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Disfrutar de la puesta en escena Una mujer justa, que realiza temporada desde la semana pasada en la Sala Xavier Villaurrutia, es como disfrutar de un lienzo pintado sólo con luz, mientras que sus protagonistas cuentan una historia de amor nostálgica y dolorosa al tiempo que se desvanecen en escena, como si de fantasmas se tratara.

“El nudo está en dos matrimonios, cuando este individuo conoció a la segunda esposa antes de la primera, es una historia de desencuentros amorosos”, señaló Juan Carlos Colombo, quien da vida a Peter, la manzana de la discordia entre los personajes de Verónica Langer y Marina de Tavira.

Sobre la historia del dramaturgo Sándor Márai, y que llevaron a escena gracias a la iniciativa de Langer, pesé a las vicisitudes que los retrasaron por dos años, señaló: “Si bien sucede en Hungría, en la posguerra, son tan cercanos los conflictos de los personajes, su búsqueda del amor absoluto, su necesidad de encontrar una explicación a los afectos, es tan cercano a todos”.

Colombo consideró que el reto fue la forma en que se cuenta la historia, que son casi monólogos que en un punto se entrelazan, para contar varias versiones de una misma historia, “me pareció atractivo porque no hay otro recurso más que el actor hablando, la luz, unas sillas y ya”.

Mientras tanto en el otro camerino, entre vestuario de época y la locura previa a salir al escenario, se encuentran Marina y Verónica, quienes dan vida a María y Judit respectivamente y expresaron sentirse fascinadas de la manera en que Enrique Singer concibió y resolvió el montaje.

“Singer desde el principio se imaginó una obra muy en penumbras, en claroscuros, con personajes que aparecen y desaparecen. Hay algo de nostálgico muy fuerte en el texto y había que tratar de llevar eso a escena. Habíamos hablado de personajes que surgen de los escombros de la guerra, para contar su historia de un mundo que ya desapareció, siento que el montaje tiene mucho esta nostalgia, es la primera vez que yo hago un montaje que es casi como pintar con la luz”, señaló Marina, la dama joven de la obra, cuyo origen humilde queda de lado cuando se casa con señor de la casa.

Pero Langer subrayó que la fuerza de la historia está en los propios personajes, que tienen cada uno sus disyuntivas, por ejemplo, María, la primera esposa de Peter. “Es una mujer que ama demasiado, ella está apasionada por un hombre hasta la posesión, lo ama con desesperación y eso lo que produce en el otro es rechazo, vive con la eterna pregunta de ¿por qué no me quiere? Es tratar de contestar esa pregunta, que es muy doloroso, pero creo que a mucha gente le ha pasado”.

Langer comentó que han tenido una muy buena respuesta del público al grado de que les sacan suspiros y Marine cree cual es la razón: “los personajes están contando la historia al público muy directamente, no hay una cuarta pared”.