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Morelia.— A diario y cada 15 minutos, Alejandro González Iñárritu pensaba que Birdman, su más reciente filme, se iría a la basura. Dicho en otras palabras, tuvo miedo al momento de hacerla. Frente a sí tenía una cinta de comedia que haría en planos secuencias de hasta media hora de duración cada una, con un actor (Michael Keaton) que, muchos le dijeron, no era chistoso y además prácticamente toda en el interior de un teatro.

La película, que estrenó ayer en salas estadounidenses y hará lo propio en México el próximo 13 de noviembre, relata la historia de un actor famoso por su interpretación del héroe alado, pero que desea reverdecer laureles sobre un escenario y un papel serio.

“Todos los días me preguntaba si podía hacer lo que podía hacer; en un momento me convertí en el protagonista de la película pensando, todos los días, que esto se iría a la mier... así que diario era descubrir el proceso.

“Un día comiendo con Mike Nichols (director de El graduado) le platiqué el proyecto, dejó de comer y me dijo que parara, y salí de ahí cimbrado, pensé que a lo mejor tenía razón, pero ese miedo te pone más alerta y te pone más creativo”, señaló.

Violencia y política

A pregunta, González Iñárritu consideró que la violencia en México se debe a un problema de fondo y descuido brutal de los organismos políticos.

“Es un problema de una falta de igualdad y de una disparidad social y económica y, sobre todo, de una falta de educación de las nuevas generaciones, de un descuido brutal de varios organismos políticos que no han cuidado, digamos, las raíces del problema.

“La violencia es el resultado de un problema mucho más profundo, creo que las bases de ese problema no se han analizado tan profundamente como la superficie del problema, como son las matanzas espantosas”, indicó el cineasta mexicano.