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Si te retiras, empiezas a morir: Zabludovsky

Fernando Figueroa| El Universal
Viernes 03 de julio de 2015

El periodista Jacobo Zabludovsky falleció en la ciudad de México a los 87 años de edad Archivo/ EL UNIVERSAL

El reconocido mexicano nació en la colonia Doctores, pero desde sus primeros meses vivió en el barrio de la Merced en la Ciudad de México Archivo/ EL UNIVERSAL

Se graduó como abogado en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional Autónoma de México el 21 de julio de 1967 Archivo/ EL UNIVERSAL

Se casó el 22 de junio de 1954 con Sarah Nerubay Lieberman, de origen judío-ruso Archivo/ EL UNIVERSAL

Sarah Nerubay, hija de un próspero comerciante de la Ciudad de México y con quien tuvo tres hijos Archivo/ EL UNIVERSAL

Sus restos fueron enterrados en el Panteón Israelita de la Ciudad de México Archivo/ EL UNIVERSAL

En octubre de 1987 recibió un premio como destacado periodista del entonces Presidente, Miguel de la Madrid Archivo/ EL UNIVERSAL

Don Jacobo narró el sismo de 1985 que sacudió a la Ciudad de México Archivo/ EL UNIVERSAL

Aquí con el actual presidente de la República, Enrique Peña Nieto Archivo/ EL UNIVERSAL

En la imagen, Jacobo Zabludovsky en compañía del Licenciado Juan Francisco Ealy Ortiz, Presidente Ejecutivo y del Consejo de Administración de EL UNIVERSAL y su esposa, la señora Perla Díaz de Ealy Archivo/ EL UNIVERSAL

El mexicano con la conductora mexicana Pati Chapoy y la cantante y actriz Lola Beltrán Archivo/ EL UNIVERSAL

Jacobo tuvo tres hijos: Abraham, Jorge y Diana. En la imagen, se muestra con su cariñosa hija Diana Archivo/ EL UNIVERSAL

En la imagen, Antonio Ariza, José Guindi, Jacobo Zabludovsky, Silverio Pérez y Mario Moreno "Cantinflas" Archivo/ EL UNIVERSAL

Jacobo posó en una foto acompañado de su querida familia Archivo/ EL UNIVERSAL

Aquí junto a la actriz y cantante Lucía Méndez Archivo/ EL UNIVERSAL

El periodista logrando una entrevista con el Presidente Adolfo López Mateos en el sexenio de 1958-1964 Archivo/ EL UNIVERSAL

El periodista Jacobo Zabludovsky acudió a desayunar a El Cardenal, un restaurante de la zona centro del DF Archivo/ EL UNIVERSAL

Su presencia llamó la atención del resto de los comensales Archivo/ EL UNIVERSAL

Algunos se acercaron para saludarlo, a lo que el también columnista de EL UNIVERSAL accedió Archivo/ EL UNIVERSAL

Otras personas más se animaron entonces a pedirle una fotografía Archivo/ EL UNIVERSAL

Jacobo se mostró en todo momento sonriente, ante los comensales que esperaban su turno para la foto Archivo/ EL UNIVERSAL

Los meseros del restaurante apoyaron para tomar las fotografías Archivo/ EL UNIVERSAL

Aquí con el "amigo de todos los niños" Xavier López Chabelo Archivo/ EL UNIVERSAL

En la foto, con el "Gabo" y Premio Nobel de Literatura, el escritor Gabriel García Márquez Archivo/ EL UNIVERSAL

Si te retiras, empiezas a morir: Zabludovsky

Su libro favorito, El Quijote, "la fuente de conocimientos idiomáticos más importante de nuestra lengua". (Foto: ESPECIAL )

Esta es la crónica de dos entrevistas imposibles conjuntadas con unas cuantas lecciones de periodismo

espectaculos@eluniversal.com.mx  

Cuando Jacobo Zabludovsky no daba entrevistas, a mí me dio dos.

Eso fue hace tres décadas y, la mera verdad, me ayudó el hecho de que en ese momento yo trabajaba como reportero en Televisa, para un programa de espectáculos.

La primera vez que hablé con él, lo abordé durante una comida del ambiente taurino. Llegué a la de sin susto con micrófono en ristre y con el camarógrafo en acción, además de la luz sobre su cara. Se sorprendió, pero contestó con amabilidad.

