su cuarto hasta estar completamente completamente maquillada. En esa tarea podía durar hasta dos horas seguidas.

Alejarse de él costó más de lo imaginado. Ella, que hubiera dado su vida porque él fuera el protagonista masculino, para darle un besito aunque fuera de mentiras, le faltaba todavía algo peor. Cualquier día después de almorzar, en una locación hermosa cerca de una montañita, ligeramente deprimida por el recuerdo de Juan Sebastián, le pidió a una de sus amigas ?allí se hizo muy confidente de la actriz costeña Xilena Aycardi? que la acompañara a caminar porque se ahogaba en el desamor. En esa caminata que era un especie de terapia, Shakira expresó mucho de lo que sentía y sufría. Tardó casi una hora en esas. Precisamente cuando ya estaban de vuelta, se pillaron que ella no había pagado el micrófono inalámbrico, por lo tanto desde el director, Rodolfo Hoyos, hasta el último técnico de sonido, supo de su pasión desventurada por Aragón. Por suerte, él no estaba ese día allí. Pero se cansó. Las luchas emocionales la desgastaban hasta físicamente, por eso mismo, convencida que nada merece la pena si produce sufrimiento, le aplicó a Juan Sebastián su técnica de curación. Y adiós. Después lo veía pasar como si fuese un personaje irreal y no una persona que le había cortado la respiración por varios meses.



Historias verdaderas

Naren Daryanani era el actor colombiano de moda y catalogado como uno de los más bellos de la televisión nacional cuando Shakira lo conoció. En realidad, él era uno de los galanes más apetecidos del momento y ella apenas tenía unos meses de haber entrado a ser parte del mundillo de la farándula criolla. No hay que ser muy agudo para saber que el chico podía gustarle a la recién llegada a Bogotá. Se vieron en Aruba cuando lo de TV y Novelas y lo hicieron muchas veces después en distintos eventos. Se hicieron mucho más íntimas gracias a que la revista Aló realizó una nota en la que proyectaba, en varios campos, quiénes serían los colombianos del futuro. Los dos fueron elegidos y completaba la terna artística Flora Martínez, quien hoy hace sus pinitos en Hollywood.

El trío se trasladó a una población de la sabana de Bogotá para las fotos. Lo que pintaba ser más un paseo que una jornada aburrida de trabajo terminó mal para Shakira. Los celos le aguaron el día. Flora empezó a coquetear descaradamente con Naren apenas llegaron a la locación. Eso enfureció a la cantante hasta el punto que regresó a Bogotá en su Sprint gris, a más de 100 kilómetros por hora; fue un largo pique de rabia y velocidad. Por parte de ella, claro.

A Naren le gustaba la chiquilla y siempre le dijo cariñosamente, "Shakirita", pero muchos detalles lo espantaron de tener una relación más importante con la cantante y actriz. Primero, él no estaba acostumbrado a tener una novia de visita y ceremonia familiar. Tampoco le gustó que un buen día, Nidia le hiciera reclamos porque no consentía a su hijita. Ese día le dieron ganas de salir corriendo del lugar.

Pero no hay duda de que Naren hubiera podido llegar más lejos con Shakira.

Por un tiempo, se corrió el rumor de que él había entablado con el actor, Orlando Lamboglia, una apuesta odiosamente machista. Pero prefirió perder. Tener a su lado una noviecita que representaba para él un compromiso demasiado alto y al que no estaba acostumbrado.

El colmo del desprecio de Naren por la nueva cantante radicó en que la propia Shakira llevó hasta la portería de su edificio, el casete con las canciones de Pies descalzos , para que las escuchara de manera exclusiva, porque lo tenía entre sus más preciados afectos. Ella esperó ansiosamente a que el actor la llamara para que le dijera cómo le había parecido su primer gran producto musical. Pasó una semana y el hombre no resucitó. A Shakira le tocó ir hasta el barrio Nicolás de Federmán donde se grababa la serie familiar Padres e hijos , dramatizado que desde que salió al aire no ha dejado de estar entre los favoritos colombianos. En sus sets han crecido las más importantes figuras masculinas de la televisión, entre ellos, Rafael Novoa, Manolo Cardona y, por supuesto, Naren. Un actor que despreció a Shakira y que hoy ni suena ni truena. Lo esperó cuatro horas para oír lo que jamás imaginó: "Shakirita, está en la portería, no he tenido tiempo para escucharlo." Ella fue y lo recogió. Hasta ahí llegó Naren para ella, un hombre que salió de su vida bien rápido.

