A lo largo de su larga vida profesional Eugenio Derbez siempre ha querido triunfar en España. Sin embargo, cuando lo intentaba los productores de Televisa siempre le decían que era muy difícil que alguno de sus programas fueron vendido a alguna televisión de este país. Argumentaban lo complicado que resulta que un producto mexicano triunfe fuera de México, y pese a que tenía una gran ilusión en que su trabajo se viera "al otro lado del charco", como él mismo dice, nunca lo consiguió.

Hace unos días su suerte cambió y su película "No se aceptan devoluciones" se estrenaba en las pantallas españolas. Así que ahora Derbez está feliz, como él mismo reconoce en entrevista telefónica con EL UNIVERSAL desde su casa de México unos días antes de mudarse a Estados Unidos. "No sabes lo importante que es para mi España. Siempre ha sido un sueño triunfar aquí. Mis programas de televisión se pasan en toda América Latina y yo siempre le insistía a Televisa que por qué no los vendían en España. Me decían que estaban en ello, pero que es muy difícil que un producto mexicano triunfe en otro país. Así que cuando me enteré de que la película sí iba a viajar me puse muy contento", añade.

Derbez asegura que él ama España. Que aquí viaja cada vez que tiene vacaciones y que aquí tiene muchos amigos como Santiago Segura "que en cuanto pudo se compró la película y tuiteó que le había gustado mucho". Pero aquí también va a tener muy difícil triunfar por la crisis económica que vive el país y el elevado precio del cine: 9 euros por entrada. Es decir, casi 13 dólares. "Sé que ahora los españoles tienen menos dinero para destinar al ocio y que eligen mucho las películas que ven cuando van al cine", explica. "Pero confío en que haya una buena recomendación de boca a boca que es lo que han funcionado en otros países", añade.

Del éxito de la película, ya ha recaudado más de 100 millones de dólares, reconoce que le ha cambiado la vida hasta el punto de se iba a tomar un año sabático y está haciendo las maletas para irse a vivir a Estados Unidos "donde tengo ofertas para dirigir, para actuar, y para dirigir y actuar". Pero todavía no ha elegido el proyecto "porque me lo quiero pensar mucho para no equivocarme". Y también le ha permitido recibir miles de cartas de espectadores que le dicen cosas como "mi mujer y yo nos íbamos a separar pero el último fin de semana fuimos juntos a ver tu película y cambiamos de opinión: yo estaba embarazada y pensé en abortar pero después de ver tu película cambié de opinión; o mis papá tenía muchos años de no ver a mi hija y despues de ver la película fue a buscarla... Historias lindísimas que me llegaron al alma y me hicieron sentir muy feliz porque yo hago cine para tocar corazones y despertar emociones", asegura.

Del secreto de su éxito explica que se debe a que rompió estereotipos. "El público latino me decía que era la primera vez que iban al cine y se veían reflejados como latinos en una película en la que no somos ni narcotraficantes, ni rateros, ni cocineros, ni trabajamos en un valet parking", relata. "El protagonista es un latino que no habla ingles, pero es buen padre, un hombre honrado, valiente, trabajador y que triunfa".

Y también es muy autobiográfica. "Al igual que Valentín, el protagonista, yo era muy joven cuando me dijeron: vas a ser padre y lo primero que quise es salir corriendo", recuerda, "y hoy en día mi hija es mi mayor bendición, mi mejor maestra y la mayor lección que me dio la vida", añade. "Y también el personaje de mi padre como el del padre de Valentín me hacía muchas maldades. No me aventaba de la Quebrada en Acapulco pero si cada vez que había una alberca cerca me tiraba dentro vestido o no vestido. Le daba igual. Por eso yo tenía pavor al pasar cerca de una cuando estaba con él. Sabía que iba a acabar dentro", concluye.