Fue algo breve. Cuando terminamos, me preguntó por qué no le había avisado que lo iba a entrevistar. Le contesté que por temor a una negativa. Se rió y me dijo: “Bien hecho”.

A continuación le pedí que me diera una entrevista más formal en su oficina y contestó: “Yo no doy entrevistas, las hago”. Entonces me saqué de la manga lo siguiente: “Usted me la tiene que dar por tres razones: yo también viví mi infancia en La Merced, soy aficionado a la fiesta brava como usted, y porque me convencí de estudiar periodismo cuando vi su entrevista con Dalí”.

“Ni hablar, comunícate con mi secretaria”, dijo con esa sonrisa-mueca que nunca lo abandonó en su vida. Varios días después, en la comodidad de su oficina de Televisa, me dijo que envidiaba “a quien domina bien nuestro idioma y es capaz de escribirlo con propiedad y elegancia, pero envidio más a quien habla otros idiomas y no depende de un traductor, como yo”.

Le pregunté si se sentía un líder de opinión: “No soy líder de nada. Simplemente soy trabajador del periodismo. Más que periodista me considero reportero. La base del éxito es la humildad para buscar la noticia todos los días, lo demás es superfluo”.

Le pregunté sobre cinco libros que se llevaría a una isla desierta y contestó: “Aunque no fuera a una isla desierta, me llevaría El Quijote, la fuente de conocimientos idiomáticos más importante de nuestra lengua. Algunos cuentos de Andreiev. Crimen y castigo, de Dostoievski. Un diálogo de Platón que se llama Critón o del deber. Y un libro de Kant que se llama Fundamentación de la metafísica de las costumbres”.

Quise saber de alguna entrevista frustrada y respondió: “Ha habido muchas, pero me pasa lo mismo que a los médicos, entierro mis errores”.

Esa entrevista se reprodujo en el periódico El Nacional, a principios de los años 90, cuando Zabludovsky seguía sin charlar con los medios.

En 2009 lo volví a entrevistar (al dejar Televisa, en 2000, se volvió accesible) y quiso el destino que otra vez fuera para el mismo medio en el que él colaboraba: el periódico EL UNIVERSAL.

Cuando la plática se enfocó en Dalí, don Jacobo se levantó de su asiento y entró a un pequeño cuarto de donde extrajo un enorme libro del pintor. Entonces me dijo: “Es su versión del Padre nuestro, que viene escrito en distintos idiomas: español, italiano, latín, inglés, japonés, chino”. Lo mostró con deleite, hoja por hoja, y remató con una sorpresa: la dedicatoria, que incluye un elaborado dibujo original del artista en el cual se recrea, como una ensoñación, el encuentro en Cadaqués del periodista mexicano con el genio español.

“Conseguir una entrevista con Dalí era difícil, pero entrevistarlo era fácil. Era un tipo de lo más normal hasta que se encendían los reflectores, entonces empezaba a hablar. Yo ya lo había entrevistado en Nueva York; en esa ocasión, el camarógrafo no encontraba los contactos de la luz y él se metió debajo de la cama para ayudarle… ¡Dalí!”.

Al inquirir si no tuvo tentación de editar los fragmentos en que el artista lo reprende, Jacobo me dijo: “No. Ya dejé constancia de otro caso, cuando el 'Che' Guevara casi me dijo que yo era un tonto por estar más preocupado por sus barbas que por la transformación social que estaban haciendo en Cuba”.

Cuando le pregunté a quién heredaría su biblioteca, respondió: “Eso todavía no entra en mis planes”. Y cuando quise saber si la palabra “retiro” existía en su vocabulario, señaló: “Si te retiras, empiezas a morir. Todos vamos rumbo al panteón, pero no empujen”.

Amable, me despidió en el recibidor de su oficina junto a una reproducción de la célebre foto de Robert Capa, donde aparece un miliciano español abatido durante la Guerra Civil. Mientras Zabludovsky me explicaba el contenido de esa imagen, parecía que él se metía a narrar en vivo desde aquel montículo del campo español.

Abandoné su despacho de un piso 18, cerca del Campo Marte, y desde ahí observé la enorme ciudad en la que él vivió y tanto amó.



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