aridiana.banos@eluniversal.com.mx  

Cualquier detalle que falle puede convertirse en “tragedia” si ocurre en los momentos previos o durante una función de estreno de una otra de teatro para la cual los actores se han preparado durante meses.

Lo cierto que, aunque todo esté planeado y calculado, algo sucede, estas cosas hacen que durante un debut los nervios afloren y el momento sea inolvidable.

El actor y productor Jorge Ortiz de Pinedo, que tiene en su haber 50 años de carrera artística, dice que sigue viviendo esos momentos con la misma expectación y nerviosismo que en sus inicios.

“No puede cambiar, porque la responsabilidad es para el actor lo que para un deportista es la condición física, es algo inherente en alguien que es profesional”, explica.

Por eso Ortiz de Pinedo no encuentra mejor manera de prepararse antes de subir a escena por primera vez con una obra, que ajustando detalles y repasando lo ya ensayado.

“Se checan los audios, hay de alguna manera una reestructuración entre técnicos y actores, se realiza una pequeña junta con el director y todos los creativos antes de empezar la función; en ese día especial hacemos un repaso de la obra con dos o tres escenas, para luego dar paso a lo que es la alfombra roja”.

Esta rutina le da más seguridad que si hiciera meditación, rituales o cosas por el estilo.

“Lo único que se tiene que pensar es hacer bien la obra, si estás pensando en otra cosa no te va a salir nunca, el trabajo del actor de teatro es difícil y por eso no cualquiera hace teatro. Cuando hablas de teatro en serio, profesional, como el que nosotros intentamos hacer siempre, hay una gran responsabilidad y tienes que pensar en tu personaje y en que tiene que salir bien, que tiene que engranarse con todo lo que está alrededor para lograr el éxito. El éxito artístico es primero y el éxito económico es después”, señala Ortiz de Pinedo.

Colegas, críticos, medios de comunicación, familiares y amigos, por lo regular son los que integran el público en una noche de debut, un factor que le agrega tensión al momento, según explica el productor de 12 hombres en pugna. “Durante una hora nos quedamos todos expectantes pensando: ¿habrá venido la gente que invité?, ¿habrá interesado y llamado la atención el anuncio, el tema, la obra, la combinación de actores, etcétera? Y cuando se da la tercera llamada, pues hay una emoción muy grande para ver si en verdad lo que pensamos todos iba a resultar. Termina uno muy contento y henchido de alegría cuando funciona, pero cuando no, es terrible”.

A pesar de que son muchas cosas las que pueden pasar durante un estreno, Jorge Ortiz de Pinedo asume que no vale la pena darlas a conocer.

“Son anécdotas que no le interesan a nadie más que a los de teatro, cuando un actor te cuenta una (la gente) no reacciona de la manera como uno supone que va a reaccionar a algo que le pasó a alguien, porque dice: ¿qué tiene de gracioso que se le haya roto el zíper a un señor de la bragueta? Pero para el actor es tremendo”.

Por fortuna el estreno de su última obra Tic Tac Boom, llevado a cabo el pasado 22 de noviembre en el Teatro López Tarso, se realizó sin contratiempos y con los mejores resultados que podría esperar, sin necesidad de encomendarse al cosmos, prender velas o cantar a coro el ya conocido: “¡sí se puede!”, por mencionar algunos ejemplos.

“Ha sido impresionante, la gente vitoreando a los actores, a la obra, a la autora, personas que asistieron el día del estreno estaban fascinados y felices, el público que ha venido a ver la obra demuestra el respeto, el cariño, la admiración y sobre todo la complacencia con el aplauso, está complacido con lo que acaba de ver, se le ve a la gente la sonrisa de haber disfrutado y desquitado lo que pagó”, finalizó.