"No temo a quedarme sola, porque tengo la certeza de que hay un orden divino y que hay una persona para mí", dijo alguna vez, y ya le llegó.

Si te vas, si te vas, si te marchas mi cielo se hará gris/ si te vas, si te vas, ya no tienes que venir por mí/ si te vas, si te vas y me cambias/ por esa bruja, pedazo de cuero/ no vuelvas nunca más Gustavo Gordillo, músico del exitoso grupo de rock en español Poligamia, es el primer novio oficial de Shakira. Por ese mismo privilegio, Gustavo oyó de parte de su futuro suegro un discurso amenazante y moralista, al inicio de la relación. Estaba sentado en el centro del sofá, mientras William, se sentó en una de las poltronas de la sala. El padre, muy serio, le recordó al joven, en primer lugar, que su hija eran virgen. Y remató la charla diciéndole que jamás olvidara que tenía cinco hermanos hombres dispuestos en cualquier momento a defender su honor. Nidia, la esposa, moría de vergüenza. Ella, por su parte, desde el comienzo se sintió muy orgullosa de este noviazgo y por primera vez se mostró en público en pareja. Él era apuesto, rubio, ojos azules y también tenía el cabello largo y ondulado. Además tenía una boca casi dibujada a mano, roja y apetecible.

Era un novio familiar, casero, le gustaba estar en compañía de sus papás, hasta pasaba tardes enteras con ellos sin estar Shakira presente. Siempre estuvo pendiente de ella, porque en esos días empezaba el bombazo de Pies descalzos , particularmente le ayudaba en sus primeros conciertos, la aconsejaba en la ropa y estudiaban música juntos. De hecho, a su lado, disfrutaba uno de sus entretenimientos preferidos: pasar una tarde escuchando música.

Las razones de ese amor fueron muchas. Se conocieron en la disquera de los dos, Sony. Él era un chico de buenos modales, serio, educado, de buena familia y con él conoció un poco la noche bohemia de Bogotá, la que no era muy conocida para ella. Era hasta tal punto detallista que cada vez que iba a su encuentro le llevaba un girasol. Le regalaba su tiempo, su amor y chucherías de hippies. Los pocos momentos en contravía fueron por culpa de las ausencia de Shakira, quien por esos días ya empezaba a conocer las mieles de la fama.

Gordillo era muy coqueto. Por lo tanto los celos volvieron a despedazarla. Sin embargo, no fue sino hasta que supo de un encontrón de su novio, en el Teatro Nacional, con la famosa cantante y actriz ?igual que ella? Carolina Sabino, que el romance se le desmoronó.

Al igual, que en las otras ocasiones que se vio enfrentada a la desilusión, Shakira lo echó al olvido. Curiosamente sus novios estuvieron todos en el lanzamiento de su producción, ¿Dónde están los ladrones? , menos él.

Si no tiene más que un par de dedos de frente/ si descubres que no se lava bien los dientes/ si te quita los pocos centavos que tienes/ y luego te deja solo tal como quiere La Virgen María ?de quien es devota desde hace muchos años? salvó a Shakira de un amor que para muchos de sus seguidores era casi un defecto. Una mañana se levantó ?después de llorarlo por varios días? y con un tono de alivio le dijo a sus padres que el romance que la traía de "pelea con el mundo" por fin se había acabado. Con esa cirugía limpia y segura que llevaba a cabo para extirpar los grandes males del corazón, terminó eliminando al actor puertorriqueño Osvaldo Ríos. Ríos, el latin lover por excelencia, había llegado a Colombia a grabar con mucho éxito la telenovela La viuda de Blanco . Venía con una reputación de seductor profesional. Su galantería y modos para muchos eran sospechosas; sin embargo, no fue la fama sino los hechos los que acabaron por defraudar a Shakira Isabel Mebarack Ripoll.

Efectivamente, antes de verlo en persona el día que recibió "el prisma de diamante" en el Club El Nogal, por el millón de copias vendidas de su álbum Pies descalzos , ella le había confesado a muchas personas que ese galán le parecía un "corroncho", una especia de campechano de ciudad. Sin embargo, no sabía entonces que iba a terminar, como otras famosas, enamorada sin remedio.

