Dicen que el que tiene dinero hace lo que quiere, y Kim Kardashian es un gran ejemplo de ello. Por estas horas, el palacio de Versalles se encuentra cerrado al público para que la inclasificable heredera comience a celebrar su boda junto a Kanye West, el rapero que le robó el corazón.

Enfundada en un traje de Maison Martin Margiela que dejaba mucho al descubierto, la mediática Kim fue interceptada por fotógrafos y curiosos este mediodía, cuando abandonaba su residencia parisina para dar inicio a la maratónica celebración. La acompañaba el novio, y junto a él partió rumbo al famoso palacio para brindar una fiesta previa a la boda para sus invitados, en la que no faltaron flores, piezas de arte y actores disfrazados de mosqueteros.

Ya desde uno de los salones, ella compartió una foto de sus jardines en Instagram. "Pequeños ángeles en el cielo nos dan su bendición", escribió en referencia a una bandada de pájaros blancos que casualmente -¿o acaso habrá contratado un servicio de palomas para aportarle dramatismo al paisaje?- pasaban por allí.

Kim recibió la propuesta de matrimonio de parte de Kanye en octubre de 2013, cuando él cerró un estadio de baseball para sorprenderla con un enorme anillo de diamante. Lo cierto es que, si bien los novios trataron de mantener en secreto los detalles de su boda, trascendió que la fiesta principal se celebraría mañana por la noche en el Forte di Belvedere, en la italiana ciudad de Florencia, contaría con unos 3 mil invitados y, por su opulencia, se perfila para convertirse en la boda del año.

sc