En realidad la estrategia de Ríos era convencer a su chica de que eran una especie de privilegiadas almas gemelas que terminaban encontrándose. No fueron pocos los que escucharon a Shakira decir que tenían demasiadas cosas en común. La verdad es la que aquí les revelaremos. Una de sus famosas conquistas descubrió en su lujoso apartamento, cedido por la empresa RTI que lo trajo al país, que Osvaldo llevaba una ficha técnica de sus seducidas. La carpeta de Shakira era la más completa: flor preferida, escritor favorito, gusto por la comida árabe. Por primera vez ella estaba frente a un enamorado que la podía llevar a los mejores sitios de la ciudad. Sus novios anteriores eran de comidas rápidas, paseos en auto sin ir a ninguna parte, en fin, como los adolescentes que eran, lo que también disfrutaba, porque ella no era precisamente la reina del incómodo protocolo. Pero volvamos a Ríos. La noche de El Nogal irrumpió a la mitad de la ceremonia, vestido todo de negro y una bufanda roja le ponía el color que le hacía falta. Llegó con sus escoltas y su jefe de prensa. Llevaba un detalle en la mano: un girasol. Claro, su preferida.

Sabemos que lo tenía anotado en su especial hoja de vida de la artista.

Nadie duda de que ella lo amó en demasía. Por supuesto, a sus padres no les gustaba ni cinco el actor para su hija. Le llevaba muchos años, era un hombre demasiado vivido y había algo que como padres no les terminaba de convencer, pero tuvieron que aceptar la opción sentimental tomada por su hija.

Después del rápido y lejano saludo con una mano en la noche que relatamos, él se retiró del salón, y Shakira no volvió a saber de Ríos. Igualmente ella no se interesó. Luego vino su encuentro en una disco de Miami. ¿Casualidad?

Siete meses después de conocerlo. Shakira rompió con Osvaldo Ríos. Lo hizo cuando todos sabían, hasta en su casa disquera, que Osvaldo no era el novio desinteresado que ella creía. Algunas cuentas en los hoteles donde se hospedaba terminaron por delatarlo. Pero lo hundieron definitivamente sus propias y necias palabras. En unas declaraciones que entregó para la revista Teleguía , del Perú, dijo que en su hogar el que cocinaba era él. Lo que hacía suponer entre líneas que los novios vivían juntos. A sus suegros los calificaba de entrometidos y aprovechados. Cuando la propia Shakira leyó eso, lo lloró por varias horas y después volvió a ser la misma sobreviviente de siempre.



El hombre ideal

Los versos para Antonio de la Rúa aún no los conocemos. Pero él sí que es en verdad el hombre soñado por Shakira. Lo puede mirar a los ojos y confiar. Se siente protegida. Tiene un hombre al frente con quien puede ser totalmente honesta. Con Antonio su muchas veces mencionado cuento de hadas de ser conquistada, ocurrió. Antonio llegó a la puerta de su camerino en el Luna Park, de Buenos Aires. Es guapo, inteligente, amoroso, cercano, amigo, cómplice en su trabajo y no la ha dejado un minuto abandonada por otro interés.

Si seguimos la ruta de los paparazzi , desde que le tomaron a él una foto junto a su hermano en uno de los conciertos que ella ofreció en la capital argentina, Antonio no ha dejado realmente sola a Shakira. Se cree que el abogado y ex asesor de la campaña a la presidencia de Fernando de la Rúa, su padre, se ha convertido en el hombre detrás de las finanzas de la cantante.

En menos de un año, desde que se conocieron, Antonio de la Rúa y Shakira han vivido una historia principesca, pero con varios escándalos de por medio. Muchos argentinos no olvidan la cifra de 12 mil dólares que se supone se gastó el enamorado en su primera excursión a Bariloche.

La cantante famosa y el hijo del presidente han paseado por el mundo como sólo lo pueden hacer los miembros de la realeza y el jet set . Desde la hermosa Bariloche, donde se descubrieron enamorados, han pasado por los lugares más exóticos y bellos del mundo: Malibú, Nassau, Punta del Este, Los Ángeles, Miami, San Martín de los Andes. Donde todavía no han estado es en Colombia. Se hospedan en hoteles como el Beverly Hills en Los Ángeles, cenan luego en South Beach y por la noche, bailan en Bongo. La mañana siguiente vuelan a las Bahamas, y por la tarde caminan descalzos por la playa.

El hombre, que tiene un físico muy parecido a su amor platónico Lorenzo Lamas, hace soñar despierta a la chica de 24 años que no hace mucho se derretía cuando el músico de su banda, el bello Italo, rozaba su piel, en las noches que ensayaban en un garaje en el barrio La Esmeralda, en Bogotá.

¡No despiertes, Shakira!



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